El sector citrícola espera una reducción de un 10% de la producción en esta campaña

«A falta de que salgan publicados los aforos por el ministerio se baraja una producción de 3 millones de toneladas en la Comunitat, esto supone una reducción de un 9 o 10% respecto a otros años», explica el responsable técnico de AVA-Asaja, José Francisco Sales.

Esta merma se centrará en la clementina, que tendrá una campaña más corta, y también en otras más variedades de naranjas más tardías, mientras que la navelina estará más equilibrada.

En cuanto a los precios se espera que no haya repercusiones y no se produzca un descenso para los productores.

El cotonet lleva tiempo afectando a los cultivos de naranjas ya que es muy difícil de combatir, más cuando las materias activas están muy limitadas. Esta plaga ya ha provocado unos 200 millones de euros en pérdidas a los agricultores valencianos.

«No tenemos herramientas para luchar contra el cotonet. La administración se centra en la lucha biológica y la colocación de trampas pero ésta no será efectiva hasta dentro de unos cuatro años», comenta el responsable del sector citrícola de AVA.

Ante esta situación, los agricultores reclaman a Europa alternativas a los productos fitosanitarios para no perder las cosechas y verse abocados al abandono de campos que afecta a 160.000 hectáreas en la Comunitat.

En este sentido, la Finca de Sinyent en Polinyà de Xúquer acogió ayer una jornada en la que se presentó un nuevo producto, el primer bioestimulante que reduce de forma natural la caída fisiológica de los cítricos. Hugo Cores, adjunto Jefe de Ventas de Lainco, destacó que este producto no contiene sustancias fitosanitarias ni hormonales, provoca cero residuos y no perjudica la fisiología del árbol.

Características esenciales para el presente y el futuro de la agricultura que camina hacia la sostenibilidad. Una sostenibilidad que tienen clara los agricultores pero donde queda pendiente la compensación económica ya que los precios los marcan las grandes distribuidoras. A esto se suma las limitaciones cada vez mayores de la Unión Europea y el agravio comparativo con los países terceros. «No tiene sentido que a nosotros nos marquen unas reglas muy estrictas y las producciones de fuera entren en mejor condiciones», lamentan los agricultores.