Estética. «El flequillo de Ana Gabriel lo dice todo». :: e. c.

«Hay gente en la CUP que es muy de ir a misa»

«Lo de las copas menstruales es una forma de romper con el sistema, igual que decapitar a Mas era desestabilizarlo», comenta el periodista Toni Bolaño

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 28 de abril 2016, 21:31

La CUP la ha armado esta semana al proponer que las esponjas marinas sustituyan a los támpax... Toni Bolaños (Vilanova, 1960) no está sorprendido. Este periodista catalán, ex jefe de comunicación de Josep Borrell y José Montilla, acaba de publicar 'Extremo nordeste', un libro que retrata a los integrantes de la CUP como los «últimos bolcheviques».

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¿La guerra al támpax es excentricidad o estrategia?

La CUP, como el algodón, no engaña. Lo que pretende es oponer a la verdad del sistema su propia verdad, una verdad alternativa. No es un partido político al uso. Es un movimiento. No quieren ganar unas elecciones, quieren hacer la revolución; un cambio cultural, social y político. ¿Son independentistas? Sí, pero sólo porque desestabiliza el sistema.

¿Qué se cuece dentro?

De todo. Hay libertarios, anarcocomunistas, marxistas, independentistas puros, trotskistas, antisistema, antiglobalización... En su revolución todo suma. Un conocido mío me decía que en su pueblo los de la CUP son muy de ir a misa.

¿Queeeé?

Sí, sí. Se han hecho muy capilares en la sociedad civil. Están en un 'casal' de jóvenes, en el casino, en la asociación de 'castellers', organizando la fiesta de cabezudos o en la Iglesia de base. Es un movimiento transversal.

¿Y quién está detrás de ese 'Visca el sangrado libre'?

Probablemente, solo la CUP de Manresa, porque cada CUP es un mundo, por eso están tan cómodos en el movimiento municipal. Lo de las copas menstruales no deja de ser una forma de romper radicalmente con el sistema, igual que decapitar a Mas era desestabilizarlo. De hecho, Cataluña cuatro meses después aún no se ha rehecho. En estos momentos el Gobierno catalán depende de cómo se levante la gente de la CUP y, sobre todo, Ana Gabriel.

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¿Es tan alternativa como parece?

Totalmente. Es nieta de anarquista, su madre fue militante del PSUC en una comarca minera. Y es una mujer de convicciones profundas a la que los cargos le importan poco. Son 1.750 afiliados pero viven entregados a la causa.

¿Esa es su fuerza?

Eso y que la burguesía catalana decide un día que estos eran 'nuestro chicos' y los utilizan para erosionar a ERC y al PSC. Al final la derecha ha caído en sus manos. Su gran jugada maquiavélica lo que ha hecho es destruirla.

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Usted los llama los últimos bolcheviques de Occidente.

La CUP está a la izquierda de Podemos. Ellos no tienen prisa por asaltar los cielos. Quieren salir de Europa, acuñar una nueva moneda... Venezuela es su referente y no lo esconden. El cerebro de la CUP, José Manuel Busqueta, fue asesor personal de Chávez. En la panadería de su familia hay una foto de Chávez y otra del Che.

¿Y quién los vota?

Todos tenemos algún drama, je, je... Los vota, entre otros, mi mujer.

¿Su mujer es antisistema?

No. Pero es independentista. Y la CUP ha recogido el voto de mucha gente cabreada con la corrupción y la crisis.

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¿Les ha encontrado algún tic burgués?

No. Ahí no hay gente, como en Podemos, que está en contra del capital y tiene un fondo de inversiones de 160.000 euros.

¿Y son de llevar la pegatina del burro en el coche?

Tampoco. Muchos se declaran 'ateos' de la religión nacionalista. Pero sí tienen una estética muy reconocible. Son muy de camisetas con eslogan. Cuando llegaron al Parlament lo primero que hicieron sus diputados fue hacerse una foto con el número de preso de Otegi. Su estética es similar a la de Bildu. El flequillo de Ana Gabriel lo dice todo.

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