óscar de la dueña
Gandia
Lunes, 17 de mayo 2021, 23:16
Los agricultores de la comarca de la Safor cierran la temporada con más beneficios respecto a la campaña anterior. Este año los productores de cítricos ... han vendido las distintas variedades de naranja hasta a siete euros por arroba, cuando en 2020 se llegó sólo a los seis.
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Estos precios elevados se deben a varios motivos. Por un lado, hay menos producción que en campañas anteriores, y por otro, se ha mantenido el nivel de exportaciones de fruta a países de Europa que aumentó el año pasado con la llegada del coronavirus.
«Siempre hemos exportado, pero el año pasado aumentaron las ventas a Europa. La naranja tiene mucha vitamina C y creció el consumo en países de todo el continente«, explicó Vicent Faro, representante de AVA-Asaja en la Safor.
Que haya menos producción se debe a que a principios de 2020 hubo dos temporales «muy fuertes» que mermaron la floración de los árboles y, por tanto, la fruta de esta temporada, relató Faro.
«En el mes de enero de 2020, tanto 'Filomena' como 'Gloria' hicieron mucho daño al campo valenciano. El que haya menos fruta ha motivado que se pague más cara«, añadió. Aún así dijo que sólo se cubren los costes de producción.
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«Los agricultores de la Safor llevamos muchos años poniendo dinero de nuestro bolsillo para poder tener los huertos en activo y no dejarlos perder, pero hace muchos años que se obtienen beneficios«, agregó. Los costes de agua y luz crecen cada año y estos aumentos no se ven compensados nunca, precisó.
Faro exigió a la Comunitat «más controles ante la llegada de naranja cultivada en países de África que incumple las normativas sanitarias fijadas por la Unión Europea«. Los productores denuncian que mucha de esta fruta entra en el continente, a través de España, pese a que en sus zonas de origen son tratadas con productos fitosanitarios prohibidos en Europa.
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Desde AVA-Asaja reclaman a las autoridades autonómicas y nacionales mayor control ante la importación de cítricos de países como Marruecos, Egipto o Turquía. El colectivo entiende que «no se hace todo lo que se podría», sólo se realizan «controles aleatorios».
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