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FERNANDO MIÑANA
Lunes, 5 de mayo 2014, 13:40
Josefa Seoane (Orense, 1939) se ha tirado media vida diciendo lo que le ha dado la gana. Cuando le preguntaron por las víctimas inocentes de los atentados de los Grapo, la banda armada a la que, directa o indirectamente, pertenecen sus tres hijos, replicó sin pestañear: «Son unos hijos de puta». Cuando, rascando en su corazón, buscando una mísera sombra de bondad, se le insistió en si no podía concederles una pizca de arrepentimiento, demostró que ahí dentro esconde un bloque de hielo: «No tengo por qué pedir perdón. Cuando los terroristas de Estado me pidan perdón, hablaremos».
La vida, de todas formas, le ha puesto en su sitio. Sus hijos han pasado por casi todos los penales del país y ahora, en unas semanas, tendrá que declarar al estar imputada por el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, por un presunto delito de enaltecimiento del terrorismo. La matriarca de los Grapo tiene 75 años y lo más curioso del caso es que creció rodeada de guardias civiles. Su abuelo fue un carabinero de la Benemérita que patrulló las fronteras de Orense; su padre, Francisco Seoane, según jura y perjura, se vio obligado a acribillar a los 'maquis'; su hermano es guardia civil de tráfico, y su marido, Francisco Cela Ratón, seis años mayor que ella, murió en 1989 como subteniente del cuerpo con dos de sus hijos entre rejas. A uno de ellos, Suso, le dieron permiso. Al primogénito, Paco, no le dejaron enterrar a su padre.
Pepita Seoane vivió desde los 10 años en un cuartel. Y lejos de convertir esa vida rodeada de guardias civiles en un vínculo inquebrantable, ella lo ha transformado en un pretexto. «Cuando veo un tricornio no quisiera sentir odio, pero es así», exclamó en una entrevista concedida a un periódico, a la que se presentó vestida de Carolina Herrera mientras echaba pestes del capitalismo y el Estado opresor.
Esta mujer convertida en algo así como una heroína para los terroristas, que ha recibido hasta un homenaje público mientras sus tres vástagos dormían en la cárcel, siempre se ha mostrado desafiante. Cuando su hijo Carlos, el menor, fue apresado por la Guardia Civil en 2008, espetó: «Si viviese mi marido, esta picoletada se iba a enterar». Ese día, los vecinos del edificio del barrio coruñés de As Conchiñas, retrataron a los miembros de la familia como unas personas «normales».
A finales del año pasado, Suso Cela Seoane fue a recibir al etarra Domingo Troitiño, autor del atentado a Hipercor en Barcelona, cuando salió de la prisión de Teixeiro por la derogación de la 'doctrina Parot'. Fue el primero en saludarle, acarreó con sus bultos y, tras hacer de escudo ante la prensa, lo metió en un coche y se marcharon.
Esta mujer incorregible vive de cocinar albóndigas, tortillas y pulpo con cachelos en el Faluya, un bar de Orzán, un barrio que en los años 60 y 70 se llenó de paisanos procedente de los pueblos cercanos. Allí lo mismo cuelgan fotos de algunos terroristas que se le da una cálida bienvenida a un preso recién liberado.
Pepita Seoane no solo justifica a sus hijos o defiende los actos delictivos de los Grapo, con 84 muertos en sus conciencias según la Fundación Víctimas del Terrorismo, sino que también preside la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos. Presos políticos, su eufemismo predilecto para referirse a los terroristas, los mismos que mataron a 16 guardias civiles como su padre, su abuelo o su marido. «Choca mucho que siendo yo hija, viuda y hermana de guardias civiles me haya decantado por otra manera de pensar, pero es que fue precisamente ésta, la Guardia Civil, la que me hizo ver las cosas objetivamente. Me crié en los cuarteles de los dictadores, donde vi toda clase de torturas y palizas», dice para justificarse.
Algunos la llaman la 'mamaíña', pero Josefa Seoane es la matriarca del Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre que se fundó en 1975 en La Cavada (Cantabria). El brazo armado del Partido Comunista de España reconstituido (PCE-r), una banda asesina que también ha protagonizado secuestros tan sonados como el del presidente del Consejo de Estado Antonio Marín o el del empresario zaragozano Publio Cordón, del que nunca más se supo y con el que tampoco muestra piedad. «Hay quien dice que está vivo...».
Paco tiene 50 años y fue detenido en 2007 junto a otros cinco activistas. Acababa de salir de la cárcel de Daroca. Empezó a principios de los 80 y en 1989 protagonizó una larga huelga de hambre.
Suso se empapó de las ideas de su hermano y a los 20 años se escapó con una pistola de su padre. Durante sus 48 años ha estado más tiempo en prisión -de 1985 a 1990 y de 1990 a 2013- que libre.
Carlos es, con 40 años, el pequeño de los Cela Seoane. Fue detenido en 2008 en una operación en las provincias de Pontevedra, A Coruña, Madrid, Álava y Vizcaya. Ahora está en la prisión de Picassent.
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