Borrar
Urgente Un megapetardo casero hiere a un operario de la limpieza, daña patios y deja un socavón en Valencia
Una multitud con ropa naranja atestó los canales de Ámsterdam.
Holanda quiere a su rey

Holanda quiere a su rey

El cumpleaños de Guillermo viste de naranja las calles de los Países Bajos. «Aquí la gente se siente monárquica, pero este día es sobre todo una excusa para tomar un vino de más y una cerveza de más»

ANTONIO CORBILLÓN

Sábado, 30 de abril 2016, 22:02

Somos un país protestante, que se dedica más a trabajar que a celebrar la vida. Pero el Día del Rey es una fecha para tomar un vino de más, una cerveza de más... y disfrutar». Desde la distancia de Madrid y el ejemplo de un país de adopción como España, el periodista holandés Alex Tieleman (corresponsal de la cadena RTL Niews y de la revista 'Trouw') echa de menos el día más alegre del año en su tierra. La imagen de Holanda como el país naranja adquirió ayer su máxima expresión con la celebración de la onomástica de su rey, Guillermo Alejandro (Utrecht, 27 de abril de 1967).

«El Día del Rey debe dejar al resto de monarquías del mundo verde de envidia por cómo Ámsterdam y el resto de Holanda se convierten en una gran sombrilla naranja para celebrar a su familia real», se publicitaba ayer la web oficial de la capital del país. Por sus calles se perdió la española Noelia Nicolás para participar en los tradicionales mercadillos populares. Holanda, un país de comerciantes que «tiene leyes para todo», permite cada 27 de abril que todas sus plazas y calles sean como un enorme zoco árabe. Es el 'vrijmarkt', el mercado en el que vender y comprar objetos de segunda mano. «Yo he puesto mi tenderete en una calle y en apenas dos horas he sacado 50 euros vendiendo ropa a uno y dos euros», explica entusiasta Noelia desde Ámsterdam, donde reside.

La llegada de Guillermo de Orange al trono hizo cambiar la fecha de esta fiesta tradicional, aunque no afectó a su espíritu. El 'Koninginnedag' o Día de la Reina se celebra desde 1885. Cuando en 1948 llegó al trono la reina Juliana decidió instaurarlo el 30 de abril, fecha de su cumpleaños. Un día en rojo en el calendario de los Países Bajos, que sus sucesoras en la corona mantuvieron invariable. También fue la fecha que la reina Beatriz eligió en 2013 para abdicar en su hijo Guillermo. A partir de 2014, cambió de día al actual 27 de abril, cumpleaños del rey, que ayer sopló 49 velas. Ahora es el 'Koningsdag' o Día del Rey.

Aunque «no es tanto un día para la monarquía como una fiesta de familias, de comprar y vender cosas», como resume Tieleman, la jornada sirve para poner el 'termómetro' al cariño que los holandeses profesan por su familia real. Y, a pesar de «algún grupo de republicanos que se deja ver, la familia Orange son bastante queridos», reconoce desde su hogar de Granada, Sandra Verheijen.

Reside en España desde hace 15 años, y en todo ese tiempo no ha vivido el Día del Rey (ni el anterior de la Reina). En sus recuerdos, se queda con la fiesta en los pequeños pueblos donde «los niños recuperan juegos muy antiguos e incluso se venden entre ellos juguetes de segunda mano».

Aunque la primavera también ha llegado a Holanda y los prados se han llenado del intenso color de los tulipanes en flor, la previsión meteorológica hacía presagiar un día de chubascos y muy fresco. «Será el Día del Rey más frío de la historia, pero el buen ambiente en Zwolle hará que todos entren en calor», intentó animar a sus súbditos en un tuit Guillermo de Orange. Zwolle fue la localidad del norte del país a la que se desplazó toda la familia real para disfrutar de la jornada. Que no fuera 'el más frío de la historia', no tiene mérito pues apenas es la tercera edición en el calendario.

Chocolate sí, 'birra' menos

Sin embargo, los holandeses volvieron a mostrar su lado más 'latino'. «Por un día la gente pierde el sentido del ridículo. Se ponen sombreros y bufandas de todo tipo, siempre de color naranja, y he visto incluso quien se ha traído una maleta vacía para llenarla con sus compras», resume Noelia Nicolás, que lleva más de diez años trabajando en una productora de televisión. Todo este ambiente cristaliza en un enorme mercado al aire libre lleno de puestecillos de comida, ropa y muebles 'vintage' en Vondelpark, el equivalente al parque del Retiro. Para darle un aire más 'gezelling' ('acogedor' en holandés), la desapacible jornada se fue calentando a medida que la climatología abría claros en el cielo. A partir de las dos de la tarde, una multitud anaranjada compitió con el color de las aguas de los canales. Miles de personas en barca colapsaron su habitualmente fluida circulación. «En vez de un traje de color naranja, una chaqueta de esquí. Y en vez de cerveza, era el chocolate caliente el que tenía éxito», resumía en una crónica de urgencia el diario de la capital 'De Telegraaf'.

También ayudaron a templar la fiesta la profusión de pastelitos locales decorados con motivos patrios y los brindis con 'oranjebitter', un licor (por supuesto naranja) que preside todas las fiestas y comidas callejeras. El espíritu mercantil de los 'orange' ha hecho que se organicen docenas de festivales musicales y las discotecas hagan su agosto en abril. «Todo el mundo se involucra en esta fiesta loca, con la gente bailando por los canales», resumía el artista local Mari Stoel.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Holanda quiere a su rey