m. garcía/ a. talavera
Lunes, 18 de mayo 2020, 17:32
La parte de la comarca de la Ribera que hasta el domingo se mantenía en la fase 0 revivió en la jornada de ayer. Buena parte de este aliento se debió a la presencia de las terrazas en las calles. Eso, unido al buen tiempo, hizo que un cierto bullicio y las conversaciones con risas volvieran a las localidades dos meses después.
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En Alzira, una de las zonas más concurridas habitualmente como es la plaza Mayor, recuperó el ambiente del mes de marzo y las terrazas estuvieron casi llenas durante la jornada, ya que había ganas de disfrutar del aire libre.
En otra de las zonas de la ciudad donde se ha notado este cambio de fase ha sido en la plaza Cartonajes en la que antes del confinamiento su imagen habitual era la de las terrazas llenas de gente y niños jugando en el parque. Para esto segundo todavía habrá que esperar pero el primer día de apertura de bares ya ha dado vida a esta zona de la ciudad. «Tenía muchas ganas de salir y ver la plaza llena», explica Paula, una vecina de la zona y cliente de estos establecimientos.
Con muchas ganas han vuelto también los hosteleros que estaban satisfechos con el volumen de trabajo durante la mañana. «Ha habido más gente de la que esperábamos y estamos muy contentos de volver. Esta mañana estaba hasta nerviosa«, comenta Merche Ballestero, propietaria de la Cafetería Llorens. La desinfección es esencial en estos momentos y desde la cafetería remarcan que estas tareas ocupan el trabajo de una persona. »Cada vez que alguien se levanta desinfectamos las mesas y sillas y el baño después de cada uso«, detalla.
Rutina similar la que realizan en otro de los bares de la zona. «Los clientes se tienen que desinfectar las manos con el gel, los camareros van con guantes y mascarilla, tenemos papelera para después tirar todo esto, y desinfectar mesas y sillas», señala Santiago Castillo, de Kilauea. En ambos casos destacan que los clientes no han puesto ningún problema al tener que esperar a ser sentados y se han cumplido las normas de aforo y distancias al reducir a la mitad el número de mesas.
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Situación diferente la que han vivido en otra cafetería del centro de Alzira donde tuvieron que cerrar sus puertas durante la mañana de ayer al no cumplir los clientes con las normas de distancia y desinfección. Sus propietarios lamentaron estos hechos por redes sociales para intentar concienciar a las personas de la importancia de cumplir las normas. El establecimiento, situado en la avenida Santos Patronos, cerró sus puertas por la mañana ante estos actos que lamentaron y destacaron que su intención era reabrir con carteles en los que se indicaran de manera clara las normas que debían seguir los usuarios. Los propietarios del local lamentaron el comportamiento de algunos usuarios. Otras personas también lamentaron lo ocurrido: «Es entendible. Había ganas de terraza, pero hay que cumplir con las normas».
En el caso de Cullera, la jornada estuvo marcada por la tranquilidad. «Es verdad que ya podíamos abrir, pero no lo ha hecho apenas ningún restaurante», señalaron desde el sector, quienes apuntaron que este hecho se producirá a partir del próximo viernes o ya incluso en el mes de junio. Las terrazas dieron un poco de color a la ciudad pero, siendo un lunes, la aglomeración de gente no se produjo y los clientes pudieron consumir con normalidad dentro de la nueva normativa establecida para disfrutar de las terrazas. A partir de la próxima semana, si la provincia entra en fase 2, los restaurantes también podrán añadir algo de su espacio interior para tener más clientes.
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«Vamos a ser muy conservadores con el tema de la apertura de la iglesia». Enrique Masià, párroco de Santa Catalina de Alzira, explicó el proceso paulatino de celebración de ceremonias religiosas en el templo. Por el momento, la primera eucaristía se celebrará el próximo domingo a las 9.30 de la mañana. La misa de las once se mantendrá en transmisión por Internet, como ha venido ocurriendo en las últimas semanas. Masià explicó que, para la misa presencial, han acotado el espacio de modo que de las 450 plazas con que cuenta el templo, permitirán la entrada de menos de un tercio de su capacidad, unas 100 personas. «Sabemos que mucha gente quiere venir pero han de hacerlo aquellos que tengan menos riesgo. Hay que ser precavidos», explicó. De este modo, si en un banco hay dos personas, en el siguiente habrá una y en el tercero otras dos para evitar la cercanía entre fieles. A partir del domingo, y según sea la respuesta de la gente, ya se plantearán hacer más misas presenciales. La mascarilla, recordó el sacerdote, será obligatoria para todos los asistentes y a la puerta del templo se repartirá desinfectante para aumentar la seguridad.
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