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Ó. DE LA DUEÑA
GANDIA
Martes, 3 de octubre 2023, 13:49
En sólo 30 días hará una década que Cristina García Fernández desapareció en Gandia sin dejar ni rastro. Una joven de 33 años, con dos hijas, delgada, pelo liso y negro y ojos marrones, de la que se perdió toda pista en cuestión de horas. Meses de investigación que acabaron en nada, sólo en desolación para la familia. Ahora la familia ha tenido noticias de la mujer, que tendría 43 años, pero no las esperadas.
Las dos hijas se han visto en la complicada situación de tener que declarar muerta a su madre, dado que al pasar tantos años era necesario para realizar unos trámites. Fue ahí cuando descubrieron la sorpresa inesperada, alguien había cobrado una subvención a nombre de su madre a través de una cuenta bancaria bajo la titularidad de Cristina.
Los jóvenes tenían intención de vender una propiedad de sus abuelos, una vivienda en Gandia y para ello era necesario tener el certificado de muerte de la madre. Para ello iniciaron el procedimiento que, obligatoriamente, tiene que ratificar un juez. Fue en uno de esos pasos cuando conocieron este desconcertante dato que ha sobresaltado tanto a las jóvenes, como al resto de familia de la desaparecida.
Al parecer, se solicitó una ayuda a nombre de Cristina García en 2015, momento en que también se habría abierto la cuenta bancaria. Esta ayuda ha estado llegando hasta el mes de abril de este 2023, algo que desde la familia no entienden, como han apuntado fuentes próximas al caso.
«Las hijas se han quedado sorprendidas y decepcionadas, dado que un hecho como este creen que tendría que haber sido comunicado a la familia. Esto les hace pensar que la investigación se cerró y que no ha habido el seguimiento que merecía el caso», han precisado. Las jóvenes tenían 7 y 9 años cuando su madre desapareció y ahora tras una década tiene las «peores noticias de su madre que podían esperar».
«En estos casos se da por muerta a la persona y es un procedimiento para el que la familia se tiene que ir preparando, no es un duelo habitual, es más complicado. Ahora, este hecho abre una herida en la familia», ha añadido. Todo esto abre una serie de incógnitas que, en estos momentos, son de difícil resolución. No se sabe si la cuenta bancaria y los trámites para cobrar una ayuda los habría hecho Cristina o alguien que a sabiendas de su desaparición se habría aprovechado para montar una estafa.
La familia tampoco descarta otra hipótesis, que Cristina haya firmado la documentación bajo coacción, es decir, obligada. Esto supondría que está viva, lo que ha generado una «sensación de ansiedad en la familia», ante la falta de información. Para poder llevar a cabo estos hechos, de cualquiera de las formas planteadas, habría sido necesario el Documento Nacional de Identidad de Cristina, que se sabe que lo tenía en el momento de desaparecer, por lo que también se baraja la posibilidad de que alguien se hubiera apoderado de él en los meses sucesivos a su desaparición.
La desaparición de Cristina hace casi diez años estuvo envuelta de cierta polémica, ya que los pasos que se dieron no fueron los que dan hoy en día. Se perdió la pista de la joven entre el 4 y el 5 de noviembre de 2013, después de que acudiera a casa de su suegra para ver a sus hijas. Al parecer, hubo una pequeña discusión y Cristina quedó en ir a recoger a las pequeñas al día siguiente al colegio, pero no acudió.
Está confirmado que la joven estuvo esa noche en un bar de Gandia, pero esto pocas pistas aportó. En los meses sucesivos a su desaparición se hizo seguimiento del caso por parte de las fuerzas de seguridad, pero no se llegó a dar con pistas concluyentes que orientaran sobre su posible paradero. No se llegaron a hacer batidas.
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