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yolanda veiga
Jueves, 4 de junio 2015, 20:59
Era un pollo, claro que lo era. Consulten si no el diccionario, la acepción dos (hombre astuto y sagaz) y la tres (ave que no ha mudado aún la pluma). Ramoncín, el eterno edolescente, no era entonces más que eso, un chaval de 22 años que se enfrentaba de tú a tú a cualquiera. Esa mirada entre retadora y de vuelta de todo, un rombo rojo pintado en el ojo, su seña de identidad. La otra, un pendiente en la oreja derecha -se hizo él mismo el agujero-. Un provocador, siempre dispuesto a molestar a alguien, a salir en los papeles, a que hablaran de él, mientras él hablaba de otros, blasfemaba porque entonces no era pecado: ... mirad mis ojos, oíd mis pedos, oled mi mierda y yo os pondré una etiqueta, mi firma en el culo, os pudriréis en una de mis latas, porque yo soy el rey del pollo frito.... Esta canción fue uno de los himnos del primer álbum de Ramoncín y W.C. (1978) y hacía referencia a un directivo de una discográfica, un retrato de la sordidez del negocio en el que acababa de meterse el vallecano. La gente creyó que era autobiográfico y José Ramón Julio Márquez (Madrid, 1955) cargó con el apelativo.
Hasta hoy... y han pasado 40 años. Parecen menos porque conserva el rostro aniñado y ese físico de chavalillo en forma, superada la delgadez atractiva y de estética casi enfermiza que le sujetaban los tirantes en los primeros 80. Pero está peor que nunca. Acusado de falsedad documental, apropiación indebida y administración fraudulenta en una pieza separada del caso SGAE, la Fiscalía Anticorrupción le atribuye la supuesta emisión de facturas falsas por valor de 57.402 euros y pide cuatro años y diez meses de cárcel. Además, una indemnización de 50.912 euros a la Sociedad General de Autores, de la que fue miembro de la junta directiva desde 1988 hasta 2007.
Ramoncín ha cancelado conciertos y entrevistas: "No voy a volver a subirme a un escenario en este país mientras no pueda colgar un cartel a mi espalda en el que se lea inocente", ha comunicado el artista en un nota colgada en su página web. "Llevo quince años insultado, amenazado, fusilado virtualmente (...) con el silencio cobarde del colectivo más miserable que existe, receptores de los beneficios de mi estúpido compromiso hacia ellos, de lo que me arrepiento con toda mi alma", clama en referencia a su lucha contra la piratería y los derechos de autor, lo que le costó rifirrafes sonados como el que mantuvo con Joaquín Sabina a cuenta del título del disco Carretera y top manta que publicó el jienense. También se encontró con un público en contra, que traspasó todas las líneas rojas cuando en un concierto en el Viña Rock de 2006 le tiraron cds recortados en forma de punta al escenario. Mandó a la banda a los camerinos y Miguel Ríos salió a denunciar el hostigamiento.
Ramoncín ha titulado este último post Ahora necesito silencio. Y lo ha encontrado. Un silencio que revienta los tímpanos, solo 193 me gusta en su Facebook. "No encuentro a los colegas de Ramoncín, todos con el Twitter torcido o silenciado, haciéndose un Harpo, marxistas de vía muda", les afea el periodista Julio Valdeón en la revista Efe Eme, una de las pocas voces que ha salido estos días en su defensa.
El primer porro, a los 15
"No voy a enjuiciar a nadie", advierte Julio Ruiz, conductor del programa Disco grande en Radio 3. Y luego relaja un poco la cautela: "En una lectura romántica de la historia, quién mejor para velar por los intereses de los músicos que ellos mismos". Hasta ahí. Ruiz le reconoce "un disco soberbio, Arañando la ciudad (1981"). Empezaron tomando cervezas en La Dolores, hace treinta años. "Era un tipo liso y llano como la palma de la mano". No quiere decir que no lo sea ahora, solo que él habla del Ramoncín que conoce más, el de los primeros años, que luego fue mutando en artista polifacético: cantante, presentador, tertuliano... "Desde el punto de vista de la ruptura, fue imprescindible con sus proclamas contestatarias y provocadoras".
