FERNANDO MIÑANA
Martes, 26 de abril 2016, 21:24
La actriz Katerina Lehou ha sido la sacerdotisa que ha prendido la antorcha olímpica con la ayuda de unos espejos parabólicos en el templo de Hera. Y allí, en la antigua Olimpia, el primero en coger el testigo de la gran marcha ha sido el gimnasta Lefteris Petrunias. Luego le ha relevado el excampeón olímpico de voleibol Giovane Gavio y así irá pasando de mano en mano hasta que los griegos cedan el fuego a las autoridades brasileñas el 27 de abril en el mítico Panathinaiko. El 3 de mayo llegará a Brasilia, donde comenzará un recorrido de 22.000 kilómetros por 335 ciudades, que acabará con el encendido del pebetero, en el gigantesco estadio de Maracaná, el 5 de agosto. Los XXVIII Juegos Olímpicos se prolongarán hasta el día 21.
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Dilma Roussef no estará en Olimpia ni en Atenas. Y hasta es posible que no llegue como presidenta a Maracaná. El Congreso brasileño ha aprobado iniciar un proceso de destitución que queda en manos del Senado, que tomará una decisión -bastará una mayoría simple- el mes próximo. El 'impeachment' llega a poco más de cien días de la inauguración y ahora lo eclipsa todo. «La gente no está muy preocupada por los Juegos. Pocos hablan de ellos. Lo importante ahora en todo Brasil es la situación política», aclara Virtudes Sánchez, autora de la página brasilmasquefutbol.com y doctora en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
El COI vive una calma tensa ante la primera cita olímpica de la historia en Sudamérica. El comité organizador asegura que las instalaciones ya están casi acabadas y que lo más retrasado de todo, el velódromo, estará listo el 31 de mayo. Pero hay voces que siembran la inquietud y que desdicen la versión oficial. El pasado fin de semana se celebró una prueba de tiro a modo de test y fue un desastre.
Los principales temores son dos: las aguas nauseabundas del puerto olímpico y el tráfico. Hace menos de dos meses, un lector envió al periódico 'O Globo' la fotografía de un brazo en aguas de la bahía de Guanabara, una especie de vertedero, junto a un texto en el que aseguraba que no era lo peor que había visto flotando. Y el regatista alemán Erik Heil regresó de una prueba en Río de Janeiro con una infección por bacterias multirresistentes en una pierna y la cadera. La organización asegura que en agosto los deportistas no tendrán nada que temer.
Promesas que no siempre se cumplen. Ahora mismo, a menos de 110 días, los cariocas sospechan que la cacareada línea de metro entre la playa de Ipanema y Barra de Tijuca, donde se ha levantado el Parque Olímpico, no estará terminada a tiempo. Y temen algo así como el gran atasco. Río de Janeiro es uno de los lugares con mayor congestión de tráfico del mundo.
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La economía se derrumba
El problema que parece remitir es el causado por el virus zika, que afecta fundamentalmente a las mujeres embarazadas. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, puede provocar en los fetos microcefalia y otros defectos cerebrales congénitos. La epidemia causó una gran alarma, aunque fuera de los grupos de riesgo el temor es menor. A la regatista española Marina Alabau, vigente campeona olímpica, le diagnosticaron el zika antes de Navidad y, según cuenta, no fue para tanto. «Es menos que una gripe, que me deja cuatro días en cama». El tiempo aquí corre a favor de Brasil. Los Juegos serán en pleno invierno austral y agosto es un mes tradicionalmente seco, lo que no favorece la cría del mosquito que transmite el virus.
Los brasileños han llegado a 2016 desencantados. En 2007 supieron que acogerían en 2014 la Copa del Mundo de fútbol y dos años después la ciudad del Cristo de Corcovado derrotó a Madrid como sede olímpica. Las expectativas económicas se dispararon y el PIB creció un 7%; pero ahora, a punto de cerrar el círculo, están decepcionados por la crisis y los chanchullos políticos, la corrupción que ha alcanzado incluso a la presidenta del país. Hasta el ministro de Deportes, el pastor evangélico George Hilton, tuvo que dejar el cargo al retirar su partido el apoyo a Roussef. Ha sido relevado por Ricardo Leyser, con experiencia en los Juegos Panamericanos.
