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IÑAKI LÓPEZ
EL REAL DE GANDIA.
Sábado, 20 de julio 2019, 00:23
Multitud de niños y niñas de entre tres y doce años de edad han pasado por el Preventorio Infantil Nuestra Señora del Amparo del Real de Gandia. Tal es la cantidad que ya se superan los 6.000 jóvenes desde que se fundara en el año 1948.
Esta iniciativa solidaria de la Fundación Nuestra Señora del Amparo que dirige como presidente el Abad de Gandia, Ángel Saneugenio, se dedica desde hace más de 40 años a la acogida de los pequeños durante su edad escolar para garantizarles una educación infantil y primaria de calidad y hacerse cargo de todas y cada una de las necesidades tanto económicas como de servicios básicos.
Alberga alrededor de 50 niños de edades comprendidas entre los tres años y los doce. Tradicionalmente ha contado con religiosas, pero desde el pasado mes de diciembre fue «imposible de asumir, ya que en estos momentos tener religiosas con nosotros es costoso», según afirman fuentes del Preventorio.
Para poder optar a la ayuda de esta labor social, los responsables del proyecto analizan y estudian individualmente las situaciones familiares de cada uno de ellos. Habitualmente y casi a diario, se encuentran con familias desestructuradas con numerosos problemas tanto económicos como de conducta.
Con los niños dentro de estos entornos de poca atención en sus hogares por la falta de recursos, se les abre una puerta de esperanza que, por lo menos, les garantiza la escolarización hasta la finalización de sus estudios de primaria. Para poder llevar a cabo el principal objetivo del Preventorio, cuentan con dos instalaciones relevantes.
Una es el edificio destinado a la residencia, donde el medio centenar de internos comparten habitaciones, salas de juego y diversas estancias comunes donde comer y asearse cada día. Además de esta primera edificación, cuentan también con el colegio público Nuestra Señora del Amparo dentro de su parcela. Este, por ser un centro como cualquier otro que imparte educación infantil y primaria, está subvencionado por la Generalitat. Tiene alguna particularidad más allá del entorno de ayuda social en el que se encuentra.
Ofrecen el añadido de contar entre su personal docente con un educador de signos en sus clases, para así ayudar y facilitarle la labor a los jóvenes que padecen alguna discapacidad y requieren unas necesidades complementarias para poder estar al nivel del resto de sus compañeros.
Ambos servicios los desarrollan el voluntariado que se presta, los educadores sociales y los profesores. Todos ellos tienen la labor de, más allá de las tradicionales clases estipuladas, trabajar con los pequeños su atención anímica.
Tienen muy presente de dónde proceden y de que sus familias son círculos desestructurados en la mayoría de los casos. Los profesionales se adaptan de manera personal a las características particulares de cada uno. Como marcan las instituciones, los internos solo pueden estar en el centro de lunes a viernes y deben volver con sus familias durante el fin de semana.
Esto supone, en muchas ocasiones, un problema por las dificultades de los padres, pero este tipo de servicios sociales estipulan que solo pueden permanecer en el centro en días y horarios escolares.
Así como el colegio está sufragado por la Conselleria, la residencia del Preventorio y todos los otros gastos corren a cargo de la Fundación. Esta sobrevive gracias a las donaciones y ayudas que recibe de la sociedad civil, de las empresas que lo consideran oportuno y en una mínima parte de la administración pública local.
El gasto total de esta asociación de ayuda llega a los 200.000 euros anuales aproximadamente. De esta cuantía considerable, el Ayuntamiento de Gandia les aporta una bonificación de alrededor de 12.000 euros cada año. Por lo tanto, casi al completo se ven en la obligación de fomentar varias campañas sociales de todas las formas posibles, ya sea mediante los medios de comunicación como con acciones conjuntas con otras asociaciones que se presten a colaborar por la causa.
Fuentes de la dirección del centro aseguran a LAS PROVINCIAS que existe «una gran sensibilidad de los ciudadanos y una notable concienciación para ayudar». Con esta financiación incierta durante muchos periodos del año, existen numerosos problemas para hacer frente a circunstancias tan cotidianas como las filtraciones de agua en la residencia por ubicarse en un entorno montañoso. Según añaden, si dispusieran de mayor liquidez podrían disponer de más personal contratado y menos voluntariado «para aumentar la calidad de los servicios»
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