Una actitud que mantenía arriba y abajo del escenario. Mercedes Milá le entrevistó en 1978 en TVE: Oye, ¿tú cómo te hiciste famoso antes de grabar el disco?. Bueno yo he sido famoso siempre, era el que más botellas del águila mangaba en el barrio. ¿Por qué eres tan vanidoso?. Me divierto cantidad, al que no le guste que no mire.
Dos años después, Miguel de los Santos le dedicó uno de sus Retratos en vivo, también en la cadena pública, la única televisión entonces. Contó que se crió con sus tíos y que tenía un enorme aprecio a su abuelo, que el Animal de ojos caídos, arranque de Marica de terciopelo ("una canción transgresora") y título de su libro de poemas es él, que creció en un barrio de Madrid donde "las putillas" les regalaban caramelos a los chavales, que hacían guateques en los vagones abandonados de la Renfe, que fumó el primer porro con 15 años, pero nada de drogas duras y menos aún inyectadas, y que llevaba dos meses sin una calada porque le apetecía, que había empezado a andar en bici.
"Ramoncín era un personaje infrecuente, el más rompedor", le define José Ramón Pardo, experto musical. Y eso que entonces había unos cuantos. "Pero él estuvo al margen de La Movida, que era selectiva, no podían estar todos. Había dos grupos: los babosos, representados por Nacha Pop, Los Secretos... gente que hacía cosa melódica; y los irritantes, que querían tocar las pelotas a la gente, como Alaska, Radio Futura... Los primeros hacían letras más atemporales, como La chica de ayer, que sigue teniendo plena vigencia, y los otros cantaban canciones que han perdido su valor porque expresaban el malestar de ese momento".
Ramoncín no estaba en ninguno y encontró acomodo en el punk, en el extrarradio. "Era tan provocativo como Siniestro Total, que cantaban aquello de no me toques la pirola o Tino Casal, aunque a este le metieron más en La Movida porque tenía amigos pintores, modistas... de la panda de Almodóvar". Considera Pardo que Ramoncín "no es un gran cantante", pero le atribuye "más personalidad que algunos que venden mucho. Es muy seguro de sí mismo".
«Buen tertuliano»
Un personaje más que un cantante, coinciden los especialistas consultados. No es despectivo, es un hecho, porque en los 90 se metió a presentador (condujo el concurso Lingo en La 2 de TVE entre 1993 y 1996) y a tertuliano, con destacadas apariciones en Moros y cristianos (Telecinco 1997-2001) y Crónicas Marcianas (Telecinco 1997-2005). "Como contertulio es francamente bueno", le reconoce José Ramón Pardo.
En ese tiempo se involucró en la Sociedad General de Autores, y emprendió una mediática en incansable campaña en defensa de los derechos de autor. "La SGAE se hizo gigantesca y perdió el autocontrol. Yo ahí no puedo opinar, pero ha habido desmadre, ayudas innecesarias a amigos...", opina Pardo sin citar a Ramoncín.
José María Íñigo tampoco tiene interés alguno en meterse a juez. Y opina con cierta distancia de Ramón (hubo un tiempo en que le gustaba que le llamaran así), siempre en su faceta profesional. "Es iconoclasta, protestón, un tipo de genio... Tiene su carácter". Le pedimos una anécdota y recupera un chascarrillo que cree que no le va a hacer mucha gracia al protagonista. "Tiene la medalla al mérito militar. Estando Ramoncín de guardia en el cuartel se le acercaron dos hombres. Les pidió santo y seña y al no responderle disparó, aunque no les dio. Aquello se consideró un acto de valor, aunque a él no le gusta mucho que se lo recuerden". Ahora, con la que se le ha venido encima, igual la anécdota hasta le arranca una sonrisa.
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