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A la izquierda Borja Sémper y a la derecha Bárbara Goenaga.

Dos apellidos vascos

Borja Sémper, el 'verso libre' del PP vasco que publica poemas de amor, sale desde hace unos meses con la actriz Bárbara Goenaga, la psicóloga que el año pasado embelesó a Carlitos en 'Cuéntame'

julia fernández

Miércoles, 4 de marzo 2015, 13:16

La bomba saltó hace unos días. Y desde entonces, el teléfono de Borja Sémper, el número tres del PP vasco, no ha parado de sonar. ¿Un nuevo desencuentro en las filas de la formación conservadora? ¿Algún asunto relacionado con ese libro de poemas de amor que publica esta semana? No. Las preguntas que recibía eran mucho más personales. Los interlocutores querían saber cómo anda su corazón.

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"No confirmo", respondía el dirigente popular a este periódico. La pregunta era clara: "¿Estás con Bárbara Goenaga?". Sémper, que se confiesa bastante pudoroso para temas que no tienen que ver con su perfil profesional, entendía el interés, pero no quería ir más allá. "No voy a contribuir a esto. Me dedico a la política", se excusaba con amabilidad este verso libre del PP que va a la vanguardia del partido.

La noticia era verdad. El político de Irún y la actriz donostiarra son pareja. Él, de 39 años, fan de Joaquín Sabina, amigo de Mikel Erentxun y admirador del poeta comunista Luis García Montero, uno de sus referentes literarios, está separado y tiene un crío, Pablo, de 8 años, con el que es fácil verle por San Sebastián paseando en bicicleta. A Sémper, que cultiva su aspecto pulcro, le gusta hacer deporte y es un runner confeso. Ella, de 31, es hija, sobrina y nieta de artistas, estuvo casada con el también actor Óscar Jaenada, al que enseñó euskera y con quien tuvo un hijo. Con el pequeño pasa todo el tiempo que le dejan sus papeles en el cine y la televisión. El último es el de Ane, en Picadero, un filme de Ben Sharock que no se ha estrenado todavía. El año pasado era la psicóloga de la serie Cuéntame que embelesa a Carlitos.

La relación se conoce ahora, pero en la capital guipuzcoana se intuía que había algo entre los dos desde Navidad. De todas formas, ambos se han cuidado mucho de guardar las formas. En el caso de Sémper, siempre ha tratado estos asuntos con naturalidad. No es raro que en una conversación distendida hable de su chaval, su auténtica pasión. Y tampoco era extraño que hiciera mención a su exmujer, María Azcárate, hija de un conocido empresario de la ciudad, con la que contrajo matrimonio en febrero de 2005 y de la que se divorció hace unos años.

Goenaga, en cambio, siempre ha sido mucho más reservada y ha huido de la prensa del corazón como alma que lleva al diablo. Eso también ha hecho que, en general, goce de cierto respeto y se especule poco sobre sus asuntos privados pese a su profesión. Con el tiempo también ha aprendido a tomarse estas cosas con menos aprensión. Hace unos meses reconocía que cada vez le importaba menos lo que se diga de ella.

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Tiene perfil en Twitter y también en Instagram, una comunidad donde los usuarios suben las fotos que hacen con sus móviles. En ambos se puede comprobar que no miente cuando dice que su vida "es muy normal". También es transparente, que no quiere decir que sea exhibicionista. El pasado San Valentín colgó una instantánea con su hijo, Aran, para felicitarle por su cuarto cumpleaños, por ejemplo. Y no esconde la devoción que le profesa a su padre, Juan Luis Goenaga, un conocido pintor vasco.

De San Sebastián a Madrid

Más difícil resulta oír a la actriz hablar de política. Aunque, eso sí, no tiene inconveniente en posicionarse ante ciertos temas. Es muy conocida su faceta como defensora del medio ambiente y de los animales. En los últimos tiempos también se ha mostrado muy beligerante con el tabaco. La pérdida de su madre hace cinco meses a causa de él le ha marcado y admite que todavía la "echa de menos cada minuto".

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Goenaga vive en el centro de San Sebastián, donde también tiene su casa Sémper. Hace años que el político dejó su Irún natal para mudarse a orillas del Urumea y es en esta zona por donde se le puede ver alternar. Desde que ETA anunciara el alto el fuego, el dirigente popular puede moverse con mayor libertad y dicen los que le conocen que vive una segunda juventud. Pese a su edad, lleva en política veinte años y ha vivido los peores momentos del terrorismo. Vio muchas veces su nombre pintado en una diana en la pared, un grafiti inequívoco de que la banda le tenía en el punto de mira.

Hasta 2011, una vez constatado el cese de la actividad de la banda, no sabía lo que era moverse sin escolta. Para liberarse de la presión se escapaba a Madrid, una ciudad que le encanta. "Es un sitio estupendo", ha dicho en más de una ocasión. Allí también huyó la actriz una temporada cuando tenía 15 años, agobiada por la fama que alcanzó al participar en la serie más veterana de la televisión autonómica, Goenkale: "Recuperé el anonimato, se me abrió el cielo".

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