Carcaixent confía en que los cambios en la Ley de Memoria Histórica permitan trasladar la tumba de un criminal nazi

En una de las tumbas del pasillo central del cementerio municipal de Carcaixent reposan los restos de uno de los criminales nazi más sanguinarios, Vjekoslav Luburic.

Desde hace años el Ayuntamiento de Carcaixent ha intentado negociar para conseguir que se traslade su féretro a un lugar más discreto ya que "se trata de una persona que ha cometido múltiples delitos contra la humanidad y que se encuentra en una zona privilegiada del cementerio", comenta el concejal de Memoria Histórica, Raimon Marí.

Sin embargo, la familia se ha negado a su traslado y la ley de Memoria Histórica se limita a mediar en casos relacionados con la Guerra Civil.

En estos momentos ya existe un borrador para actualizar esta legislación y aunque tampoco incluye a criminales de la Segunda Guerra Mundial como es el caso de Luburic, sí amplia los ámbitos de protección y puede que el texto final abra las puertas a solucionar el caso planteado por Carcaixent.

Así el ejecutivo de la localidad opta por esperar a la nueva normativa o, incluso, a que finalicen los derechos funerarios de la familia en 2026, momento en el que se podría intervenir en la tumba de Luburic.

Una tumba que además cuenta con un escudo de un grupo terrorista de Croacia por lo que consideran que la ley debería intervenir y no limitarse a los conflictos bélicos españoles.

Vjekoslav Luburic fue un militar croata que dirigió el campo de concentración de Jasenovac, el más grande fuera de territorio alemán, y donde recibía el sobrenombre de Maks 'el carnicero' por su crueldad.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial consiguió huir de su país y llegar a España. Aquí se estableció en Carcaixent, bajo el amparo del franquismo y con el nombre falso de Vicente Pérez. En esta localidad de la Ribera regentaba una imprenta donde fue asesinado en 1969 fue asesinado por un supuesto agente de los servicios secretos yugoslavos.

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