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Un grupo de jóvenes rueda una escena del corto de terror en Ador. LP

Una de terror contra la violencia escolar

30 jóvenes ruedan un corto para alertar del daño del acoso y las agresiones LGTBI. El cineasta Antonio Dyaz escoge Ador para realizar el metraje en sólo 24 horas donde los chavales graban las escenas con móvil y en grupos burbuja

Martes, 22 de junio 2021

Un grupo de 30 jóvenes de la Safor entra en un campamento para corregir su conducta tras cometer agresiones de todo tipo a otros chavales. ... Podría ser un hecho real, pero lo cierto es que el inicio de un cortometraje de terror que se ha rodado en menos de 24 horas en el Albergue de Ador.

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En la obra, titulada 'Hellphone' y dirigida por el cineasta y escritor Antonio Dyaz, han participado estudiantes de varios institutos de la comarca de la Safor: Gandia, Bellreguard y Tavernes, entre otros. Todos lo han hecho de forma voluntaria y sabiendo cuál es el fin de esta pieza fílmica, que ellos mismos han grabado con ocho teléfonos móviles, además de lentes y trípodes.

«Es un corto de terror. Lo cierto es que es una película dentro de otra película, con la que pretendemos que los jóvenes sepan qué actos violentos se están produciendo en las aulas y que se trata de conductas negativas«, precisó el director. Los 30 chavales llegaron al albergue a rodar el corto, pero también a comprender mejor el terror que supone y que generan en otras personas hechos violentos como las »violaciones en grupo, el sexting o las agresiones LGTBI«.

Correccional ficticio

El rodaje y la obra se entremezclan, «como matrioshkas», de una cosa sale otra. De hecho, los chicos y chicas llegaron al recinto el lunes a primera hora y sus padres les fueron dejando aquí como si de un correccional se tratara. «Han llegado con el móvil en la mano, es la herramienta que se ha convertido en el epicentro de la violencia en las aulas«, añadió el director.

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Ahora, dijo Dyaz, las agresiones y la mala conducta se perpetúan y hacen mucho más daño: «Se suben los contenidos violentos a aplicaciones donde todos tienen acceso y eso genera dolor en las víctimas«.

Los jóvenes llegan al campamento y lo primero que hacen es echar mano del móvil para escanear un código QR, donde se les dan las pautas de la estancia. Un grupo de monitores les recibe y empiezan las actividades para corregir su conducta: «Son, en la ficción, chavales, que han hecho daño o otros jóvenes».

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El director Antonio Dyaz en una localización y distintos momentos del rodaje. LP/Ó.D.

Todo parece que va a ir bien, pero las cosas empiezan a torcerse con la entrada de más personajes en la trama. En la historia aparece, además, la persona que costea el campamento con la intención de ayudarlos y erradicar la violencia en las aulas. Los giros inesperados no tardan en aparecer. Agresiones, maltrato y hasta una violación grupal (que no se ve) son el argumento de este metraje en un recinto «algo tétrico de por sí», precisó Dyaz. «El Albergue de Ador está en un enclave perfecto, ha sido el lugar perfecto para rodar esta obra», añadió.

La idea de este proyecto surgió en un taller de cine con móvil que impartió Dyaz: «Desde la Mancomunitat de la Safor apostaron por hacer algo similar para concienciar a los jóvenes de los institutos de la comarca«. Los chavales han grabado en grupos burbuja y casi sin guion: »Ha sido todo una aventura«. El resultado final se conocerá cuando el montador Rafa Botella, que también tiene un papel en la obra, y Dyaz junten todo el material y cierren la trama.

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