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MANUEL GARCÍA
BENIFAIÓ.
Lunes, 3 de junio 2019, 23:56
Fue diputado, periodista incansable y escritor. Luis Morote y Greus nació en Valencia el 8 de enero de 1862. Fue uno de los cuatro hijos de Aureliano Morote Perales y de Dolores Greus Girona y estuvo ligado a Benifaió, donde aún hoy en día viven algunos familiares lejanos. La vida de este republicano, inabarcable y desbordada, acabó en 1913 de manera repentina. Su cuerpo, pese a alguna controversia generada en la época, acabó en el cementerio de la Almudena, en Madrid, en medio de grandes muestras de duelo en los periódicos de la época.
Hoy, más de cien años después, y ante el riesgo de que sus restos pudieran acabar en un osario, desde Esquerra Unida de Benifaió han decidido asumir la responsabilidad de reclamarlos para que tenga un espacio más digno en el cementerio de la localidad. Así, se pusieron en contacto con el camposanto y, tras la realización de diversos trámites, se ha concedido la posibilidad de realizar una exhumación que tendrá lugar el próximo viernes por la mañana en el cementerio madrileño. Se entregarán los restos en una caja de unas medidas aproximadas de 60x35 centímetros. Posteriormente, ya por la tarde, en principio a las seis, se celebrará un acto en el cementerio de Benifaió que servirá para colocar los restos de Morote en un espacio ya determinado.
Luis Botello, exconcejal de Esquerra Unida, quien ha asumido la responsabilidad de realizar los trámites para conseguir que los restos vuelvan a Benifaió, destacó la importancia de Morote en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX: «Es un patrimonio nuestro que no queríamos que se pudiera perder y por eso hemos tomado esta decisión». Así, ha invitado al resto de partidos políticos y a quien esté interesado en participar en esta ceremonia de recepción de los restos de Luis Morote.
«Corresponsal cual no hay más, no pierde nunca un instante, y deja a todos atrás... porque siempre va delante». La faceta de Luis Morote como periodista, repleta de aventuras e hitos como las entrevistas al escritor Leon Tolstoi, al Papa Pío XIII y al presidente MacKinley, entre otros muchos personajes, tuvo su punto álgido cuando, en 1897, en plena guerra de Cuba, logra llegar hasta el cuartel de Máximo Gómez, jefe de la revolución, para tratar de entrevistarlo. Tras un consejo de guerra, es absuelto y cuenta su experiencia en un histórico artículo en El Liberal titulado 'La insurrección por dentro' que le generó reconocimiento a nivel nacional.
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