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antonio corbillón
Martes, 17 de marzo 2015, 12:32
Con el mismo pundonor que demostró durante muchos años en las canchas, el mundo de la canasta espera que haya un rebote para que Lalo García pueda seguir jugando el partido de su vida. El mayor talento que ha dado el baloncesto vallisoletano desapareció hace dos semanas sin dejar rastro. Este hombretón de 1,87 de altura, vestido con un chandal, sin cartera, documentación, móvil o llaves encima, salió a dar un paseo por las inmediaciones de Arroyo de la Encomienda, en el extrarradio de Valladolid. Los últimos testigos fiables le sitúan en una cafetería enfrente del polideportivo donde vivió sus mejores días. A última hora del 4 de marzo tomó algo y ni siquiera respondió a la despedida del camarero. Desde entonces, las pistas se difuminan. Un vigilante de un aparcamiento asegura que le saludó al día siguiente, temprano, en las cercanías de la Catedral.
El próximo viernes cumplirá 44 años y la ciudad vive con la respiración contenida. Entre el miedo a la fatalidad y la confianza del "no news, good news (no hay noticias, buena noticia)", que expresa su excompañero y excuñado, Mike Hansen, portavoz de la familia. Su entorno tardó casi una semana en buscar la complicidad de los medios de comunicación, con la confianza de que todo se solucionaría de puertas para adentro. "Después pensamos que, al ser un hombre tan conocido, cualquiera podría reconocerle y dar el aviso", reflexiona Hansen.
Desde entonces, los cuerpos policiales, incluido el grupo de actividades subacuáticas y perros adiestrados, han rastreado las aguas del Pisuerga en su recorrido entre Valladolid y Arroyo de la Encomienda. "Se ha hecho por puro protocolo", trata de tranquilizar el subdelegado del Gobierno en la provincia, José Antonio García Bermejo. Al trabajo policial se han añadido las redes sociales con múltiples hastag de apoyo como #ValladolidconLalo, que se ha llenado de mensajes de exjugadores, aficionados y amigos. "Impactado por la desaparición de Lalo García mi primer ídolo y referente. Por favor que sea un susto", clamaba desde Rusia Fernando San Emeterio, más pendiente de su amigo que del partido que disputaba ayer con el Laboral Kutxa.
Caída sin fin
Gonzalo García Téllez, Lalo, personifica la caída sin fin de un deporte que había situado en los mapas a Valladolid. Debutó con 17 años y durante 13 fue el icono y gran capitán del Fórum Filatélico, aquel equipo que fichó a Arvydas Sabonis, Oscar Schmidt Becerra y a un crepuscular Juan Antonio Corbalán. Luchó en la cabeza de la ACB, estuvo cerca de algún título continental y Lalo llegó a ser ocho veces internacional con España. Las lesiones le llevaron al retiro tras la temporada 2000-2001. El día de su 33 cumpleaños (2004), el club izó su camiseta con el número 5 al techo del pabellón Pisuerga. Nadie volverá vestirla. Tampoco nadie olvidará a un jugador que "empezó en el patio de un colegio (Lourdes), alcanzó lo más alto y nunca quiso marcharse", recuerda Mike Hansen.
Cuando llegó la hora de retirarse, la vida no le trató bien. El ya exjugador se entregó con intensidad a mejorar la cartera de clientes de Fórum Filatélico, que aún patrocinaba al equipo. Convertido en accionista y gestor, Lalo estaba en la sede de esta aseguradora, en el centro de Valladolid, cuando en mayo de 2006 la policía intervino una entidad que ofrecía rendimientos del 6% con el aval de sellos sobrevalorados. La estafa millonaria atrapó a miles de familias y a una parte importante de su entorno más cercano, que invirtió con la confianza que daba un héroe deportivo. Un drama económico que el jugador vivió como un estigma personal.
Al crack mercantil le siguió el emocional. Dos divorcios, con sendos hijos de por medio y trabajados temporales sin rumbo, le llevaron de vuelta al club como director deportivo. Ni Lalo ni el equipo eran la sombra de su historial. El club perdió la categoría tras décadas en la élite. Su último tiro libre laboral fue vendiendo seguros.
El club malvive en la Liga LEB con jugadores que llevan cuatro meses sin cobrar, pero que todavía ganaron el último partido con la mente puesta en el desaparecido. "Que aparezca, que entre todos le vamos a ayudar porque hay mucha gente que le quiere", le reclama Román Montañez, capitán de lo que queda de aquel equipo que ayudó a levantar Lalo.
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