BORJA OLAIZOLA
Jueves, 17 de marzo 2016, 21:18
Como las islas Canarias, Tobarra se rige por un horario propio. Como un archipiélago incrustado en medio de La Mancha, la localidad albaceteña, que suma poco más de 8.000 vecinos, permanecerá con una hora menos que el resto del país cuando se produzca el cambio de horario en la madrugada del domingo 27 de marzo. El desfase solo durará un día, hasta el lunes, pero servirá para que no interfiera en su tradición de tocar el tambor de forma ininterrumpida entre las cuatro de la tarde del Miércoles Santo y las nueve de la noche del Domingo de Resurrección.
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Los tobarreños tienen a gala celebrar una de las conmemoraciones católicas más 'sonadas' de España. También más añejas: los documentos más antiguos indican que la Hermandad de la Sangre de Cristo ya existía a finales del siglo XVI y la importancia de los Franciscanos en su organización. Las cuadrillas de tamborreros que desfilan por sus calles se van alternando para hacer posible que sus instrumentos permanezcan activos nada menos que 104 horas seguidas. Es una tradición que ha dado proyección a la población, cuya Semana Santa está declarada de interés turístico nacional.
El alcalde, Pío Bernabéu, explica que solo son noticia cuando la Semana Santa coincide con el cambio de horario, el que nos traslada del invierno al verano: «Respetamos una voluntad mayoritaria de los vecinos, que quieren que se mantenga la tradición y que no se pierda una hora de toque de tambor. Con el adelanto de la hora del Sábado Santo se vería reducido a 103 horas, lo que supondría una alteración de nuestras costrumbres. Ni es la primera vez que se hace ni probablemente vaya a ser la última».
En Tobarra están incluso orgullosos de esta peculiaridad. Puede que lo de andar a deshoras durante un día no tenga el arraigo que tiene la Rompida de Calanda (Teruel), la más famosa de las celebraciones de Semana Santa que giran en torno al tambor, pero de momento la curiosidad les proporciona cierto protagonismo que les hace escalar peldaños en el siempre disputado ranking de las tradiciones religiosas. Hay que reconocer que en pocos sitios hay una veneración hacia este instrumento equiparable a la de la localidad manchega: además de haberle dedicado un museo en exclusiva, su plaza principal está presidida desde 1995 por un monumento que muestra una mano extendida que sujeta un tambor. Hay piezas que por su esmerado trabajo y delicadeza se han llegado a valorar en más de 18.000 euros.
Origen aragonés
Los estudiosos creen que esa querencia hacia la percusión les vino a los tobarreños por contagio de algunos aragoneses que se afincaron allí en la época de la Reconquista. Desde entonces esa afición se ha ido puliendo y ha desembocado en una celebración que tiene cada año mayor arraigo. La tamborrada tobarreña congrega a vecinos de todas las edades que se agrupan en cuadrillas uniformadas con hábitos en los que predominan los tonos rojos y morados.
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Antes de que los cambios de hora representasen una amenaza, el redoble ininterrumpido ya estuvo en peligro debido a un exceso de celo eclesial. En plena posguerra, un sacerdote convenció a las autoridades municipales para que dictasen un bando que prohibía a los hombres tocar durante la noche del Viernes Santo. En aquella época, hasta las radios interrumpían sus emisiones de música sacra cuando se apagaba el sol. Sin embargo, un grupo de vecinas se resistió a cumplir la orden y se echó a la calle con los tambores y las cabezas cubiertas por las capuchas que se usaban en las procesiones. Cuando la autoridad les salió al paso y descubrió que se trataba de mujeres, poco pudo hacer: alegaron que la prohibición del bando hacía referencia exclusivamente a los varones.
En la localidad albaceteña no son los únicos que se resisten a las modificaciones horarias. Turquía, por ejemplo, aplazó el pasado otoño durante dos semanas el tránsito al horario de invierno para que en las elecciones del 1 de noviembre las urnas se mantuviese abiertas antes de que se hiciese de noche. El desajuste con el resto de Europa provocó una fenomenal confusión: casi todos los ordenadores y dispositivos electrónicos estaban sincronizados de forma automática sin tener en cuenta la disposición del Gobierno.
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Miles de pasajeros perdieron sus aviones y trenes, a la vez que las consultas y los quirófanos de muchos hospitales se quedaron sin pacientes. El incidente, que provocó una enorme indignación contra el Gobierno de Erdogan, ilustra las dificultades para mantener horarios propios en un mundo cada vez más intercomunicado. Hasta ahora en Tobarra no han tenido nunca esos problemas. El tambor une más de lo que parece.
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