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Patatas.

China se pasa a la patata

El arroz ya no es suficiente para saciar el creciente apetito del país más poblado del mundo. Por eso Pekín quiere impulsar el cultivo de este tubérculo

zigor aldama

Lunes, 16 de febrero 2015, 11:37

Dar de comer a 1.400 millones de personas no es nada sencillo. Más aún cuando ya no se contentan con un bol de arroz. Por eso, China ha reconocido que uno de los principales retos a los que se enfrentará en la próxima década es el de alimentar a sus ciudadanos y busca una fórmula para saciar el creciente apetito de una población que se multiplica a lo alto y a lo ancho. Consciente de que el cereal chino por excelencia ya no es la única respuesta a este problema, ha decidido encontrarle un poderoso sustituto: la patata, que llegó en el siglo XVII al gigante asiático con los comerciantes portugueses. Este tubérculo no solo crece en condiciones mucho más adversas que las del arroz, sino que su cultivo también requiere un consumo muy inferior de agua, otro de los bienes que más escasean en un país que agota sus recursos naturales a marchas forzadas.

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Por todo ello, Pekín se ha propuesto duplicar para 2020 la superficie dedicada a la patata, que actualmente es de 5 millones de hectáreas. "Trataremos de alcanzar esa meta adecuando terrenos para ello y sin afectar a las tierras en las que se cultivan arroz, trigo, y maíz, porque así garantizaremos la seguridad alimentaria del país", avanzó el viceministro de agricultura Yu Xinrong, quien también mostró su deseo de que la mitad de la producción de este tubérculo se convierta en alimento básico de la población, algo que actualmente solo sucede en las zonas pobres de las provincias nororientales del país. No obstante, si quiere conseguir su objetivo, primero Yu tiene que incentivar a los agricultores para que cambien sus hábitos. Y solo existe una forma de conseguirlo: que resulte rentable. Con ese fin, Yu afirmó que se concederán ayudas a la modernización del sector agrícola, una medida que debería aumentar la productividad de la tierra hasta las 30 toneladas de patata por hectárea.

En cualquier caso, todo apunta a que, incluso si tiene éxito y consigue que los chinos dejen de ver la patata como un alimento de pobres, este vuelco en la agricultura tradicional de China no va a ser suficiente para satisfacer la demanda. No en vano, en 2012 la Organización Mundial del Comercio certificó que el país asiático se había convertido en el mayor importador de productos agroalimentarios del mundo, por delante de Estados Unidos, y el Banco Mundial estimó el año pasado que, para saciar su apetito, el Gran Dragón necesitará 670 millones de toneladas de comida en 2020, lo que supone un incremento de 70 millones.

Y lo que más aumenta es el consumo de carne, razón por la que algunas empresas chinas ya han comenzado a adquirir otras cárnicas extranjeras -entre las que se incluye Campofrío- como estrategia para asegurarse la producción. "Si solo utilizamos recursos domésticos para responder a la demanda de productos cárnicos y lácteos, las reservas de cereales chinas no darán abasto", explicó al diario The Wall Street Journal el investigador del Instituto para el Desarrollo Rural Li Guoxiang. Las estadísticas le dan la razón: en 2011 el 70% del maíz que produjo se destinó a la alimentación de ganado. "Además, la importación de alimentos supone un alivio para los problemas medioambientales del país", añadió Li.

Cerdo español

Así, resulta lógico que la principal partida en las exportaciones de España a China, con diferencia, sea la de despojos de cerdo. Al fin y al cabo, el gigante asiático consume la mitad de la producción mundial de los productos cárnicos derivados de ese animal. Y, por si fuese poco, hay otro elemento que agudiza un problema que va adquiriendo proporciones épicas: desde 1978 casi 300 millones de campesinos han abandonado el ámbito rural, y se estima que otros 200 millones lo van a hacer en las próximas dos décadas. Es una transformación que aumentará la presión sobre las zonas rurales, obligadas a mejorar considerablemente su productividad.

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Ante esta difícil coyuntura, los expertos en agricultura conminan al Partido Comunista a que mire más allá de la patata. "Es necesario consolidar las parcelas de terreno, ya que en su mayoría son de tamaño muy pequeño y resultan extremadamente ineficientes. Se debería impulsar también la creación de cooperativas que permitan a los agricultores tener un mayor control sobre los precios y que, a su vez, les formen en las mejores técnicas de cultivo", afirma Lynn Hicks, uno de los autores de Feeding China (dando de comer a China). "También es importante poner coto al desarrollo urbano que se come tierra cultivable, reducir aranceles a las importaciones agroalimentarias, evitar el despilfarro de comida que va en aumento, y minimizar el impacto medioambiental de la agricultura", enumera. En definitiva, la patata es sólo uno de los elementos que deberían llevar a un verdadero Salto Adelante en el campo. La alternativa ya la conoce China: pasar hambre.

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