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Aspecto de Malia y Sasha el día que fueron criticadas por la asesora de un congresista.

¿Como chicas en un bar?

Una asesora republicana ha tenido que dimitir por criticar a las niñas Obama. Su padre las expone, pero son intocables. ¿Quiénes son los niños de Rajoy?

daniel vidal

Domingo, 7 de diciembre 2014, 00:15

Elizabeth Lauten no pudo resistirse a la tentación y arreó un gran mordisco a la manzana prohibida. La asesora del congresista republicano Steven Fincher, de 31 años, abrió su Facebook y escribió un post incendiario sobre las hijas de Barack Obama después del tradicional indulto del pavo del día de Acción de Gracias: «Queridas Shasa y Malia, sé que estáis en la horrible adolescencia, pero intentad mostrar un poco de clase». Y para rematarlo, exigió a estas señoritas, de 13 y 16 años, «vestir como mujeres respetables, no como chicas en un bar» lucían minifaldas y botas toscas, de estilo militar. Ha sido tal la lluvia de palos que le ha caído, incluso desde las filas republicanas, que la asesora tuvo que recular, pedir perdón y, finalmente, dimitir a principios de semana. Pero no ha sido suficiente. Algunos periódicos ya han buceado en su vida privada y han publicado fotos de Elizabeth sujetando una botella con la boca en pleno frenesí nocturno, así como su historial delictivo: un robo en una tienda de ropa y un par de sanciones de tráfico, entre otras menudencias juveniles.

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El pecado capital de Elizabeth Lauten ha sido criticar a unas menores, lo que ha vuelto a reabrir un debate que se disparó con aquella inolvidable fotografía de la familia Zapatero durante su viaje a EE UU, con sus hijas Laura y Alba vestidas de góticas. La publicación de la imagen generó mil y una bromas en nuestro país, pero el entonces presidente se lo tomó muy en serio. La instantánea fue captada por el fotógrafo Lawrence Jackson durante la visita al Metropolitan Museum of Art de Nueva York, y los asesores de prensa de Obama la subieron a la web de la Casa Blanca.

De allí partió a todo el mundo. Zapatero, celoso de la intimidad familiar, solicitó la inmediata retirada de la foto y, de paso, exigió a algunas revistas y periódicos españoles, vía burofax, que no volvieran a publicarla. «Son menores», explicaba días después, cuando mostró su «profundo agradecimiento» a los medios de comunicación por haber respetado su decisión. El caso es que ya había un buen puñado de preguntas encima de la mesa: ¿Qué trato deben recibir los hijos de los líderes mundiales? ¿Hasta qué punto pueden defender la intimidad de su familia cuando son ellos quienes la exponen muchas veces para ganar imagen o incluso unas elecciones? ¿Y cuando el clan del mandatario viaja a costa del erario público? ¿Deben los medios plegarse a determinadas exigencias? Cada país es un mundo a la hora de abordar estas preguntas.

La despreocupación con que los asesores de la Casa Blanca publicaron la foto de los Zapatero sin atisbar el posterior cabreo de su invitado, es un fiel reflejo de las diferencias culturales a ambos lados del Atlántico. «En este sentido, los políticos americanos son muy distintos a nosotros, a los europeos. Ellos suelen salir siempre con sus hijos en los bailes benéficos, en las cenas, en los actos públicos... Y aquí es menos habitual», valora Antón Castromil, profesor de Opinión Pública y Comunicación Política de la Universidad Complutense.

Desde que Kennedy relanzó su popularidad con las fotos de sus hijos jugando en el Despacho Oval, no ha habido presidente en la Casa Blanca que no haya cedido al impulso de usar a sus retoños para ganarse el corazón del pueblo, mayoritariamente conservador. Eso sí, Kennedy tuvo que aprovechar un viaje al extranjero de Jacqueline, que se oponía al uso mediático de los niños. El resto de las primeras damas, en contraposición a sus maridos, han intentado defender con celo la intimidad de sus cachorros, aunque ninguna ha conseguido preservarlos por completo. Una de las que más sufrió fue Amy Carter, que tenía solo 9 años cuando su padre ganó las elecciones. Las cenas de jefes de Estado a las que estaba obligada a ir la aburrían tanto que se llevaba un libro para matar el tiempo. Luego le tocó el turno a Chelsea Clinton, de la que se mofó hasta un humorista en televisión por su aspecto físico. La sucedieron Barbara y Jenna Bush, que se hicieron famosas por sus esquinazos a los servicios secretos y sus pilladas bebiendo alcohol.

