óscar de la dueña
Viernes, 20 de marzo 2020, 23:05
El consumo de marisco ha caído en un 50% en la Safor en cuestión de días. La alerta sanitaria que vive el país por el COVID-19, coronavirus, y los efectos del estado de alarma en la sociedad han hecho que las ventas de especies como gambas o cigalas se hayan desplomado. Esto obliga a que varias embarcaciones se queden amarradas en el puerto de Gandia, ya que salir en busca de capturas es un "riesgo y una pérdida de dinero", como explicó el secretario de la Cofradía de Pescadores de Gandia, Enrique Ferrer.
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En estos momentos, en las instalaciones portuarias de Gandia hay medio centenar de embarcaciones, de las que seis se dedican a la pesca por arrastre. Son estás, precisó Ferrer, las que más están sufriendo estos días: "las que salen a por marisco de forma habitual ahora se quedan en tierra". Esto supone pérdidas para los propietarios, ya que, por el momento tienen que hacer frente a los mismos gastos, sin percibir ningún ingreso.
Ferrer añadió que espera que la Federación Nacional negocie con el ministerio o con instituciones europeas para ver si llega algún tipo de ayuda que dé un respiro a los pescadores que se tienen que quedar en tierra durante el periodo del estado de alarma. El secretario de la Cofradía agregó que son seis las barcas que se dedican al arrastre, mientras que hay 40 que trabajan las artes menores y otras cuatro lo hacen mediante la técnica del cerco, las que capturan boquerón y sardina.
Los pescadores que trabajan con estas dos técnicas "tienen temor a contagios", como precisó el presidente de la Cofradía de Gandia, Domingo Ciurana. "Esta situación es muy difícil, realmente no sabemos el alcance que puede tener esta enfermedad. Hay que pensar que en cada barca van entre tres y cuatro personas muchas horas al día", relató el responsable del colectivo de pescadores del Grau.
Ciurana añadió que en estos momentos hay unas 160 personas que viven directamente del sector pesquero. "En las artes menores van dos pescadores por barca, en las de arrastre entre cuatro y cinco, mientras que en las de cerco, hasta doce. Somos un colectivo importante, que está haciendo un esfuerzo muy grande para garantizar el suministro de pescado fresco", agregó.
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Ciurana añadió que el Gobierno tendría que haber contemplado en el decreto del estado de alarma algún tipo de plan de trabajo para los pescadores de toda España. "Tenemos que salir a faenar, pero quizá no es necesario que lo hagan todas las barcas ni en todos sitios. Tendría que plantearse algún sistema de servicios mínimos, ya que los profesionales del mar están preocupados y tienen miedo".
La Lonja de Gandia ha tomado medidas de seguridad, como explicó Domingo Ciurana, presidente de la Cofradía de Pescadores: «trabajamos con mascarillas y guardamos la distancia prudencial que se ha recomendado». Las barcas, por su parte, salieron este viernes otra vez tras dos días de parón. El martes por temporal y el miércoles por ser festivo.
A todo esto agregó que una posible medida sería "una parada biológica" mientras dure la alarma o hasta que la situación cambie. Ferrer, por su parte, añadió que el consumo de pescado también ha caído, pero que en porcentajes menores que permiten a los pescadores mantener su actividad.
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"Se está vendiendo menos en los supermercados, pero aún los pescadores salen al mar cada día para traer capturas". A todo esto agregó que los costes siguen siendo elevados: "Hay que hacer frente al gasóleo, a los pagos de la Seguridad Social, a las reparaciones habituales y a los salarios de los pescadores".
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