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JULIA FERNÁNDEZ
Lunes, 23 de mayo 2016, 21:51
Un batallón sólo de mujeres
Asema Dahir tiene 21 años y un corazón hecho escombros. Cuando debería estar disfrutando del sol en la cara, una charla con amigas y, por qué no, las clases de la universidad, lo que está es limpiando el cañón de su fusil, afinando la puntería y estudiando la posición del enemigo en el mapa. Forma parte de un batallón de mujeres de las fuerzas peshmergas, los kurdos que se enfrentan al Daesh en el norte de Irak, apostado en la ciudad de Sinjar. Son unas 30 y llevan juntas desde 2014.
Ese año, los yihadistas tomaron la zona y emprendieron su propia limpieza étnica. Empezaron por «los malos musulmanes», los yazidíes. «Se llevaron a ocho de mis vecinos y vi cómo mataban a los niños», cuenta Dahir mientras se abraza a un oso rojo, lo único que recuerda que más allá del soldado hay una chica herida donde no llegan el yodo y las gasas. La brutalidad del enemigo se cebó también con las mujeres. Las violaciones, los secuestros y las ejecuciones han sido sistemáticas. Ahora, esta brigada femenina busca la venganza por encima de todo, incluido el amor.
El ángel expulsado del paraíso
La persecución del Estado Islámico a los yazidíes se explica por la religión. Mientras los yihadistas son suníes, la corriente mayoritaria dentro del islam, los yazidíes profesan una fe que incorpora elementos de distintos credos, entre ellos el zoroastrismo. Adoran a Malak Taus, el ángel pavo real, uno de los siete que gobernaron el universo tras la creación divina, pero que fue expulsado del paraíso, por lo que algunos lo identifican con el diablo.
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