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Lobillo, con su jefe, el comisario Arias Cañete. Es cordobesa y tiene 46 años.
La fiel escudera de Cañete

La fiel escudera de Cañete

es la mano derecha del comisario español en Bruselas, quien la 'reclutó' tras trabajar juntos en el Ministerio

ADOLFO LORENTE

Domingo, 16 de agosto 2015, 23:49

Su actuación en el debate electoral con la socialista Elena Valenciano fue, digamos, mejorable. Aquella noche del 15 de junio, el futuro comisario europeo español, Miguel Arias Cañete se vio en muchos momentos sobrepasado por el guión trazado por alguno de esos nuevos gurús de la comunicación política. Haz esto, no hagas lo otro, mira así, coloca las manos de esta otra forma... Y Cañete, dicharachero y siempre ganador en las distancias cortas, no fue Cañete. Estaba tan molesto consigo mismo que al día siguiente, para justificarse, patinó de tal forma que estuvo a punto de costarle el puesto de comisario.

Aquí algunas de sus perlas durante esa entrevista que jamás debió hacer. «Un duelo verbal con una mujer es muy complicado ya que si haces abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa», recalcó antes de asegurar que si el contrincante hubiese sido Alfredo Pérez Rubalcaba habría actuado de forma diferente ya que «nos podemos decir todas las barbaridades a la cara, pero claro, con Valenciano si soy yo mismo, me temo, pues entraría a matar porque soy muy espontáneo y a veces no soy políticamente correcto». En efecto, aquel 16 de junio no lo fue.

¿Por qué todo esto? Porque la protagonista de esta historia asegura que Miguel Arias Cañete, que fue durante meses acusado duramente de machista, no lo es. «Hace veinte años que conozco a Miguel y he trabajado directamente con él durante más de cinco. Jamás he visto en él el más mínimo detalle de machismo, más bien al contrario. Siempre ha promocionado a mujeres en cargos de responsabilidad». Quien habla es Cristina Lobillo, la jefa de Gabinete del comisario de Acción Climática y Energía de la Comisión presidida por Jean-Claude Juncker. Sí, el sostén de Cañete, sus ojos, sus manos, sus oídos en ese monstruo burocrático que es la Comisión es mujer. De Córdoba, para más señas, donde nació el 26 de julio de 1969.

Recibe en su despacho de la octava planta de edificio Berlaymont, la sede el Ejecutivo comunitario en Bruselas. Ofrece café y sonríe. Nunca para de hacerlo. Lobillo forma parte de ese reducido grupo de españoles con un enorme peso en la gestión comunitaria que sin embargo viven ajenos al foco mediático del trasiego del juego político. Desde que Juncker tomó el mando el 1 de noviembre, la Comisión ha dado un giro de 180 grados convirtiéndose en un Gobierno de 28 comisarios (ministros, uno por cada Estado miembro) fundamentalmente político. «En nuestras reuniones de los miércoles hablamos de los grandes temas, de Grecia, de Rusia, del terrorismo islámico... El resto de temas son cosa de los jefes de Gabinete», suele explicar Cañete.

Licenciada en Derecho por la Universidad de Córdoba y Siena, Cristina Lobillo, funcionaria comunitaria desde 2004, es una suerte de comisaria en la sombra. Y su día a día, como evidencia su concurrida agenda, es de locos. «Los horarios son complicados, largos días de trabajo, incluidos algunos fines de semana y, sobre todo, mucha responsabilidad. Tengo a mi cargo a 16 personas en el Gabinete del comisario y somos responsables de dos direcciones generales con 700 personas».

De Loyola de Palacio a Cañete

Su relación con Bruselas va mucho más allá de Miguel Arias Cañete. Europa siempre le llamó, como demuestra el hecho de que hiciese un postgrado sobre Economía y Derecho en el proceso de integración comunitario. Corría 1995 y ya había realizado sus primeras prácticas en la Comisión. Su aterrizaje en la arena política llegó a mediados de la década de los noventa de la mano de Loyola de Palacio, de quien fue consejera de asuntos europeos cuando era ministra de Agricultura y Pesca. Su relación con Cañete comienza en mayo de 2000, cuando toma las riendas del Ministerio y le nombra jefa adjunta de su Gabinete. Volvió a llamarla cuando el PP recuperó el poder tras los ocho años del PSOE, pero Lobillo ya era funcionaria comunitaria y decidió quedarse en Bruselas, ya que ocupaba cargos de relevancia como adjunta a la Dirección General de Comercio de la UE.

Pero Cañete, que es muy de Cristina, descolgó el teléfono y le anunció que Rajoy acababa de comunicarle que iba a ser el comisario español y que quería que fuera su jefa de Gabinete, su sostén en Bruselas. La llamada tenía trampa. La respuesta solo podía ser sí o sí. La admiración es mutua.

- Defina a Cañete.

- «Un político de gran valía, con una experiencia profesional y una capacidad de trabajo excepcionales, muy exigente y, sobre todo, una gran persona con el que es un placer trabajar».

Quizá lo más relevante no sean sus palabras sobre Cañete. Quédense con este titular: «Hay épocas de mucho frío y lluvia, y para una andaluza siempre es difícil, pero soy una gran fan de Bruselas».

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