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l.a. gámez
Lunes, 23 de marzo 2015, 13:59
Mars One, el proyecto holandés para establecer una base humana en el planeta rojo en 2024, anunció hace un mes los cien candidatos finales al viaje sin vuelta al mundo vecino. Entre ellos, hay seleccionados dos españoles. Todos sueñan con ir a Marte; pero uno, el astrofísico irlandés Joseph Roche, de 29 años, ha pinchado el globo tras hablar con la periodista Elmo Keep: todo es un timo.
Los 202.586 aspirantes iniciales que cita habitualmente la empresa en sus notas de prensa se reducen, según Keep, a 2.761. Para unirse a la comunidad, sólo hay que pagar entre 5 y 75 dólares, tras lo cual la admisión es automática. A partir de ese momento, el objetivo es ganar puntos para subir en la lista de candidatos. "Los miembros de la comunidad pueden obtener esos puntos comprando cosas como camisetas, sudaderas y pósteres, así como a través de regalos y donaciones: el grupo también solicita inversiones más grandes de sus seguidores", explica Roche, uno de los cien elegidos.
La selección de astronautas ha consistido hasta ahora en que cada candidato rellene un cuestionario, grabe un vídeo y pase un reconocimiento médico con un facultativo de su gusto. Roche dice que tuvo una corta conversación por Skype con el médico del proyecto. Ni entrevistas psicológicas, ni pruebas físicas, ni nada remotamente parecido a un proceso de selección de astronautas de verdad. "No he conocido a nadie de Mars One en persona", asegura el científico, que con sus declaraciones ha roto el acuerdo de confidencialidad que suscribe todo aspirante.
Cuando a mediados de febrero Mars One hizo pública la lista de finalistas, les mandó una serie de trucos y consejos, y les pidió: "Si se ofrecen a pagarte por una entrevista, no tengas reparos en aceptar. Te pedimos amablemente que dones el 75% de tus beneficios a Mars One". Dinero, dinero, dinero. El top ten de los aspirantes se corresponde con los que han generado más ingresos al proyecto, sentencia Roche.
Desde que Mars One salió a la luz a mediados de 2012, sólo han confiado en él los más ingenuos. Nadie en la comunidad científica se ha creído nunca que pudiera hacerse realidad. Había poderosas razones para el escepticismo. A día de hoy, no existe la tecnología para mandar una misión tripulada a Marte -ni siquiera para llegar a la Luna- y tampoco se ha puesto a prueba un hábitat autosuficiente. Además, Mars One no tiene naves propias ni acuerdos con ninguna de las firmas aeroespaciales que estarían en un proyecto así.
Si hablamos del dinero, los números del proyecto holandés dan risa: cifra el coste de su primera misión a Marte con cuatro personas en 6.000 millones de dólares, que se reducirían a 4.000 para cada uno de los siguientes vuelos. Algo ridículo, cuando sólo la misión del todoterreno Curiosity de la NASA está presupuestada en 2.500 millones y el programa Apollo, que puso al ser humano en la Luna, costó en una década unos 200.000 millones actuales.
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