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J.V. Muñoz-Lacuna
Jueves, 22 de enero 2015, 16:05
Kivu, uno de los ocho linces introducidos el pasado verano en fincas de la provincia de Ciudad Real dentro del proyecto Life-Iberlince, cometió el error de invadir territorio ajeno. Un error que le ha costado la vida. Su cadáver fue hallado esta semana en una finca de Almuradiel (Ciudad Real). A Kivu lo habían soltado en el vecino pueblo de Castellar de Santiago pero desde hace un mes merodeaba por la finca Navarredonda de Almuradiel donde el macho Kaplan y la hembra Kiowa en celo- estaban viviendo una apasionada y felina historia de amor. A Kaplan no debió de hacerle gracia sentir de cerca la competencia de otro macho y lo atacó.
Los linces son muy territoriales. Kaplan es enorme, pesa unos 14 kilos y es como un puma, y Kivu era muy delgado. Tuvo que hacerle trizas y dejarlo malherido. Por eso, no pudo cazar y ha muerto de hambre, explica Joaquín Benet, agente medioambiental y guarda de la finca Navarredonda. Ha sido una desgracia que nos ha dejado desmoralizados, reconoce este guarda que prefiere quedarse con el lado esperanzador del percance: Kaplan ha cubierto a Kiowa y ahora habrá que esperar a ver si ha habido suerte y se ha quedado preñada.
El triste final de Kivu se une al de otros tres de los ocho linces que fueron introducidos el pasado verano en el sur de la provincia de Ciudad Real. Kairós murió atrapado por un lazo ilegal, Kala falleció por causas que aún se desconocen y Kenitra tuvo la mala fortuna de ser confundido con un zorro durante una cacería. Son malos tiempos para una especie en peligro de extinción, un problema al que Kaplan y Kiowa son ajenos en pleno romance invernal en una finca donde no les faltan conejos y perdices para alimentarse.
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