Juan Miguel Mas y tres bailarinas ensayan 'El lago de los cisnes' en el Teatro Nacional de Cuba.ADALBERTO ROQUE/AFP

Una tonelada de ballet en el escenario

El grupo cubano Danza Voluminosa reúne a bailarinas obesas sin complejos. «El público se ríe al principio, pero al final siempre nos ovaciona», afirma su director

INÉS GALLASTEGUI

Miércoles, 10 de febrero 2016, 20:49

Hacen las cinco posiciones básicas del ballet, 'pliés' y 'jetés'. Alguna hasta se atreve con el 'arabesque'. Pero ni sueñan con ese espectacular vuelo que es el 'grand jeté'. No lo aguantarían sus rodillas... y posiblemente tampoco el escenario: las siete juntas y el director alcanzan la tonelada de peso. Son Danza Voluminosa, una compañía fundada hace 20 años en La Habana para bailarinas obesas.

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El grupo, que ha montado medio centenar de coreografías en los principales escenarios de Cuba, nació de la frustración. Juan Miguel Mas se formó en el Ballet Nacional de Alicia Alonso -famosa por su extrema delgadez y su rigor militar en el reclutamiento de cuerpos perfectos- y después en la compañía de Danza Contemporánea con Ramiro Guerra, donde creó su personaje del Bebé Gigante. «Pero me usaban solo en ocasiones muy puntuales y yo quería más protagonismo», explica.

Siguiendo el ejemplo del Big Ballet ruso, fundó la compañía en 1996 con un fin social -romper estereotipos, luchar contra el sedentarismo y ayudar a las personas gordas a aumentar su autoestima-, pero también artístico: «Queremos provocar al espectador desde una estética no convencional». Mas investiga cómo deben moverse los cuerpos «blandos y anchos» para producir belleza. Los pasos gráciles, casi etéreos, de los bailarines clásicos están fuera de su alcance. Los cuerpos gruesos tienen querencia por la tierra y, aunque luchen por desafiar a la gravedad, nunca pierden de vista el suelo. Los movimientos de estas mujeres orondas son más lentos, más centrados en los brazos que en las piernas, a menudo ejecutados mientras están sentadas o tumbadas.

No le tienen miedo a ningún estilo: en su repertorio hay una celebrada parodia de 'El lago de los cisnes' -con danza y mucho humor-, bailes folclóricos caribeños de fuerte raíz africana, jazz y danza contemporánea. Mas también bebe de coreógrafos estadounidenses como José Limón o Martha Graham.

En un país donde el baile es un lenguaje casi universal y cualquier pretexto es bueno para entregarse a los ritmos sensuales de la salsa, el son o el bolero, los inicios de esta compañía inusual no fueron fáciles. Al principio, la reacción del público era la risa, incluso el insulto. «No todo el mundo lo entiende. Hay quien se levanta y se va -admite el director-. La gente se ríe, pero después va viendo la seriedad del asunto; ve todo el trabajo, la elaboración que hay detrás. Al final siempre nos llevamos una ovación».

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El coreógrafo recibe un sueldo estatal, como casi todo hijo de vecino en la isla, y utiliza su apartamento de Marianao como local de ensayo. Sueña con disponer de una pequeña sala de espectáculos en la que dos elencos podrían ofrecer funciones cada noche. «Ningún grupo de turistas se iría de La Habana sin haber pasado por el teatro», garantiza.

«Las gordas no hacen ballet»

Algunas veces el Teatro Nacional de Cuba les presta su vestíbulo y los transeúntes que lo ven a través de las cristaleras creen que se trata de una clase de gimnasia para gente rolliza. Adelgazar no es la idea, pero tampoco se descarta. «Estamos en contra de la obesidad», razona el jefe. Paradójicamente, en Cuba, donde la comida está racionada y el sistema de transporte es tropicalmente disfuncional, el 44% de la población padece sobrepeso.

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Danza Voluminosa llegó a tener veinte miembros, pero ha habido bajas voluntarias y dos muertes recientes. Ahora son siete. «Siempre me gustó bailar -afirma Maylin Daza, ama de casa de 36 años y 'prima ballerina'-. Pero mi madre me decía: las chicas gordas no bailan ballet. Las personas obesas están muy estigmatizadas por la sociedad. Siempre había soñado con ser bailarina y con este grupo siento que lo soy».

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