Las embajadas y el desfile final cierran la 'Setmana Gran' de los Moros y Cristianos de Ontinyent

Las embajadas y el desfile final han puesto fin hoy lunes a la 'Setmana Gran' de las fiestas de Moros y Cristianos de Ontinyent. La jornada empezaba a las 10 horas con la misa celebrada en la Parroquia de San Carlos, donde se encuentra el Santísimo Cristo de la Agonía.

A las once de la mañana las doce comparsas del bando moro, encabezadas por su capitán, embajador y abanderado, salían desde la Canterería para desfilar por el Pont Vell, Plaça de Baix y el Porxet hasta llegar al castillo de Ontinyent, controlado por los cristianos. Estos, a su vez, partían desde la zona norte del puente de Santa María, para bajar por la calle Regall para encontrarse con los moros a los pies de la fortaleza. Allín en primer lugar, se producía la batalla de arcabucería y acto seguido la embajada mora a cargo de la comparsa Abencerrajes.

Este acto, declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Consell en 2019, empezaba con el toque de silencio de una trompeta para acallar los arcabuces. Seguidamente, un jinete moro atravesó la plaza a gran velocidad y procedió a entregar al centinela un pergamino instando a la rendición de la villa. La capitana cristiana, Lucía Gil, de la comparsa Marineros, lo leyó y, públicamente, lo rompió. El centinela cristiano, desde el castillo, hizo la introducción de la embajada, finalizando con unos versos escritos por Joaquín José Cervino hace más de 160 años.

A continuación se anunció la entrada en la plaza del embajador moro, Samuel Martínez, de Abencerrajes. Le acompañaban el capitán moro, José Manuel Pardo, (de Taifes) y la abanderada mora de Abencerrajes, Mar Padrino, seguidos de una escolta.

El embajador moro intentó conseguir que los cristianos le libraran la villa, y por eso habló con el embajador cristiano, José Francisco Seguí, a quien acompañaba el abanderado cristiano, David Seguí, los dos de la comparsa Contrabandistas. Ninguno de los intentos la ayudó a lograr el objetivo y se produjo un enfrentamiento. Volvieron a dispararse los arcabuces, mientras capitanes y embajadores entraban en combate de arma blanca. La victoria se decantó del bando moro, que depositó la bandera de la media luna en el castillo.

Los cristianos recuperaron el castillo por la tarde, después de interpretar de nuevo los versos de Cervino, y repiendo el acto a la inversa. Una vez los cristianos ganaron la batalla, se celebró el desfile final que puso fin en la 'Setmana Gran', pero las fiestas no se cerrarán oficialmente hasta el próximo 8 de septiembre. Ese día tendrá lugar la subida de la imagen de Cristo de la Agonía hasta la ermita de Santa Anna.

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