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Takbar Haddi inició la huelga de hambre el 15 de mayo y la abandonó el viernes pasado porque empezó a vomitar sangre.
Takbar no se rinde

Takbar no se rinde

Exige a Marruecos que investigue la muerte de su hijo, apaleado. Los médicos le han obligado a suspender la huelga de hambre, pero sigue acampada en Las Palmas

yolanda veiga

Jueves, 25 de junio 2015, 21:19

Takbar Haddi descansa recostada en un colchón tirado en el suelo porque no puede con su cuerpo. Se lo ha prestado un vecino, y Pepe el cubano, el del Pepe food, el bar de enfrente, le deja usar el baño. Hoy anuncian 24 grados de máxima y 19 la mínima, un prometedor aperitivo del verano que estrenamos oficialmente a las 18.38 horas. Pero ha habido noches de lluvia y tardes de 30 grados que ha pasado a la intemperie porque la Policía le requisó cinco días la tienda de campaña. Es su hogar desde el 15 de mayo, cuando esta mujer saharaui de 42 años inició una huelga de hambre frente al consulado de Marruecos en Las Palmas de Gran Canaria para reclamar al Gobierno marroquí que investigue la muerte de su hijo, Mohamed Lamin Haidala (21 años).

Ha aguantado 35 días tomando solo agua con azúcar, pero el viernes pasado ingresó por quinta vez en el hospital vomitando sangre. Le dejaron salir, pero tiene que comer. Su lucha continúa con una huelga de hambre en cadena en la que cada persona ayuna 24 horas. La empezó el viernes a las once de la mañana Teresa Rodríguez, diputada por Podemos en Andalucía.

Takbar ha hecho caso a los médicos, pero sigue en la calle, luchando por su hijo, que falleció el 8 de febrero, ocho días después de que cinco vecinos le dieran una paliza y le rajaran el cuello con unas tijeras. Le apalearon junto a la casa de su abuela, en El Aaiún, en el corazón del Sáhara Occidental, un territorio bajo el control de Marruecos que reclama su libertad desde 1976, cuando dejó de ser colonia española.

Saharauis y marroquíes mantienen desde entonces una precaria convivencia que a ratos estalla con episodios incomprensiblemente trágicos como el de Haidala, un activista por los derechos de su pueblo que llevaba la bandera saharaui "desde la guardería" y que se había preparado "un poco" como electricista. Sus planes pasaban por buscar trabajo en Tenerife, donde vive su familia. Su madre, Takbar, llegó a Canarias hace 11 años con su actual marido, Salah, y aquí nació Darrash, que no ha cumplido los 8 aún. Sus otros dos hijos se quedaron allí. Pero hace cinco meses, la mujer, que trabajaba limpiando un hotel de Tenerife, viajó a El Aaiún para traerse a Seifdine (18 años), de una relación anterior. Le dijo a su otro hijo, Haidala, que tenía casi listos sus papeles. El próximo viaje lo tendría que haber hecho él.

Apaño de 90.000 euros

"En su barrio hay una tienda regentada por colonos marroquíes que a menudo increpaban a la tía de Haidala, que tiene solo 20 años. Él se enfrentó a ellos. La Policía le detuvo, le llevó al calabozo y lo torturó durante cuarenta y ocho horas. Él chico se ponía la chaqueta en el cuello para parar la hemorragia y ellos se la quitaban. En el hospital le cosieron la herida, pero volvió con fuertes dolores de cabeza y le atendieron el último. Acabaron por mandarle a un hospital a 700 kilómetros de casa y murió sin que sus familiares pudieran verle", relata Ismael Emboiric, portavoz de la Plataforma Canaria de Apoyo al Pueblo Saharaui, la cabeza visible del movimiento solidario que ha generado la causa de Takbar. Respaldada también por políticos (el coordinador federal de IU, Cayo Lara, Teresa Rodríguez, dirigentes canarios, "especialmente del Partido Comunista", pero "ninguno del PP") y famosos (Javier Cámara, Fito, Adriana Ugarte...).

Pepe Viyuela; Amparo Sánchez, cantante de Amparanoia; e Iván Prado, de Payasos en rebeldía, hicieron una performance frente al Consulado de Marruecos y trataron de entregar una carta al cónsul, pero no la aceptó. Takbar también lo intentó durante dos meses en El Aaiún sin éxito. "Al día siguiente de morir su hijo viajó al Sáhara y tocó todas las puertas. El procurador del Rey en El Aaiún le ofreció 90.000 euros a cambio de que aceptara la autopsia oficial. Ella lo rechazó, exige una investigación y que le devuelvan el cuerpo de su hijo". No lo ha conseguido.

"Las autoridades marroquíes alegan que se trata de un conflicto entre familias por el pago de un alquiler, pero es mentira", denuncia Emboiric. Este periódico contactó con el consulado el viernes pero no obtuvo respuesta. "Han pedido al Ministerio de Interior de España que proteja el consulado de los activistas. Y desde hace dos semanas hay una patrulla de la Policía Nacional con dos o tres agentes las veinticuatro horas del día".

Es una suerte de pulso, uniformados con armas contra vecinos con pancartas. Porque enfrente, en la calle Pelayo esquina con Venezuela, siempre hay por lo menos 5 personas acompañando a Takbar, entre ellos Ismael, que pasa las noches leyendo o charlando, guardando el sueño inquieto de Takbar, que se despierta seis o siete veces. "Su hijo Seifdine se ha trasladado desde Tenerife para estar con ella. El pequeño sigue allí porque tiene escuela pero su padre le trae los fines de semana". Entre todos se encargan de que vuelva a comer, aunque no tenga apetito. Lo último que probó antes del ayuno fue "un poco de leche con gofio".

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