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Turistas pasean entre las ruinas del Coliseo de Roma. :: epa
Roma 'privatiza' sus monumentos

Roma 'privatiza' sus monumentos

La ciudad pasa sin empacho la gorra ante los empresarios y los enamorados del arte para que se rasquen el bolsillo y contribuyan a la restauración del patrimonio cultural

DARÍO MENOR

Sábado, 28 de mayo 2016, 14:47

Más que el Puente de los Suspiros parecía el Puente de Coca-Cola y de Bulgari. Cuando la célebre bebida de burbujas y el fabricante de productos de lujo accedieron a sufragar la restauración en el año 2010 de este monumento de Venecia estaba claro que se iban a cobrar con publicidad su contribución, pero ni los turistas ni los venecianos podían imaginarse cuán alto iba a ser el precio. Las dos empresas cubrieron con gigantescos carteles todo el puente y su entorno, consiguiendo que los visitantes casi ni olieran uno de los rincones más hermosos de la Ciudad de los Canales. Allí no había manera de disfrutar de la belleza del lugar ni de hacerse la irrenunciable foto para luego enseñársela a los amigos y familiares a la vuelta a casa. Más bien les parecía que estaban en un pasillo del aeropuerto rodeados por anuncios de publicidad.

El caso del Puente de los Suspiros se recuerda en Italia como uno de los peores ejemplos de lo duro que puede resultar el patrocinio privado para la restauración de monumentos. Este es, sin embargo, la única opción que tiene hoy el país para mantener su gigantesco patrimonio cultural. Con 43 sitios declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, más que cualquier otra nación del mundo, 60.000 yacimientos arqueológicos y casi 5.000 museos, el territorio italiano alberga probablemente el mayor tesoro cultural del Planeta. Esta inmensa riqueza supone un recurso sin par, pero también genera unos gastos sólo en conservación que las arcas públicas no son capaces de soportar. Ante la tremenda deuda pública (132% del PIB, la cifra más elevada de la UE tras Grecia) y la consecuente falta de recursos para mantener los monumentos, los mandatarios italianos se han quitado la vergüenza y pasan sin empacho la gorra ante los empresarios y enamorados del arte para que se rasquen el bolsillo y contribuyan a la restauración del patrimonio.

El Coliseo

  • donaciones

  • 25 millones de euros ha desembolsado el multimillonario italiano Diego Della Valle, dueño de las marcas de zapatos Tods y Hogan, además del equipo de la Fiorentina, para sufragar las obras de rehabilitación del Coliseo. Su iniciativa fue en un principio muy criticada por el supuesto uso exclusivo de la imagen del monumento que pretendía hacer a cambio de su apoyo económico.

  • Matteo Renzi ha aprobado que las empresas que realicen este tipo de inversiones puedan desgravar hasta un 65% del dinero empleado.

La última llamada de auxilio ha llegado del Ayuntamiento de Roma. Pide 500 millones de euros para evitar que la galopante degradación de la capital engulla a algunas de sus joyas culturales, como el Mausoleo de Augusto, la escuela de gladiadores o los Muros Aurelianos.

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La administración transitoria de Roma (habrá elecciones municipales la próxima semana) sigue así los pasos de otros proyectos anteriores, en los que se recurrió a la iniciativa privada para rehabilitar importantes monumentos. Entre ellos, el Coliseo. El multimillonario empresario Diego Della Valle, dueño de la marca de zapatos Tod's, ha puesto 25 millones de euros para costear su restauración. Otros casos similares fueron los arreglos de la Fontana de Trevi pagados por la casa de moda italiana Fendi o los de la Plaza de España por Bulgari. Más allá de la publicidad y del impacto positivo para su imagen corporativa que lograron con estas iniciativas, también se beneficiaron de una desgravación fiscal del 65% del dinero invertido para estos fines.

Hay además otro camino para recuperar un monumento con fondos privados. El mejor ejemplo de ello es el yacimiento arqueológico del Estadio de Domiciano, situado bajo la Plaza Navona, en el centro de Roma. La restauración corrió por cuenta de una empresa a la que se le cedió a cambio la explotación de este lugar durante 9 años. Además de estar abierto para los turistas, también acoge eventos de todo tipo, exposiciones e incluso puede alquilarse para fiestas privadas. Todas estas actividades deben contar con la aprobación del departamento de Bienes Culturales del Ayuntamiento de la capital italiana. Matteo Tamburella, miembro del grupo empresarial que rehabilitó el Estadio de Domiciano y hoy gestiona su explotación, considera que ante estas iniciativas existen dos corrientes de pensamiento: una reformista y otra conservadora. «Esta última dice que no quiere que el sector privado nos quite el patrimonio y se aproveche de él. Nosotros no lo hemos hecho: lo hemos devuelto a todos conservando el bien bajo el control de Bienes Culturales».

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