julia fernández
Lunes, 23 de marzo 2015, 13:50
"Tu ets filla daquest senyor". Con estas palabras, Pilar se enteró de quién era su verdadero padre. Se lo estaba desvelando la madre de su padrastro, Juan, después de colocarla "frente al museo de Dalí". Tenía ocho años y para entonces ya sospechaba que en su familia había algún secreto oculto. La buena señora se lo acababa de dejar claro. Estos días, Pilar Abel Martínez está en todos los medios. Hasta en los internacionales. Su abogado ha interpuesto una demanda para que se la reconozca como hija del genio catalán del surrealismo. Se dirige a los dos órganos que gestionan la herencia del pintor: el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, de quien depende la Dirección General de Patrimonio, y la Fundación Gala Dalí.
Publicidad
Las historia de esta gerundense es cuanto menos singular. Además de presentarse como hija ilegítima de Dalí, ha echado las cartas en una televisión local de Gerona, GiTv, durante más de siete años. Se hacía llamar Jazmine. También fue acusada de estafar a una clienta cuando ejercía como pitonisa a finales de 2011. La Policía creía que se había apoderado de los datos de la denunciante y contratado dos líneas de móvil que acumulaban mil euros de deuda en dos meses y medio, publicó entonces El Punt Avui.
Pilar también ha trabajado en una panadería, donde encontró dos grandes apoyos en su lucha por demostrar quién es su padre: su jefa y otro compañero. Y en mayo de 2009 firmó una demanda contra el escritor Javier Cercas, que no la conocía de nada, por atentar contra su honor. Le reclamaba 720.000 euros por construir a Conxi, la vidente alocada, basta, rubia oxigenada y con debilidad por las minifaldas de cuero y los tacones de aguja de la novela Soldados de Salamina, basándose en su historia de tarotista televisiva. Por supuesto, perdió.
La chica del servicio
Este varapalo judicial y mediático no le ha hecho desfallecer a la hora de demostrar que ella procede de Cadaqués. Fue allí, en el pueblo más oriental de la península, donde Salvador Dalí se refugió con su musa, Gala, tras volver de Nueva York a principios de los cincuenta. La madre de Pilar, Antonia Martínez de Haro, servía a unos amigos de la pareja. En una de las visitas que el artista hizo a la casa se fijó en la chica. Era 1955. Ella tenía 25 años. Él, 51. Acabaron acostándose.
Según Pilar, sus padres "vivieron un amor clandestino". Aunque si fue así, seguramente no tuvo nada que ver con el puritanismo del genio ni los celos de su musa. Los Dalí cultivaban una relación abierta, sobre todo para aquella época, en la que el régimen franquista vislumbraba la salida del aislamiento internacional que daría lugar a los gloriosos años sesenta, ya saben, la época del llamado milagro económico español y de las suecas en bikini en las playas de Torremolinos. Gala nunca escondió las relaciones extramatrimoniales que mantuvo. Y Salvador nunca se opuso a ellas, lo que alimentó su fama de vouyeur.
Publicidad
El caso es que la chica del servicio se quedó embarazada. Temerosa, quizá, de pasar a ser la señalada del pueblo por casquivana y deshonrar a su humilde familia, buscó marido. Su refugio fue Juan, un chaval de 29 años, que aceptó la situación y se casó con ella. Cuando parió, también dio sus apellidos a ese bebé, que no era otro que Pilar, claro.
Antonia y Juan siguieron con su vida y nunca hicieron mención a la historia de Dalí delante de la niña. Hasta que la suegra recelosa decidió abrir los ojos a su nietastra. Pese a todo, Antonia nunca dijo ni sí ni no a las preguntas que le formuló Pilar. "No tiraré piedras contra mi propio tejado", repetía una y otra vez. Y eso, antes de que empezara con los primeros síntomas de demencia senil. Hoy, con 84 años, "unos días dice una cosa y otros, otra", aunque, según su cuidadora y su hija, ha reconocido sucintamente el romance. Lo recoge hasta la demanda interpuesta.
Publicidad
Parecido razonable
Pilar Abel destapó su caso en 2007, después de una serie de hechos a cada cual más rocambolesco. Se sometió a dos pruebas de paternidad. La primera, en julio, en Madrid, gracias a los restos de piel y pelo que quedaron en una máscara mortuoria que le hicieron a Dalí tres médicos forenses. La segunda, en diciembre, en París, ante la mirada del hijo del secretario y biógrafo del pintor, Nicolas Decharnes.
Este test, que fue grabado en vídeo y al que asistieron tres testigos españoles, resultó rana. Las conclusiones nunca llegaron por escrito a manos de Pilar y Descharnes tardó más de dos años en contestarle a regañadientes con un lacónico: "Ha dado negativo". Sin embargo, ella está convencida de que miente y pide, incluso, desembalsamar al artista para demostrarlo. Por cierto, también dice que son igualitos: "Solo me falta el bigote".
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.