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fernando iturribarría
Miércoles, 15 de abril 2015, 12:51
Tensión diplomática entre el Papa Francisco y el presidente François Hollande. El cargo de embajador de Francia ante la Santa Sede lleva vacante tres meses. Laurent Stefanini, el candidato designado por París, todavía no ha recibido el plácet vaticano, un prolongado silencio equivalente a negativa en el codificado lenguaje pontificio. La prensa francesa atribuye el rechazo a la homosexualidad del aspirante. Un perfil que no sería bienvenido en Roma, donde todavía escuece la legalización de las bodas gais por la izquierda gala.
Bruno Joubert, el anterior embajador francés, regresó a París en marzo tras un mandato de tres años. Debía sucederle Stefanini, nombrado por el Consejo de Ministros del 5 de enero. Fue un deseo personal del presidente francés, el socialista François Hollande. El elegido ejerce como jefe de protocolo en el palacio del Elíseo, donde preparó la visita de Estado de los Reyes suspendida a la postre por la catástrofe aérea de los Alpes.
Cuenta el semanario Le Canard Enchaîné que la víspera el primer ministro, Manuel Valls, advirtió a Hollande acerca del «interés de una provocación». El jefe del Gobierno guardaba el recuerdo del precedente de 2008. El Vaticano rechazó entonces el nombramiento del también homosexual Jean Loup Kuhn-Delforge, actual embajador de Francia en Grecia. En París mandaba el conservador Sarkozy y en Roma, Benedicto XVI. Tras diez meses de silencio catedralicio, los franceses se rindieron a la evidencia de que el diplomático gay era vaticano-incompatible.
A diferencia de aquel colega vetado, Stefanini no está casado ni acogido a la ley de parejas de hecho entonces vigente como solución única para las parejas del mismo sexo. Soltero y sin hijos, es católico practicante y dice ser devoto de las virtudes cristianas de la templanza y la caridad. Nunca ha ocultado su homosexualidad. Tampoco cuando fue el número dos entre 2001 y 2005 de la Villa Bonaparte, sede de la Embajada francesa ante la Santa Sede. Entonces dejó un grato recuerdo en Roma donde se ocupaba de las relaciones con la curia. De regreso a París pasó a ser consejero para asuntos religiosos en el Quai de Orsay, el palacete del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Alguna alma poco caritativa se ha encargado de propalar la inconveniencia de su orientación sexual para el puesto que ambiciona. Los tiros apuntan a Ludovine de la Rochère, portavoz de La Manifa para Todos, plataforma de la oposición católica al matrimonio gay. Pero ha desmentido tajantemente haber intervenido ante el nuncio apostólico contra el nombramiento.
El diario católico La Croix asegura que el cardenal Jean-Louis Vingt-Trois, arzobispo de París, ha mediado a favor de Stefanini. El periódico afirma que Hollande no cambiará de opinión. En una conversación privada, el presidente dijo que su elegido es «uno de nuestros mejores diplomáticos y tiene todas las cualidades requeridas para el puesto». Pero Valls ya promueve otras candidaturas alternativas ante el obstat del Vaticano.
Según el Canard, Hollande no oculta que le gustaría contar con la participación del Papa Francisco en la próxima cumbre mundial del clima que tendrá lugar en diciembre en París. El diario Le Monde apunta que el Pontífice ha decidido congelar el asunto irritado por la agitación que lo rodea. No olvida citar la frase papal pronunciada en julio de 2013: «Si una persona es gay y busca al Señor, ¿quién soy yo para juzgarla?».
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