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Romano Liberto van der Dussen antes de entrar en prisión.
Un preso libre de culpa

Un preso libre de culpa

Un holandés condenado en España hace once años sigue entre rejas a pesar de que el ADN prueba su inocencia

borja olaizola

Viernes, 22 de mayo 2015, 20:46

Incompetencia, negligencia, desidia... Al abogado Silverio García Sierra se le agota el vocabulario cuando trata de encontrar un término para definir el comportamiento de la Justicia española con uno de sus clientes, el holandés Romano Liberto van der Dussen. "Si ya es un tremendo error que un hombre se haya pasado once años de su vida en prisión por delitos que no cometió, es incomprensible que siga allí después de que hayan surgido pruebas que avalan su inocencia", sostiene.

El de Van der Dussen, que tiene ahora 42 años, es uno de esos casos que parecen sacados de un libro de Kafka. En 2003 residía en la localidad malagueña de Benalmádena. La heladería en la que había trabajado se cerró y se mantenía gracias al subsidio de paro que percibía de Holanda. La pesadilla en la que aún vive se activó el 2 de septiembre: ese día fue arrestado cerca de la playa como sospechoso de las agresiones sexuales sufridas por tres mujeres de Fuengirola durante la noche del 10 de agosto. Dos de las víctimas le habían identificado como el agresor en los álbumes de fotos de posibles sospechosos que les habían mostrado. Nunca había sido condenado, pero su retrato figuraba allí porque tenía antecedentes policiales por resistencia a la autoridad y por una pelea con su novia.

Las tres agresiones sexuales seguían el mismo patrón: el atacante se acercó a las chicas, de 19, 29 y 33 años, las golpeó y trató de violarlas. Ninguno de los intentos de violación, perpetrados entre las cuatro y media y las seis de la madrugada, llegó a consumarse debido a la aparición de vecinos o coches en los escenarios de los ataques. Los investigadores consiguieron localizar restos de ADN del agresor en una de sus víctimas. El sospechoso fue sometido a una rueda de reconocimiento y dos de las agredidas dijeron reconocerle aunque una de ellas manifestó más tarde sus dudas. El reconocimiento, asegura el abogado del holandés, carecía de validez porque las otras tres personas con las que fue confrontado eran de rasgos morenos y en nada se parecían a él.

El sospechoso fue encontrado culpable después de que en el juicio dos de las víctimas y una testigo asegurasen que había sido el agresor. La Audiencia de Málaga le condenó a quince años de prisión sin valorar circunstancias como que el ADN hallado no coincidía con el suyo y sin tomar declaración a los tres testigos con los que el acusado dijo haber pasado la noche de autos. Tampoco se analizaron las huellas dactilares de un bolso y una cartera que el agresor había robado a sus víctimas y que habían sido posteriormente recuperados.

Palizas e insultos

Una condena por violar a mujeres indefensas es una de las peores etiquetas que le pueden colgar a uno a la hora de entrar en la cárcel. En el código no escrito que rige en las prisiones eso equivale a que hay vía libre para hacer la vida imposible al nuevo preso. El holandés tuvo oportunidad de comprobarlo: en cuanto cruzó la puerta de la cárcel después de haber sido condenado en firme le llovieron palizas, insultos y amenazas. En los más de once años que lleva entre rejas ha pasado largas temporadas aislado sin ver a nadie para salvaguardar su integridad física. Las autoridades penitenciarias le han trasladado varias veces para minimizar el ensañamiento del que era objeto por parte de sus compañeros. Ha conocido las cárceles de Málaga, Granada, Murcia, Valencia, Castellón, Alicante y Palma de Mallorca, donde se encuentra en estos momentos. Mientras Van der Dussen cumplía su tercer año entre rejas, Scotland Yard resolvía en Londres un crimen que iba a estar estrechamente ligado a su destino: el de una modelo de 18 años que había sido violada y asesinada en septiembre de 2005. Los investigadores británicos localizaron al asesino, Mark Philip Dixie, con múltiples antecedentes por agresiones sexuales, que fue juzgado y condenado a 34 años. A su vez, trasladaron su perfil genético a Interpol por si podía servir para esclarecer alguna otra fechoría que hubiese hecho en el extranjero.

Un primer contraste realizado en marzo de 2007 por la policía científica española confirmó que el ADN del asesino inglés coincidía con el hallado en la víctima de la agresión de Fuengirola. El informe policial aconsejaba ampliar los marcadores genéticos de Dixie pidiendo una nueva muestra al Reino Unido. El holandés pensó que su pesadilla por fin había acabado. Pero a día de hoy aún no ha salido de la cárcel. La petición a la policía británica ha tardado nada menos que ocho años en cumplimentarse. "Es un caso que dibuja un retrato negro de la Justicia española", denuncia el abogado del preso, que destaca el eco que el incidente ha adquirido en la prensa holandesa: "No se creen que una cosa así pueda estar pasando en un país europeo".

Van der Dussen, mientras tanto, se siente al borde de la desesperación. El calvario de tantos años en prisión ha aflorado en forma de dolencias mentales y tiene que recibir tratamiento psiquiátrico. "Entró en la cárcel con 30 años y tiene ahora 42, le han destrozado la vida", certifica con perplejidad su letrado.

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