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LAS PROVINCIAS
Martes, 3 de febrero 2015, 20:04
Quería mostrar el amor que siente hacia su hijo, y además lo quería grabar a fuego para recordarlo de por vida. Keith Anderson, un hombre de Ontario (Canadá), se ha tatuado los dibujos que su hijo pequeño ha ido haciendo desde que tenía cuatro años, según ha publicado The Huffington Post.
Ahora, Kai tiene once años, y sus creaciones han ido evolucionando con el paso del tiempo. La piel de su padre se ha convertido en el lienzo de sus pinturas, que van desde árboles y flores, hasta un retrato de su él mismo.
El pequeño, a quien le encanta acompañar a su padre al salón de tatuajes, asegura que tratará de hacer dibujos más pequeños para que quepan en los huecos que van quedando en su cuerpo.
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