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En medio de este ambiente de desencanto, se auguran protestas virulentas durante el recorrido de la antorcha. El próspero estado de Río se desmorona con la caída del precio del petróleo y los efectos se dejan notar en la sanidad, la educación o en el pago del salario de los funcionarios. La inflación ha superado el 10% y la moneda se ha devaluado considerablemente.
Ese desastre económico también afecta a las infraestructuras. Algunas gradas se han recortado por falta de presupuesto y la piscina olímpica se ha dejado medio descubierta. La ceremonia inaugural, la presentación de la ciudad al mundo, costará diez veces menos que la de Londres, que ascendió a 34 millones de euros. Y la Villa Olímpica, la residencia que acogerá a cerca de 10.000 deportistas, ha tenido que eliminar la televisión de las habitaciones.
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Cuanto más pobre es un país, más inseguro. Las autoridades han introducido a la Policía y al Ejército durante estos años en las favelas para, según su jerga, pacificarlas. Pero los narcos siguen en muchos morros, los cerros donde viven los más pobres de una ciudad con poca clase media, que temen por igual a los traficantes y a los agentes de la ley. 30.000 jóvenes, según Amnistia Internacional, han muerto asesinados desde 2012.
¿Y españa qué?
18-20 medallas es la previsión que ha hecho el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, para la delegación española, por encima de las 17 logradas en Londres, los anteriores Juegos Olímpicos.
España llevará a muchos de sus referentes mundiales en el deporte, como el tenista Rafa Nadal, el pívot Pau Gasol, el triatleta Javier Gómez Noya, el marchador Miguel Ángel López, la nadadora Mireia Belmonte, la regatista Marina Alabau...
No estarán los futbolistas. España no se ha clasificado para la cita olímpica ni en hombres ni en mujeres. También ha sido muy sonado que fallara la selección masculina de balonmano, que llevaba 40 años presente en esta competición.
La elección del deportista para abanderar a la selección española en la ceremonia inaugural es una incógnita. Alejandro Blanco, presidente del COE, cree que el país se lo debe a Rafa Nadal era el elegido en Londres, pero al final se lesionó y no pudo acudir.
Si hay alguien en España que puede discutirle a Nadal el privilegio de ser el elegido es Chuso García Bragado, el marchador español convertido en leyenda al clasificarse para sus séptimos Juegos Olímpicos con 46 años. También hubo quien hizo campaña por Mireia Belmonte.
La periodista Virtudes Sánchez da un consejo en materia de seguridad: «Confía desconfiando». O lo que es lo mismo, pasea pero con mil ojos, con poco dinero encima y sin ostentar. También desaconseja correr riesgos innecesarios por presumir de haber pisado las favelas. «Son peligrosas, por más que digan que están 'pacificadas'. La pacificación consiste en que la policía instala una comisaría dentro de la comunidad. Solo eso. Aún así, sigue habiendo focos de guerra entre bandas y la población está en el medio. El otro día murió un niño de 4 años por una bala perdida en medio de una lucha entre facciones rivales. Es serio, no es para tomárselo a broma».
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Los Juegos han alentado también la especulación. La favela de Vila Autódromo, cerca de la laguna de Jacarepaguá, fue desalojada por la vía de las expropiaciones, aunque todavía resisten algunos rebeldes cercados por las excavadoras, las grúas y los cortes de luz y agua. Les prometieron dinero y una urbanización de lujo que ha resultado ser una vivienda mediocre y una modesta piscina para 900 familias.
Están enfadados hasta los ecologistas, que protestan porque, en lugar de utilizar uno de los dos campos de golf existentes, han creado otro en la reserva de Marapendi, un paraje con una raras mariposas y otras valiosas especies.
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Así que el brasileño, y el carioca en particular, no está especialmente ilusionado con el mayor espectáculo deportivo del mundo. El ritmo de venta de entradas es muy inferior al de Londres o Pekín: no se ha llegado ni a la mitad de las 8,5 millones de billetes emitidos -solo una sexta parte en el caso de los Juegos Paralímpicos que vendrán después-, aunque los organizadores confían en el carácter de los anfitriones, que siempre esperan al último momento para casi todo. El fútbol, su gran pasión, puede mitigar sus penas, pero el recuerdo de la sangrante derrota (7-1) ante Alemania en el Mundial tampoco ayuda.
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