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Soria, con niños nepalíes en el valle de Manaslu, en marzo.
«Por la edad no hay que dejar de hacer nada»

«Por la edad no hay que dejar de hacer nada»

Carlos Soria: «Tengo 76 años y me he propuesto ser la persona de más edad en hollar los 14 ochomiles. Soy el único alpinista que ha escalado nueve de estas montañas después de los 60. Me gusta el mar; si tuviera un barquito de vela... Pero no me atrevo, no soy hombre de agua»

isabel ibáñez

Viernes, 21 de agosto 2015, 19:32

Se acaban de cumplir tres meses del terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que asoló Nepal y provocó unos 9.000 fallecidos, 18.000 heridos... El alpinista Carlos Soria estaba en el campo base del Annapurna cuando ocurrió todo. Habían decidido no acometer el ascenso por culpa del mal tiempo cuando...

- Sintieron crujir la montaña.

- Pues sí. Estábamos sentados, era casi la hora de comer y se movió todo, aunque el sitio era muy bueno, un campo base muy amplio sin muchos peligros a no ser que te pille el epicentro. Pero no pasó nada. Siempre tienes el mosqueo de las réplicas. Nos íbamos a marchar ya, pero el helicóptero que nos iba a sacar no podía aterrizar por el mal tiempo. Tardamos siete días en salir de allí; se nos acababa la comida, pero el arroz cunde muchísimo.

- ¿Hubo avalanchas?

- Sí, solo las oíamos porque hacía mal tiempo. Allí las hay siempre, es muy corriente. Aquel día las hubo, pero no las vimos, lo cual es peor; es mejor verlas venir. Pero no podían afectarnos a no ser que fueran de rocas de una ladera y cambiamos una tienda por si acaso. No había grandes problemas.

- Al final llegaron a Katmandú y se encontraron con el desastre...

- El centro estaba más o menos bien, con la gente en los hoteles, que estaban llenos. Pero los alrededores de Katmandú estaban muy destruidos, incluso edificios históricos muy importantes para el turismo. Y en los pueblos de alrededor ocurrieron cosas terribles. Dos de los compañeros se quedaron allí y estuvieron ayudando. Nosotros al regresar creamos una sociedad para ayudar a Nepal con la que hemos recaudado 100.000 euros en un crowfunding con la ayuda del BBVA. Además, repartimos 14.000 kilos de arroz en tres días.

- ¿Qué fue lo más impactante?

- Había en el campo base sherpas que estaban muy preocupados, llamaban a sus familias y no las encontraban. Uno había perdido a un hermano en el Everest. Tenían las casas movidas, incluso destruidas.

- ¿Y Muktu Sherpa?

- Es muy buen amigo, aunque no olvido que está ahí porque es su profesión. Hemos vivido muchos momentos juntos: llegar a la cumbre del K2, del Kanchenjunga, saber que a su hija le habían operado del corazón y había salido bien... Estaba muy preocupado por su hijo, que también es sherpa y estaba en el Everest cuando el terremoto, pero no le pasó nada. Su casa sí resultó bastante dañada.

- Se llevaron menús confeccionados por el Celler de Can Roca, el mejor restaurante del mundo. También a su repostero, Jordi Roca. Así cualquiera...

- Fue estupendo. Comida liofilizada, un lujo estar con él por allí. Nos preparó una cosa que se llama jarrete, un estofado de carne fantástico, y tortilla de patatas, crema catalana, arroz con leche, humus... Hemos comido como nunca, aunque siempre comemos bien, comida del país, pero esto era genial para la altura. También nos hizo helado de chocolate riquísimo.

- Repartieron chocolate a la taza.

- Lo repartía él con un cazo. En medio de un rincón sucio y terrible, pero maravilloso, estaba el mejor repostero del mundo. Los críos estaban encantados, era una experiencia nueva para ellos.

- Además de la montaña ¿qué otras cosas le apasionan?

- Voy a hacer un viajecito a Campello con mi mujer, Cristina, para pasar unos días en el mar, que me gusta, pero más para tener un barquito de vela. Lo que pasa es que no me atrevo porque no soy hombre de agua. Y me encanta comer paella en Alicante. Luego me voy casi un mes al Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, un sitio maravilloso donde entreno, leo, escribo... como una cárcel sin serlo. Mi vida se resuelve alrededor del entrenamiento: unas cuatro horas, esquí de fondo, bici, gimnasio...

- Vaya. ¿Y cuándo descansa?

- Intento echar la siesta porque la necesito, me tumbo como hora y media. Me gusta estar con mi familia, cuatro hijas y cuatro nietos, con amigos... Pero soy el jubilado con menos tiempo del mundo.

- Si no fuera por la edad...

- En vez de estar haciendo ochomiles por la ruta normal, haría escalada de gran dificultad. Pero me encuentro en muy buenas condiciones, así que procuraré no hacer el ridículo y convertirme en el señor mayor que a todo el mundo le da un poquito de pena. Mañana haré 70 kilómetros en bicicleta con un puertecito, pero lo más importante es que tengo ganas.

- Nunca es tarde...

- Nunca es demasiado tarde para casi nada, a no ser que te pongas metas ilógicas, pero si has dejado de hacer cosas por la edad... Pues por la edad no hay que dejar de hacer nada. Hay que vivir la jubilación en buenas condiciones. Queda mucha vida por delante y muy bonita. Está bien que los abuelos cuiden de los nietos, pero que sea puntual, sin ser esclavo.

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