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Juan Sanchis
Jueves, 19 de noviembre 2015, 20:54
En 'El hombre que mató a Liberty Valance' el director de un periódico le dice a su redactor: "Si la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda'. Con los Borja ha venido a suceder algo parecido. Su nombre ha quedado asociado a lujuria, asesinatos, poder, corrupción, violencia. Más ciencia ficción que realidad.
La historia la cuentan los ganadores. Los enemigos de los Borja se encargaron de difundir la leyenda negra que siempre ha sido más atractiva que la real Libros, películas y series han preferido recurrir a la versión más truculenta de esta familia valenciana aunque gran parte de los hechos que se les atribuyen han sido desmentidos por investigaciones históricas.
La familia Borja tuvo dos papas: Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503), su sobrino. El primero, de nacimiento Alfonso de Borja, fue catedrático de la Universidad de Lérida, diplomático de la Corona de Aragón y más tarde cardenal y Papa gracias a la influencia del rey Alfonso V el Magnánimo.
Pero la historia se ha ensañado especialmente con su sobrino. Si juzgamos con los parámetros actuales, Alejandro VI no fue un buen Papa. Tuvo hijos, practicó el nepotismo, repartió cargos a su antojo, se entrometió en querellas políticas e internacionales e incluso pudo verse involucrado en un asesinato. Pero para valorar a cualquier personaje histórico hay que intentar encuadrarlo en el momento y circunstancias en la que vivió.
En la Roma de fines del siglo XV que un cardenal fuera padre no causaba el mismo escándalo que en la actualidad. Además, el Papa, además de su dimensión espiritual, era un señor con territorios e intereses políticos. La elección, por otro lado, no era comparable a la actual e influían factores políticos.
El sobrino de Calixto (Rodrigo de Borja que tomó el nombre de Alejandro VI) afianzó su influencia en Roma gracias a su tío. Durante su mandato el Papado adquirió un gran prestigio internacional como prueba el que fuera nombrado mediador para fijar los límites español y portugués en America con el Tratado de Tordesillas. Además se benefició de diversas guerras italianas para acrecentar los territorios de Roma en la península. Hay historiadores además que resaltan su valía como político hasta el extremo de especular qué habría sucedido con Lutero si él hubiera sido el Pontífice.
Por otro lado, fue un mecenas de las artes. Encargó la reforma de San Pedro a Bramante y construyó varias obras públicas en Roma además de apadrinar a varios pintores, entre ellos a Pinturicchio, maestro de Rafael.
Rodrigo trató de consolidar el poder de su familia a través de los matrimonios. Compró el ducado de Gandia a Pedro Luis Borja, su primer vástago, al que casó con María Enríquez, emparentada con la familia real aragonesa. Al fallecer el ducado pasó a Juan de Borja, otro de sus hijos. A César le nombró cardenal y luego lo puso al frente de los ejércitos pontificios. Casó a su hija Lucrecia con un Sforza para aliarse con una de las familias más poderosas de Italia. A su muerte toda la influencia familiar en Italia se desmoronó.
La leyenda negra dibuja a César como un asesino sin escrúpulos movido por una ambición desmedida. Se le atribuye, sin pruebas, la muerte de su hermano Juan para arrebatarle el mando de los ejércitos pontificios. El único asesinato con el que parece indirectamente relacionado es el de su cuñado Alfonso de Aragón, príncipe de Salerno.
La leyenda creada en torno a Lucrecia es aún más atractiva. Presentada como una mujer lujuriosa, se la pinta como asesina y envenenadora de sus maridos. Además aparece como el vértice de un triángulo amoroso con su padre y su hermano César. Incluso hay quien dice que es la madre de Joffre, el hijo menor de Alejandro VI.
Pero los hechos no apoyan esta visión. Lucrecia Borgia contrajo tres matrimonios. El primero, con Giovanni Sforza. Parece ser que el Papa ordenó su muerte cuando la alianza familiar ya no servía a sus intereses, pero salvó la vida al huir de Roma advertido por Lucrecia. Al final, se consiguió la anulación del matrimonio.
Mientras se negociaba su segundo matrimonio permaneció en un convento donde dio a luz un hijo cuyo padre pudo ser un tal Perotto o su hermano César. Su matrimonio con Alfonso de Aragón acabó por su asesinato ordenado por César y en 1505 se caso con el duque de Ferrara con quien convivió hasta su muerte. Al parecer era amante de las artes y fue una buena madre para sus hijos.
Aunque siempre es mejor imprimir la leyenda.
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