Cumplir un sueño en la Valencia despoblada

El último informe de la Generalitat de indicadores demográficos de despoblación mostraba una ralentización de la pérdida de habitantes en los municipios en riesgo, principalmente los del interior de la Comunitat.

Pese a las políticas puestas en marcha por las administraciones supramunicipales y las acciones que muchos de estos ayuntamientos impulsan para retener y atraer población, muchas veces la serendipia, la coincidencia o el destino contribuyen más a aportar ese granito de arena para sumar habitantes y servicios.

Es lo que ha ocurrido entre un matrimonio que reside en El Verger y Beniatjar. Un pueblo de algo más de 200 habitantes en la Vall d'Albaida, en el interior de Valencia.

Adina Madalina y José Manuel Marín serán a partir de ahora los gerentes del bar municipal, el Bar Beniatjar. Adina lleva más de 16 años trabajando en un restaurante de Oliva, pero su sueño era tener su propio establecimiento. Hace unos meses, un cliente, natural de Beniatjar, le habló de que el Ayuntamiento de su pueblo natal estaba buscando a alguien que quisiera llevar el bar del pueblo y ella se interesó.

Adina no dudó y se puso en contacto con el alcalde. Las condiciones que le ofrecieron les parecieron inmejorables para probar. «Me gusta mucho este trabajo y la ilusión de tener mi propio bar y ahora se me ha presentado la posibilidad. Gracias al bajo alquiler que tenemos que pagar y las facilidades que nos ha dado el Ayuntamiento por fin puedo cumplir su sueño».

Tendrán que pagar un alquiler casi simbólico al Ayuntamiento de 125 euros. Además, en el Consistorio les ha ayudado en la reposición de algunos enseres, así como en la pintura del local. «Lo hemos reformado y cambiado prácticamente todo», subraya.

Además, también podrán alquilar una vivienda municipal a un alquiler asequible, algo que en los grandes municipios sería impensable.

Para Adina y José Manuel se trata de un paso importante porque dejar un municipio turístico como Oliva, donde la actividad es importante, a un pueblo de interior, les hace cambiar el concepto. De hecho, han estado trabajando para ofrecer aquello que entienden puede funcionar en el pueblo y también son conscientes de la importancia que el bar tiene para que los vecinos puedan socializar. Todo servicio es básico en poblaciones que además de escasas, cada vez están más envejecidas.

Así, su propuesta será ofrecer un menú diario con platos valencianos de todo tipo, siendo el puchero fijo cada jueves. No pueden faltar los almuerzos. El bar estará abierto de martes a jueves de 7:30 horas de la mañana a 5 de la tarde; los viernes y sábados durante todo el día y el domingo, hasta el mediodía.

«No espero hacerme millonaria, pero al menos que me dé para vivir un poco mejor. Tengo muchas esperanzas en que va a funcionar porque he estudiado todo muy bien y voy a ofrecer lo que la gente de aquí y de la comarca necesita. Además, el recibimiento por parte del pueblo está siendo muy bueno», manifiesta Adina.

Y es que Andina está arriesgando por este proyecto que le ha ilusionado. En su trabajo como empleada en el bar de Oliva estaba muy a gusto y era muy apreciada por sus jefes. De hecho, desde los 16 años está trabajando con ellos. «Ellos me entienden y me han dado todas las facilidades, porque, en caso de que no se cumplan las expectativas, me han dicho que tengo las puertas abiertas para regresar al trabajo. Tengo dos años de excedencia. Han llorado mucho por mi marcha y yo también», explica.

De hecho, ella estará cumpliendo con su trabajo hasta el día 31 de diciembre y será el día 4 de enero, cuando inaugure por todo lo alto su bar. Un sueño hecho realidad y un pueblo que gana dos habitantes y un servicio más.

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