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Grabado que representa al Gran Capitán en la toma del castillo de San José, en Cefalonia, año 1500.
Toledo se rinde al Gran Capitán

Toledo se rinde al Gran Capitán

El Museo del Ejército alberga una exposición con motivo del quinto centenario de la muerte de Gonzalo Fernández de Córdoba

J. VICENTE MUÑOZ-LACUNA

Viernes, 2 de octubre 2015, 07:34

Valiente, generoso, hábil para arrastrar a sus soldados y revolucionario de la táctica militar. Así han definido las crónicas a Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán (1453-1515). Una exposición sobre su vida y su influencia en la historia de España puede verse hasta el 31 de enero en el Museo del Ejército, en Toledo, con motivo del quinto centenario de su muerte, que se conmemorará el 2 de diciembre. La entrada es gratuita.

"El Gran Capitán fue el último héroe caballeresco de la Edad Media y el primer caballero del Renacimiento". Así define a Gonzalo Fernández de Córdoba el comisario de esta exposición, el coronel Jesús Ansón Soro. "Sus aportaciones al arte de la guerra, la lucha y victoria contra los ejércitos francés y otomano, muy superiores en número y armamento, permitieron defender el Reino de Nápoles y mantener el control del Mediterráneo", añade el comisario de esta muestra dividida en cinco grandes bloques: el personaje, la guerra de Granada, las dos campañas de Italia y el mito que sobrevivió a su muerte.

La exposición explica al visitante el período complejo y decisivo para la historia de España que al Gran Capitán le tocó vivir. Un período marcado por la finalización de la Guerra de los Cien Años, la aparición de Francia como potencia europea, las Guerras de Sucesión a la Corona de Castilla, la conquista de Granada por los Reyes Católicos y la creación de España como uno de los primeros estados modernos de Europa.

Su bautismo de fuego tuvo lugar en la Batalla de Albuera (24 de febrero de 1479), en la Guerra de Sucesión de Castilla, donde destacó por su valentía y destreza con las armas. Más tarde, en la Guerra de Granada llamó la atención su capacidad para dirigir a sus hombres. Esta habilidad, unida a su sensibilidad táctica y a sus dotes de negociador para las rendiciones de Loja y Granada, hizo que los Reyes Católicos le nombrasen jefe de la expedición enviada a Italia para defender el Reino de Nápoles.

La nueva organización para el combate que trasladó a sus unidades fue la base sobre la que se construirían los famosos tercios de la Infantería española que asombrarían a Europa durante más de 200 años. En concreto, dotó a la Infantería de picas y de espadas cortas y rodelas y organizó las compañías en columnas, lo que permitía aplicar el esfuerzo de los soldados en el lugar y momento más convenientes de la contienda.

La muestra que puede contemplarse en el Museo del Ejército se compone de armamento de la época -como arcabuces, piezas de artillería, armaduras o la espada que llevaba Boabdil cuando fue capturado en la Batalla de Lucena (1483)-; cuadros prestados por los museos del Prado y Zaragoza, la Casa de los Tiros de Granada y el Alcázar de Segovia, y el fondo documental de los duques de Maqueda con cartas entre el Gran Capitán y Fernando el Católico, junto a otros escritos procedentes del Archivo de Simancas.

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