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En 2011, Susan Sarandon con los indignados.
Sarandon de armas tomar

Sarandon de armas tomar

Con 69 años que parecen 20 menos, la actriz más combativa de Hollywood sigue empeñada en cambiar el mundo

Isabel ibáñez

Lunes, 28 de diciembre 2015, 19:52

Cómo llamar a lo de Sarandon? Más que activismo, esto es hiperactivismo. Ahora está en Grecia, junto a los bomberos sevillanos que han acudido a Lesbos para salvar a las personas que siguen cruzando el mar en su camino a Europa. Susan Sarandon (Nueva York, 1946) se acaba de embarcar literalmente en su penúltima aventura quijotesca a sus maravillosos 69 años, y no hablamos de estética, que también, sino de esa fuerza ciclogenética más propia de la juventud que la ha acompañado toda su vida. Conocimos su tendencia a meterse en problemas con aquella foto que la mostraba sonriente siendo introducida en un furgón por un cop de Nueva York; en 1999 fue arrestada junto a otras 219 personas en la decimotercera jornada de disturbios por la muerte del inmigrante guineano Amadou Diallo, abatido por 41 disparos de los policías estando desarmado. "Si no estamos aquí hoy, estamos diciendo que lo que sucedió es aceptable y normal, y creo que eso hace un flaco favor a los otros agentes. La discriminación racial no es aceptable. No creo que queramos vivir seguros a expensas de nuestras libertades civiles", dijo entonces. Suena a reciente, ¿verdad? Sí, el mundo no ha cambiado demasiado desde entonces.

Tampoco lo ha hecho Sarandon, empeñada en virar el rumbo de todo aquello que no le gusta. Y es mucho. En vez de la filosofía marxista (de Groucho), aquello de "Paren el mundo, que me bajo", optó por mover las cosas desde dentro. En la ceremonia de los Oscar de 1993 presentaba el premio al Mejor Montaje al lado de su amor más duradero, Tim Robbins, 23 años juntos llevando muy a gusto la etiqueta de pareja díscola de Hollywood. Ambos emplearon su tiempo para exigir al Gobierno de EE UU el cierre de un campo en Guantánamo para refugiados haitianos con sida. Dos días después de sus palabras, que culminaban dos años de protestas, el centro fue declarado inconstitucional y clausurado. Victoria para Susan.

En una entrevista publicada hace un año en el semanario The Talks, le preguntaban si aún creía posible enderezar nuestro planeta. "Crecí en los años 60 y 70, y como el mundo estaba cambiando había una creencia de que los EE UU seríamos parte de varias revoluciones. Se tiende a olvidar el idealismo con los años. Con la edad se vuelve más y más difícil creer en la acción, pero hay cierta cantidad de ingenuidad que te permite pensar que se pueden cambiar cosas". Y contó la historia del pediatra Benjamin Spock, que al comienzo de la guerra de Vietnam disfrutaba de un gran éxito gracias a sus libros sobre el cuidado del bebé. "Pero tuvo un momento de clarividencia cuando vio a tres madres en las escalinatas de la Casa Blanca protestando por la guerra con sus bebés en los carros, y pensó: ¿Qué estoy haciendo? Se dio cuenta de que no eran suficientes sus libros si no hablaba de la guerra. Y fue porque esas mujeres estaban all".

Más tarde, llegó el otro Guantánamo, producto del 11-S y la invasión de Irak. Sarandon también tenía algo que decir. En enero de 2007 habló así junto a Robbins y ante decenas de asistentes que pedían a gritos la destitución de Bush -cuya cara decoraba su camiseta-: "Digo a los que me dicen que estamos librando esta guerra allá para que no venga aquí: ¡Escuchad a los hijos y a las hijas de los que vuelven y a sus familias, y sabréis que la guerra se está librando aquí, en los corazones, mentes y cuerpos de los que vuelven y que ya han sacrificado tanto! ¡Avergonzaos! Es hora de aliviar a nuestros soldados del lastre de la crisis política de la guerra de Irak, y de comprometernos a cuidar a una nueva generación de norteamericanos que sufren, severamente heridos y mentalmente perturbados. Gracias".

Pezones de la década

Apoya a Obama. Está implicada en el movimiento LGBT y en la causa feminista, pese a haber sido declarada en su momento por la revista Playboy algo así como pezones de la década. Al grito de "¡Pongamos a una mujer ilustre en el billete de 20 dólares", exigió representación femenina en la moneda de su país. Fue nombrada embajadora de Unicef y trabaja con Heifer Internacional, una ong que dona animales de granja a familias que los necesitan, ya sea para trabajar como para sacar leche, huevos, carne... Y es una habitual en la lucha por el derecho al aborto. De hecho, ella misma pasó por uno: "Tuve un aborto con 20 años. Mi primer matrimonio (con Chris Sarandon) se caía a pedazos. Yo vivía un romance con otro tipo bastante loco y sabía que tener un hijo suyo no era correcto".

Durante el rodaje de El ansia junto a David Bowie, con el que tuvo un affair, sufrió una grave hemorragia que los médicos zanjaron con una imposibilidad de tener hijos, por culpa de una severa endometriosis. Pero hasta en eso venció a los elementos: fue madre a los 36 años de su hija Eva (con el director italiano Franco Amurri) y luego volvió a parir con 43 y 46 dos niños de Robbins, con el que nunca se casó por eso de ir a la contra, de vivir un amor romántico y sin ataduras que se terminó en 2009. Hasta hace unos meses salía con un empresario de 37 años que quiso participar en un reality. Pero las cámaras seguían a ambos en su día a día y ella no lo pudo soportar.

Tampoco se casa con la Iglesia: en 2011, la actriz, la mayor de nueve hermanos en una familia de católicos, llamó "nazi" al papa Benedicto XVI. Hoy muestra sus simpatías por Francisco, al que augura un futuro negro; cree que acabará asesinado "porque es el Papa del pueblo".

Ese mismo año apoyó la causa de los indignados (Occupy Wall Street) encuadrada en la crisis económica: "Hay un montón de personas diferentes aquí que quieren cambiar la enorme brecha entre ricos y pobres", dijo. Ha apoyado campañas de Greenpeace; recaudó fondos para las niñas y mujeres de Camboya víctimas del tráfico sexual; desde Nepal pidió a los turistas que viajasen allí tras el terremoto... Ya había visitado Haití tras el devastador seísmo de 2010 junto a Demi Moore y Sean Penn... Precisamente con él rodó Pena de muerte, que se acaba de hacer realidad para ella: ahora pelea para que Richard Glossip, encarcelado en Oklahoma hace 18 años por asesinato, no sea ejecutado.

Reconoce que suele liarse un porro cuando se sienta a leer un guión porque le abre la mente. Su punto de vista puede encontrarse en otra entrevista concedida el año pasado a la revista High Times, número uno sobre el consumo de marihuana: "Prefiero tener a mis hijos fumando hierba que bebiendo. Soy una firme creyente de que si más gente fumara, no solo con fines medicinales sino como estilo de vida, en lugar de beber, el mundo sería un lugar mejor. Como he explicado a mis hijos, me ayuda a tomar un descanso de una vida muy ocupada. Aunque nunca tendrás una vida muy completa si estás drogado constantemente desde una edad temprana", advierte. Buf, normal que necesite desengrasar un poco. Ah, también rueda películas.

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