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Miguel de los Toyos, alcalde socialista de Eibar, ante una foto de la plaza Unzaga abarrotada el 14 de julio de 1931. :: félix morquecho

Y Eibar se levantó republicana

Fue la primera población que proclamó la II República. Revivimos aquel 14 de abril de hace 85 años de la mano de su alcalde, sobrino nieto del concejal que lideró entonces la iniciativa

BORJA OLAIZOLA

Miércoles, 20 de abril 2016, 21:27

Hay dos versiones sobre los acontecimientos que hicieron posible que Eibar fuese la primera población española en izar la bandera republicana el 14 de abril de 1931. En una, la más aceptada por la historiografía oficial, se dice que fue consecuencia del mensaje que trasladó a la recién elegida corporación (las elecciones habían sido dos días antes) el delegado del Círculo Republicano de San Sebastián, Joaquín Berasaluce, enviado para recabar información sobre el terreno en las principales poblaciones. «Las noticias eran muy confusas, los rumores sobre la marcha del rey Alfonso XIII cobraban cada vez más fuerza y la incertidumbre era muy grande», explica el historiador Jesús Rodríguez.

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Berasaluce llegó de madrugada a Eibar y localizó gracias a las indicaciones del sereno el domicilio de Juan de los Toyos, a la sazón responsable de los diez concejales del PSOE elegidos dos días antes -el nuevo ayuntamiento lo completaban otros ocho ediles republicanos y uno del PNV-. Después de una apresurada conversación se despidió de su interlocutor, aún somnoliento, apremiándole a preparar las cosas para la llegada de la república. «Todo parece indicar que mi tío abuelo, que debía estar aún medio dormido, le entendió que había que proclamar en vez de preparar y que a partir de ese equívoco se precipitaron los acontecimientos», explica Miguel de los Toyos, que es el actual alcalde de Eibar.

Los De los Toyos son una de esas familias que han mantenido una inquebrantable fidelidad a sus ideales políticos de generación en generación. Es un fenómeno relativamente frecuente en el socialismo vasco y que en Eibar, que es su capital sentimental, se vive con naturalidad. «No llegué a conocer a mi tío abuelo, que murió en el exilio, pero en mi familia ha sido siempre una gran referencia. Él y sus compañeros eran personas humildes y entregadas a sus ideales que se habían hecho a sí mismas a base de muchas lecturas y muchos sacrificios. Mi padre, que ya ha fallecido, heredó aquel compromiso y fue concejal cuando llegó la democracia. Yo seguí sus pasos y he terminado como alcalde. Para mí es un orgullo llevar su apellido y reivindicar su legado».

Pero volvamos a la madrugada del 14 de abril de 1931. Después del acelerado encuentro con Joaquín Berasaluce, De los Toyos va sacando de la cama a sus compañeros de corporación y convoca un pleno cuando aún es noche cerrada. Los rumores se propagan de puerta en puerta y todos los eibarreses se echan a la calle con la sensación de que algo muy grande está a punto de ocurrir. Una vez formalizada la decisión, los concejales salen al balcón del Ayuntamiento para comunicar la noticia e izar la enseña republicana. Son las 6,50 de la mañana, los primeros rayos del sol iluminan el edificio y la primavera estalla de golpe en Eibar. La multitud apostada en la plaza acoge con algarabía las palabras de De los Toyos, al tiempo que jalea las notas del Himno de Riego y la Internacional. Unos jóvenes se encaraman a una escala de bomberos para retirar el rótulo de la plaza, que desde entonces dejará de llamarse Alfonso XIII y recuperará su nombre anterior: Unzaga .

La amenaza del paredón

Al ahora alcalde no le cuesta mucho meterse en la piel de su pariente e imaginar la angustia que tuvo que pasar hasta que, ya de noche, llegaron las primeras noticias de que ellos no habían sido los únicos en proclamar la II República. «En aquel tiempo las cosas tardaban en saberse, así que seguro que tuvieron que pasarlas canutas mientras se despejaban todas las incertidumbres». Si el nuevo régimen no hubiese triunfado, es muy probable que los concejales hubiesen tenido que pagar su osadía entre rejas o, en el peor de los casos, en el paredón.

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Al alcalde, por cierto, le gusta más la segunda versión que circula por Eibar sobre la proclamación de la II República. Se trata de un relato «algo confuso, pero más romántico», que relaciona la decisión municipal con los rumores que fueron extendiendo unos tratantes de pescado de San Sebastián que habían llegado de madrugada al pueblo. Hay quien dice que la confusión entre los términos preparar y proclamar que encendió la mecha del proceso fue culpa de ellos. Otros aseguran que los comerciantes divulgaron con tanta convicción la falsa noticia de que San Sebastián y Bilbao eran ya republicanas que los eibarreses no tuvieron más remedio que subirse al carro.

La primavera de Eibar, como la del resto de España, fue tan efímera que el recuerdo de aquella proclamación desprende un aroma de inocencia del todo inimaginable 85 años después. «Un amigo muy mayor que vivió aquello suele decirme medio en broma: 'Vosotros ya no sois socialistas de verdad, los socialistas de verdad éramos los de antes'. Y creo que tiene toda la razón, aquella gente era de otra pasta», sonríe nostálgico el alcalde.

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