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Beatriz Rojkés, en el centro, charla con la ministra argentina de Industria, Debora Giorgi (d), y la canciller colombiana, María Angela Holguin (d).

Una senadora ‘de pesos’

Beatriz Rojkés es la política más rica de Argentina después de la presidenta Cristina Fernández. Y también es malhablada: a un agricultor le llamó «vago de miércoles y animal». Luego pidió perdón

marcela valente

Sábado, 29 de agosto 2015, 22:33

Si solo cuenta lo que ella misma reconoció tener hace seis años, la senadora argentina Beatriz Rojkés es la política más rica del país después de la propia presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, aunque en el caso de Rojkés, su fortuna resulta insondable. Beatriz, de 59 años, es hija de inmigrantes judíos, logopeda de profesión y senadora por la provincia de Tucumán (de las más pobres del país), que ha estado 12 años gobernada por su esposo, José Alperovich. Él también es de origen judío y sus críticos le apodan El zar tucumano por llevar en política toda la vida y ser inmensamente rico.

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La sombra de un crimen

  • El caso de Paulina Lebbos. Alberto Lebbos asegura que Alperovich y Rojkés «encubren a delincuentes». El hombre es padre de Paulina Lebbos, una muchacha cuyo cadáver mutilado apareció junto a una ruta de Tucumán en 2006. Entre los sospechosos está un hijo de la pareja, Gabriel Alperovich, que debió someterse a un análisis genético. Fue sobreseído por falta de pruebas pero las dudas persisten. La causa, en la que hubo que apartar a un fiscal visto en casa del gobernador dos semanas después del crimen, aún no ha logrado dar con los responsables después de nueve años.

La primera dama tucumana (dejará de serlo en breve, cuando tome posesión el nuevo gobernador surgido de las recientes elecciones en la provincia) ha ejercido de presidenta argentina en funciones. Ocurrió unos días de 2012 cuando Cristina y su vicepresidente, Amado Boudou, se encontraban de viaje fuera del país.

La pareja tiene cuatro hijos, y una larga lista de familiares trabajando con ellos en el gobierno provincial. Rojkés, según su última declaración de la renta conocida, la de 2009, posee una fortuna superior a 20 millones de pesos (casi dos millones de euros), lo que la sitúa en el top five de los senadores con más dinero del país y la más rica de todas las senadoras.

En aquel documento admitía ser dueña de un solo inmueble, dinero en efectivo, depósitos bancarios, préstamos y acciones de un concesionario de coches, que lleva el nombre de su suegro, León Alperovich, y en el que Beatriz es socia mayoritaria. Cuando algunos periodistas la visitan en Tucumán, ella los recibe en la empresa. El negocio provee de vehículos a funcionarios de toda la provincia y allí puede estar una de las claves del crecimiento patrimonial de la senadora, que era de 160.000 euros antes de 2006.

Allegados de la familia aseguran que el matrimonio tiene otros negocios y bienes en Tucumán, en otras provincias e incluso fuera de Argentina. La propiedad más conocida es la casa familiar de Yerba Buena, protegida por un muro. La amplísima residencia con laguna artificial sería solo una porción de la riqueza acumulada por la pareja. Según el dirigente opositor Enrique Romero, los Alperovich son propietarios de una empresa constructora, varios edificios, campos de soja y al menos una propiedad en Punta del Este, el exclusivo balneario uruguayo donde veranean. Para otras escapadas, prefieren los paraísos de Cancún, Playa del Carmen, Cuba, Miami, o también Europa, Estados Unidos y los Emiratos Árabes.

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Romero estima en 7.500 millones de pesos (unos 700 millones de euros) la fortuna de los Alperovich. Pero no existen documentos que acrediten esta cifra tan escandalosa. Sin embargo, hace unas semanas, el inconsciente le traicionó cuando se cabreó con un agricultor del interior que protestaba porque había perdido toda su cosecha tras un violento temporal que desbordó los ríos. «No se hagan los enojados ni se pongan locos porque toda la provincia está afectada», les espetó la senadora a los lugareños de El Molino. «No es culpa mía si se viene el río», se justificó la política ante las quejas de los campesinos. El hombre, indignado, le lanzó: «Usted tiene una mansión allá, y mire acá cómo estamos nosotros», a lo que ella respondió exaltada: «Yo tengo diez mansiones, no una. Yo podría estar ahora en mi mansión, pero estoy acá pedazo de animal, vago de miércoles». A pesar de que la mujer del poderosísimo Alperovich está acostumbrada a que todo el mundo obedezca en su presencia, el agredido no se quedó atrás: «¿Vago? Ustedes son unos ladrones». Y se marchó.

La historia podía haber quedado ahí pero la presencia de cámaras que recogieron el intercambio de palabras, y la posterior repercusión en las redes sociales, hicieron del diálogo un verdadero escándalo político. El gobernador justificó a su esposa con un supuesto cansancio y aseguró que la senadora «se angustia tanto frente a la pobreza que llora de noche por los damnificados del temporal».

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Ella reconoció después en frío que no tiene diez mansiones como dijo, pero sí «un patrimonio sólido» que no sabría calcular. En cuanto al exabrupto, al menos, fue más sincera: «No tengo justificativo. Reaccioné muy mal. Respondí como una tarada».

No es la primera vez, sin embargo, que la senadora se va de la lengua. El diario Clarín publicó una lista con sus graves meteduras de pata. Así, tras la violación y asesinato de una niña de 6 años en Tucumán, justificó: «No podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha y permite que una criatura de seis años esté sola». Luego pidió disculpas.

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Otra vez recibió a Dora Yáñez, una madre cuyo hijo se había suicidado por los efectos de la droga y que le solicitaba ayuda. «Al menos ahora, Dora, vas a poder dormir tranquila, porque tu hijo no estará más en la calle».

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