JULIÁN MÉNDEZ
Viernes, 4 de marzo 2016, 20:17
Al principio no había dos botellas de vino iguales. Aquellas rechonchas redomas que los mejores sopladores de vidrio venecianos convertían en singulares obras de arte utilitario, eran botellas que se cuidaban y lavaban con mimo, pasando de generación en generación. Entonces eran más redondas que alargadas porque a los maestros del vidrio del siglo XVI les resultaba más fácil hinchar y rodar la masa incandescente que alargarla. Tuvieron que pasar 300 años para que, al arrimo de la Revolución Industrial, a los señores de Ricketts & Co. Glassworks de Bristol se les ocurriera mecanizar el proceso. A partir de 1821, las botellas de vino empezaron a salir niqueladas, idénticas.
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Acostumbrados como estamos a su proximidad, hechos al reciclaje (aún sin separar por colores) que permite fundir y volver a reutilizar el vidrio, concebimos estas botellas de las que aprendemos a distinguir el nombre (bordelesa, borgoñona, mágnum) como seres inmutables, poco dados a la innovación... Pero no es así.
Los envases de vino de bioplástico (PLA) son ya una realidad en el mercado del vino. La Bodega Matarromera anunciaba esta semana que ha logrado desarrollar, por vez primera en nuestro país, una «nueva botella sostenible» para sus vinos. «Es la primera fabricada en este material que reproduce el diseño de las tradicionales botellas de cristal para vino con la ventaja de ser mucho más ligera (50 gramos de peso), totalmente reciclable y con un menor impacto ambiental», señala un portavoz de la bodega de Ribera del Duero, perteneciente al Grupo Matarromera que hace de la biosostenibilidad una de sus principales banderas.
La botella de PLA es un producto desarrollado por el valenciano Instituto Tecnológico del Plástico, que ha diseñado los nuevos envases sostenibles así como los moldes. El nuevo envase, que se cierra a rosca, lleva un recubrimiento interior de óxido de silicio que lo blinda ante los gases.
Algunas unidades de Granza, el tempranillo de Ribera 2014 elaborado con uvas de agricultura orgánica, han sido ya envasadas y etiquetadas con la nueva botella. Uno de los primeros destinos de estos envases serán los países nórdicos, en concreto las aerolíneas noruegas y escandinavas que verán reducido así de forma significativa el peso del cátering que se sirve en sus reactores.
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