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La discreta Viri

En España, los hijos de los presidentes también han estado expuestos a los focos de la opinión pública, pero más por el afán informativo de los medios, siempre interesados por el perfil más humano de los políticos, que por móviles electorales. «Entre los pocos límites que tiene nuestra clase política, este no lo ha traspasado», observa irónico Castromil. Evidentemente, todos los vástagos de nuestros dirigentes han salido en las fotos, se han publicado sus nombres, sus edades y sus aficiones. Rajoy, que fue padre primerizo a los 44, no se ha prodigado a la hora de posar con sus dos chavales (Mariano, de 15, y Juan, de 9), aunque sí se les ha visto en algún acto público. Desde que llegó a La Moncloa, su mujer, Elvira Fernández, Viri, se ha mantenido en un discretísimo segundo plano. Y con ella, el resto de la familia. Apenas ha trascendido que los niños visten de Zara y que desayunan y cenan todos juntos. Ya advirtió Rajoy en una entrevista concedida en 2010: «Educar a los hijos es un trabajo mucho más exigente que la política».

Su colega y amigo Nicolas Sarkozy, en cambio, rompió moldes en Francia. Frente al tradicional respeto a la intimidad familiar en su país, no dudó en exhibir e incluso instrumentalizar a sus hijos menores de edad. Cuando era ministro del Interior, utilizó a su pequeño Louis para brindar a la prensa rosa una réplica de la famosa imagen de Kennedy, precisamente, la que le muestra con su hijo John John bajo la mesa del Despacho Oval.

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Aunque el colmo de los colmos de la explotación político-filial se produjo en 2004, cuando Sarkozy fue nombrado líder de los conservadores y su chico, que ya había cumplido los 7 años, cerraba un vídeo apologético con la frase: «Buena suerte, papá». Muy conmovedor. François Hollande, en cambio, ha intentado mantener al margen de su vida pública a sus cuatro hijos, ya creciditos, aunque los líos amorosos de papá les han obligado a salir a la palestra más de una vez.

Quien marcó profundamente la vida y la carrera de su padre fue Ivan, hijo David Cameron, que falleció en 2009 con 6 años. Ivan sufría parálisis cerebral y epilepsia severa desde su nacimiento, un drama del que el primer ministro británico abló varias veces en los medios, lo que le valió el reproche de sus rivales políticos. Aquel rifirrafe terminó con la desaparición de Iván : «La muerte de un hijo es una pérdida que ningún padre debería soportar», escribió el entonces jefe del Gobierno, el laborista Gordon Brown, que tiene un crío con fibrosis quística.

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¿Habrá demandas?

En Alemania, por ejemplo, sigue vigente una ley no escrita que dice que la libertad de prensa termina en la puerta del dormitorio de los políticos. Y a los políticos, a su vez, ni se les ocurre usar a su familia para conquistar la simpatía del público. Angela Merkel no tiene hijos, pero su antecesor, Gerard Schröeder, era padre de dos niñas que jamás salieron en las fotos. Algo parecido a lo que pasa en Rusia, donde las hijas de Putin, María y Katia, no aparecen nunca en los medios de comunicación. Todo lo contrario ocurre en Italia. Berlusconi hizo que la presencia pública de sus descendientes no solo no fuera normal, sino deseable. Marina y Eleonora, las mayores, han protagonizado escándalos y portadas de revistas hablando de lo divino y lo humano. Sin embargo, el nuevo primer ministro, Matteo Renzi, es más reservado con sus tres hijos pequeños, Francesco, Emanuele y Ester.

«Nos encontramos con progenitores que convierten a su prole en parte de su propia imagen. Se trata al fin y al cabo de una elección personal», recuerda Carolina Marín, abogada del despacho Dawson Cornwell, especializado en derecho de familia. «Quizá pronto veamos a hijos que demandan a sus padres por los daños causados al no haber protegido su imagen cuando eran menores». Aviso para navegantes.

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