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El arzbispo en la visita que realizó a la comunidad siendo obispo auxiliar. LP
«Estamos muy unidos a don Enrique porque nos ayudó a buscar terrenos y a llevar adelante este proyecto»

«Estamos muy unidos a don Enrique porque nos ayudó a buscar terrenos y a llevar adelante este proyecto»

El Arzobispo Benavent visita a los Hermanitos y Hermanitas del Cordero que viven su vida contemplativa en Navalón

R.X.

Navalón

Lunes, 22 de enero 2024, 13:27

El Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, ha visitado a los Hermanitos y Hermanitas del Cordero, en Navalón, pedanía de Enguera, donde ofició siendo Obispo auxiliar en 2007 una de las primeras misas en los terrenos de esta comunidad donde más tarde se levantaron dos pequeños Monasterios.

Monseñor Benavent ofició una misa en la capilla, compartió la comida con ellos, y conoció de cerca a toda la comunidad.

Según el religioso Serafín, que reside en el Monasterio de Hermanitos -llamado Pequeño Monasterio «Lumen Crucis»- junto a otros cuatro Hermanos, «estamos muy unidos a don Enrique porque ya siendo Obispo auxiliar nos acompañó y ayudó a buscar terrenos y a llevar adelante este proyecto». Y se da la circunstancia de que, tras nuestra invitación, «vuelve ahora a Navalón, como Arzobispo, y queremos conocer qué espera de nosotros», expresa.

En 2013, justo antes de irse como obispo a Tortosa, Monseñor Benavent pasó otra vez por Navalón puesto que quería visitar la obra ya empezada.

Tanto las Hermanitas como los Hermanitos del Cordero cuentan con su propio monasterio en Navalón, aunque comparten la capilla como espacio común para las celebraciones eucarísticas y los oficios de días solemnes.

El monasterio de las Hermanitas fue el primero en ser construido, cuyas obras comenzaron en 2008, y más tarde los Hermanitos levantaron en el mismo paraje el suyo propio, a partir de 2012. Además, cuentan con otra comunidad de Hermanitas del Cordero en Valencia ciudad, en el barrio de Benicalap, donde viven día a día el carisma del Cordero viviendo la misión según la tradición de las ordenes mendicantes.

El arzobispo con los hermanitos y hermanitas en el encuentro de este fin de semana. LP

En este paraje de la sierra Navalón, las Hermanitas y Hermanitos viven su vida contemplativa y fraterna, de oración y servicio, tras los pasos del Cordero. Un lugar privilegiado para la oración y el silencio, al que contribuyen el paisaje despejado lleno de pinos y romero mediterráneos, y la situación geográfica apartada.

Las hermanitas están presentes en la ciudad de Valencia desde el año 2000 y los hermanitos llegaron a la Diócesis en el año 2008. «A partir del año 2008 comenzamos a ayudar a construir el Pequeño Monasterio de las hermanitas «Luz de la Transfiguración, y en el 2012 construimos el nuestro llamado «Lumen Crucis», «en los que tantos han contribuido con su ayuda», asegura.

Así, recuerdan «los campos de trabajo con jóvenes venidos de Valencia, la ayuda de las parroquias, la gratuidad de tantos materiales proveídos por empresas, los donativos de numerosos bienhechores», entre otras tantas iniciativas.

REtiros abierto a todos

En el Monasterio de Navalón, todos los oficios litúrgicos «están abiertos a los que quieran venir a compartir la oración junto a nosotros». La misa de cada día, incluidos sábados y domingos, se celebra normalmente a las 12:30 horas. Después, «pueden compartir la comida junto a nosotros, poniendo en común lo que cada uno haya traído».

Además, a lo largo del año, con ocasión de un fin de semana o de puentes prolongados, proponen retiros para jóvenes en la montaña de Navalón. «Son días privilegiados para meditar juntos la Palabra y estar a la escucha del Señor».

Imagen exterior de la capilla. LP

También es posible «venir en grupo a pasar un día juntos. Grupos de catequesis, parroquias, colegios, compartir la eucaristía, la comida y un tiempo de testimonio y trabajo en común», aseguran desde la comunidad, que no cuenta con hospedería pero «en la medida de nuestras posibilidades, podemos dar acogida».

La Comunidad del Cordero fue fundada el 6 de febrero de 1983 por Mons. Jean Chabbert, arzobispo de Perpiñán, y el 16 de julio de 1983 fue reconocida como parte de la Familia de Santo Domingo. Utilizan los diminutivos -hermanitos y hermanitas- para tener siempre presente que es en la pequeñez donde, según el evangelio se revela el Señor.

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