redacción
Miércoles, 11 de noviembre 2020, 16:41
Más de 8.700 kilómetros separan a la localidad de Anna de la de Comalapa, en el departamento de Chontales de Nicaragua, pero durante un año han estado unidas, a pesar de la distancia, compartiendo un proyecto misionero a través de la Fundación Ad Gentes del Arzobispado.
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Con ayuda de la comunidad parroquial de Anna, la parroquia de San Patricio, regida en Comalapa por el misionero valenciano Enrique Molina y que acoge a más de 8.500 feligreses, 6.000 de ellos de comunidades rurales, ha podido levantar un edificio para celebrar retiros, talleres y formación para las Comuniones y Confirmaciones.
Cada aportación ha sido “un milagro y una gracia de Dios” y se ha convertido, ladrillo a ladrillo, en unos salones parroquiales que son ya una realidad, según explica Enrique Molina, que ha querido agradecer en persona toda esta solidaridad en una visita realizada el pasado fin de semana a la parroquia de Inmaculada Concepción de Anna.
En este encuentro “pudimos vernos las caras, aunque ya nos conocíamos porque durante un año hemos compartido vídeos, fotos y mensajes por Facebook y WhatsApp entre las dos parroquias, y celebramos dos misas de acción de gracias por toda la ayuda recibida de Anna, con la presencia también del anterior párroco, Joaquín Civera, impulsor de esta iniciativa misionera”, destaca el misionero valenciano.
Todo comenzó por una llamada a la participación que realizó Civera siendo párroco de Anna. El grupo de la Cáritas parroquial era reducido y estaba formado por personas muy mayores: hacía falta que los jóvenes se implicaran, y lo hicieron. De esta forma “la parroquia unió a 30 personas con vocación de ayudar y, una vez cubierta la demanda de las familias con necesidades en el pueblo, decidimos realizar un año misionero, tras la convocatoria del mes misionero por el papa Francisco, y a través de Ad Gentes contactamos con la parroquia de Enrique Molina en Nicaragua y comenzó la experiencia”, subraya Civera, que ahora es párroco en Albalat de la Ribera y Polinyà del Xúquer.
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Durante este año “los niños de una y otra parroquia se han enviado fotografías de cartas, escritas a mano, a través de WhatsApp y los vídeos que Enrique y feligreses de San Patricio nos enviaban por Facebook los veíamos en las celebraciones en la parroquia de Anna, en la pantalla que hay en el templo”, apunta Civera.
“Lo más bonito de todo es que durante este año en Anna las personas que ayudaban podían ver los rostros de las personas a las que llegaba esa aportación, gracias a mensajes y fotos, nos lo agradecían y ha sido una colaboración muy estrecha que, desgraciadamente, el pasado mes de marzo se paralizó por culpa de la pandemia aunque seguimos manteniendo el contacto después y ayudando en la medida de nuestras posibilidades”, comenta.
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