Directo La mascletà de hoy, en directo: dispara Pirotecnia Crespo
La señora Wachtstetter , en uno de los salones del buque 'Crystal Serenity', su hogar desde el fallecimiento de su esposo.

La viuda a flote

Lee Wachtstetter, de 86 años, vive desde hace 7 a bordo de un crucero. Ha visitado ya 100 países y dado 15 veces la vuelta al mundo

julián méndez

Jueves, 29 de enero 2015, 11:52

La víspera de su muerte, el señor Mason Wachtstetter le pidió a su esposa Lee que se arrimara a su lecho. Allí le susurró al oído una frase rotunda: Dont stop cruising (No dejes de hacer cruceros). Fue su última voluntad.

Publicidad

Lee Wachtstetter enterró al marido, vendió su casa de cinco habitaciones enclavada en una finca de 40.000 metros cuadrados en Fort Lauderdale (Florida), se despidió de sus tres hijos y de sus siete nietos y se subió a bordo de un crucero de la Holland America Line dispuesta a cumplir el mandato de su esposo. Todo iba sobre ruedas hasta que el barco decidió acabar con las preceptivas sesiones de baile tras las cenas. Lee Wachtstetter hizo de nuevo las maletas... y se embarcó en el Crystal Serenity, un transatlántico de 250 metros de eslora y 13 puentes que embarca a 1.070 pasajeros que son atendidos por una tripulación multinacional de 650 personas.

Los Wachtstetter eran adictos a los cruceros. Ya se sabe, pertenecían a esa subespecie humana que adora Vacaciones en el mar, gusta de fotografiarse con el capitán de uniforme azul marino, dirigirse en tumultuoso tropel a visitar las ciudades conquistadas, como en un nuevo desembarco de Normandía, y hacer conocidos mientras se sorbe un cóctel en cubierta o se hace tiempo en la cola del bufet. En su medio siglo de matrimonio, los Wachtstetter realizaron nada menos que 89 cruceros por todo el mundo o, mejor dicho, por todos los mares del planeta.

Así que no es de extrañar que Mason pidiese a su viuda que siguiera con esa vida a flote cuando él, que se había dedicado a negocios inmobiliarios, le faltara. "Mi marido me dio a conocer los cruceros. Aunque no bailaba, fue él quien me animó a hacerlo cada noche con otros pasajeros. Ahora bailo cada velada; dos horas al menos", ha señalado la animosa señora Wachtstetter.

En el buque todos la llaman Mama Lee. "Mejor. Pocos saben pronunciar bien mi apellido", apunta la dama navegante que considera a marinos y camareros como parte de su familia. En los siete años que lleva cumpliendo los deseos de su esposo, la viuda ha realizado ya un centenar de viajes, ha visitado otros tantos países y ha completado nada menos que 15 vueltas alrededor del mundo.

Publicidad

Su presupuesto es bastante holgado. Gasta cada año 164.000 dólares (143.500 euros) en pagarse sus pasajes. Esa cantidad le da para un un camarote individual exterior con terraza, comidas y bebidas, entradas para el baile diario, pases para las películas y, cómo no, para el costo de las diversas fiestas con el capitán, hecho que viene a suponer la consecución de todas las aspiraciones de cualquier crucerista de pro.

Camino a Alaska

Contra lo que pudiera pensarse, y dada la edad de la dama, madame Wachtstetter apenas suele desembarcar para visitar las ciudades y puertos donde atraca el Crystal Serenity. Con una excepción. Cuando la proa enfila el estrecho de los Dardanelos y, al fondo, empieza a divisarse la imperial Bizancio (hoy, Estambul), la señora se acicala, se pone sus mejores zapatos de paseo y acude ineludiblemente a husmear entre los tenderetes del Gran Bazar.

Publicidad

Su otra debilidad son sus hijos y nietos, a los que visita siempre que el transatlántico llega a Miami: cinco veces el pasado año.

El Crystal Serenity es propiedad de una naviera japonesa. Tiene su base en Florida y realiza cruceros por el Mediterráneo además de travesías transoceánicas. En su plan de navegación también figura el Caribe y la travesía del Canal de Panamá. Uno de sus cruceros clásicos es el de Navidades por la Riviera mexicana y por aguas californianas. En enero de 2004 realizó su primera vuelta al mundo: un viaje de 106 días de duración zarpando de Los Ángeles y que concluyó el 5 de mayo en aguas de Nueva York.

Está previsto que en agosto del año próximo, el buque inicie un crucero de 32 días hacia Seward (en Alaska) vía Nueva York y usando el famoso paso del Noroeste, practicable con el deshielo del Ártico. Allá irá la dama.

Publicidad

Lee Wachtstetter se apunta a todos y su presencia se ha convertido ya en un clásico a bordo, algo parecido al piano de la sala de baile o a las cartas de navegación en papel que aún se conservan en el cuarto de derrota, como un vestigio de los viejos tiempos. Lo que no queda claro es qué hace la señora cuando el buque debe ser llevado al astillero para los trabajos de carenado y mantenimiento. Es de suponer que la señora Wachtstetter se busque para esos días un hotel flotante. No vaya a ser que la viuda a flote se maree por falta de oleaje, salitre y tango.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad