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La sangría se reivindica

La sangría se reivindica

Ha dejado atrás su imagen modesta y chiringuitera y se reinventa en clave sofisticada. En Estados Unidos se la rifan, como en Bali, Japón y Río de Janeiro

IRMA CUESTA

Domingo, 16 de agosto 2015, 23:49

Uva española, naranjas y limones de la huerta mediterránea, agua, azúcar y canela. Esos son los ingredientes de 'Lolailo', una de esas marcas de sangría que luchan por convencernos de que también esa combinación mágica puede volver locos a los más exigentes gourmets. De momento, 'Lolailo' ya ha encadilado a los americanos, y no es una forma de hablar: se bebieron el año pasado nada menos que cuatro millones de litros y es ya la tercera marca de sangría en volumen de ventas en Estados Unidos y una de las que se ha encargado de desterrar esa imagen modesta y un tanto chiringuitera que arrastraba la bebida más castiza del verano. Esa mezcla de vino y fruta (y a veces un chorrito de licor) que cada cual preparaba en casa según sus preferencias, ya no se identifica solo con el consumo 'low cost'.

  • Ingredientes

  • 1 botella de vino tinto del año

  • 2 c/s. azúcar

  • 1 naranja cortada en pedazos gruesos

  • 1 limón cortado en pedazos gruesos

  • Zumo 1 naranja

  • Zumo 1 limón

  • 1 refresco de naranja

  • 3 dl. de moscatel de buena calidad

  • Hielos

  • Preparación En una jarra hermosa, con muchos hielos, vaciar la botella de vino. Añadimos los trozos de naranja y limón y muchos hielos, machacando el conjunto con una cuchara de madera. Entonces añadimos el azúcar, los zumos de naranja y limón y el refresco y dejamos que la mezcla macere unos minutos. Pasados, añadimos el moscatel, damos unas vueltas enérgicas y listo.

  • CURIOSIDADES

  • Efectos terapéuticos. Además de buena, va a resultar que la sangría también es sana. Muchos expertos aseguran que por la mezcla de fruta que lleva es ideal para curar o aliviar los dolores provocados por un catarro o una bronquitis; incluso que ayuda a expulsar los cálculos renales. Además, como es muy rica en fibra, es muy útil para regular el tránsito intestinal.

  • Origen dudoso. Aunque siempre se ha considerado una bebida típicamente española hay serias discrepancias sobre su origen. Hay quien sostiene que se creó por primera vez en las Antillas cuando éstas eran todavía una colonia inglesa y que, por eso, muchos piensan que fue un invento inglés que la inventaron y que la llamaron sangría inspirados en el color sangre (en español) de la mezcla que se realizaba siempre con vino español. Sin embargo, históricamente se ha reivindicado como un invento típicamente español.

  • Engorda. Lo cierto es que no es una bebida de dieta 400 calorías aproximadamente por vaso.

Quién le iba a decir a Carlos Muñecas, el artífice de 'Lolailo', que su fórmula secreta (una cosa son los ingredientes y otra muy diferente la cantidad que debe utilizarse de cada uno de ellos para conseguir el cóctel perfecto) terminaría dando la vuelta al mundo y conquistando el paladar de los yankis en poco más de una década; ni eso, ni que acabaría convertido en el mayor exportador de sangría del país.

La historia del hoy director general de Sanviver (el acrónimo de sangría, vino y vermú, y la casa madre de 'Lolailo') serviría a cualquier escuela de negocios para ofrecer pruebas de lo que uno es capaz de conseguir a golpe de perseverancia y entusiasmo.

Carlos, a quien debemos que no solo los americanos sino los japoneses, los coreanos, los griegos y los israelitas se pirren por nuestra sangría, empezó a montar su empresa cuando solo tenía 22 años y una firme voluntad de ganarse la vida. «Tenía muy claro que no trabajaría para otro; que de alguna manera encontraría la forma de sacar rendimiento directo a mi esfuerzo y estaba cansado de ver cómo mi padre elaboraba vermú para los de casa, así que un buen día le dije: 'Papá voy a vender tu vermú'. Me dijo que si estaba loco, que si había pensado en lo que me metía... en fin, esas cosas. Le contesté que sí y, de algún modo, empezó todo».

Lo que comenzó con vermú fue ampliándose a vino y sangría y en 2001, con unas botellas de la pócima secreta, Carlos y su hermano José Manuel cogieron un avión en Barajas con destino Nueva York. «Allí conseguimos colarnos en una feria que se celebraba en un centro de negocios y allí mismo contactamos con nuestro primer cliente: un distribuidor al que le dimos a probar nuestras muestras y al que acordamos mandar diez cajas gratis cuando volviéramos a España para que tratara de colocarlo. Poco después nos llamó para decirnos que un bar de Manhattan, el 'Dallas BBQ', en 241 West 42nd street, quería nuestra sangría. Así comenzó nuestra aventura americana hasta convertirnos en los mayores exportadores del producto en España».

Acuerdo europeo

Hasta finales de los setenta, la sangría era un elemento imprescindible en buena parte de las mesas españolas cada vez que el termómetro anunciaba la llegada del buen tiempo y, justo ahora que el gusto por lo nuestro parece haber revivido, la Unión Europea se ha encargado de echar una mano.

En los primeros días de 2014, la Eurocámara acordó que solo la sangría que se produzca en España y Portugal podrá usar ese nombre, dejando para el resto de los países miembros un mucho menos atractivo «bebida aromatizada a base de vino», seguida, obligatoriamente, del país de procedencia.

El acuerdo habría estado bien si no fuera porque, según Muñecas, nadie -o casi nadie- vela porque la normativa se cumpla. «Si a alguien se le ocurre producir tequila en España y llamarlo así, a los dos días tienes en la puerta a un par de mexicanos de la oficina de comercio exterior para recordarte que lo del tequila es solo cosa suya; y qué te voy a contar si en lugar de cava llamas champagne a un espumoso hecho aquí. Sin embargo, nadie protege como se debería a la sangría por mucho que ahora exista una normativa europea».

Es posible que nuestros gobernantes no estén a lo que deben, pero lo cierto es que hay muchos otros que llevan ya tiempo reivindicado la sangría como uno de nuestros tesoros patrios.

Javier de las Muelas, fundador del imperio Dry Martini y un referente en el mundo de la coctelería, lleva años diciendo a todo el que le pregunta que a él le encanta el combinado español más reconocido internacionalmente. El problema, según De las Muelas, es que tanto su receta como su momento de consumo se han vulgarizado. «La sirven en cualquier bar de costa, elaborada de cualquier manera, cuando hay que dar valor a todo lo que tenemos de bueno. En los locales que he abierto en Bali, Singapur y Río de Janeiro, uno de los cócteles más demandados es la sangría, pero elaborada con los mejores ingredientes, y siempre servida en bonitas jarras y copas. Porque la sangría es una bebida que crea un momento de comunidad y porque alrededor del comer y del beber hay algo mucho más importante: compartir», ha contado el autor de 'Cocktails & Drinks Book', en los medios en los que es colaborador habitual porque, además de empresario, es jurado en competiciones de coctelería.

55 variedades

Pero quizá, la prueba de que la sangría recupera el sitio que le corresponde esté en la carta de 'Cachitos', un restaurante de Barcelona que va por su segundo local en la avenida Diagonal y oferta nada menos que 55 tipos de sangría. Una, incluso, con champán.

Por 15 euros la copa y 75 la jarra de 1,5 litros si la idea es compartir, en 'Cachitos' te sirven una Sangría azul de Moët & Chandon que rezuma glamour.

Y es que, por mucho que a algunos les duela, de un tiempo a esta parte el consumo de vino cae casi en la misma proporción en la que crece eso que los analistas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente llaman 'otras bebidas con vino'. Según datos de 2014 publicados por el Observatorio Español del Mercado del Vino, ese año se consumieron en España una media de 19,9 litros por persona. Nada que ver con los 80 litros que trasegaba cada español con edad de trabajar en los setenta. De hecho, el año pasado el consumo de vino cayó casi el 2% mientras los 'tintos de verano', entre los que se incluye la sangría, aumentaron el 4%.

Por eso 'Lolailo', 'Lolea', 'La Tita Rivera'..., encargados de empapar de glamour y recuperar para la bebida más española un lugar preferente en las mejores mesas y barras del mundo, no paran de producir. Porque no solo los americanos y los asiáticos han redescubierto la sangría gracias a quienes, como Carlos Muñecas, recorren los cinco continentes con sus muestras invitando a sus gentes a tomar un trago. También en España crece la legión de seguidores.

Martín Berasategui (San Sebastián, 1960), que atesora nada menos que siete estrellas Michelin, es uno de ellos. «La sangría me encanta, siempre me ha gustado muchísimo», dice sin complejos. Pero es que, además, de su cocina han salido platos que incluyen ingeniosas elaboraciones con presencia de la bebida; por ejemplo, «el plato del turrón de foie gras con matices de manzana, granizado de sangría y croquante de sésamo». Pura reinvención chic de la sangría.

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