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Los estudios señalan que los empleados que trabajan con su perro tienen menos estrés y son más productivos.

El día del perro en la oficina

Más de dos millones de canes irán hoy al trabajo con sus dueños en EE UU. Crean atmósferas más amables, relajan a los empleados y les ayudan a comunicarse

FRANCISCO APAOLAZA

Jueves, 23 de junio 2016, 21:26

Rufus era un corgi galés de Pembroke color canela con manchas blancas que trabajaba en la sede central de Amazon. Acudía allá con su compañero, uno de los ingenieros jefes de la compañía, y le encantaban las reuniones, tirarse en los pies de la gente, ponerles ojitos para que le dieran comida, correr tras la pelota por el pasillo. Con el tiempo, la empresa de comercio electrónico le concedió el título de Trabajador Voluntario con Menos Estatura. Rufus murió el 27 de mayo de 2009, pero es una de las leyendas de la multinacional: creó a su alrededor un clima de bienestar tal que los trabajadores de hoy en día pueden llevar sus mascotas a la oficina. Son una suerte de héroes emocionales. En España puede parecer un gesto casi blasfemo contra la encorsetada cultura del trabajo en el país, pero los chuchos en el tajo son cada vez más comunes en el mundo entero. Países como Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia celebran hoy el día de llevarse el perro al trabajo (Bring the dog to work day) que algunos quieren instituir aquí.

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En 1999, pocas empresas estadounidenses se atrevían a dejar que entraran los canes en sus instalaciones, pero un grupo de ciudadanos tuvo la idea de instituir una fecha señalada para trabajar con ellos. Eligieron el primer viernes después del día del padre norteamericano (este año, el 24 de junio). Paradójicamente, fueron los cuidadores de perros los que difundieron el argumento de que en principio iba contra sus propios intereses comerciales, pues cuidaban las mascotas de la gente, entre otros motivos, porque estaban en el trabajo. En realidad, los 'dog-sitters' norteamericanos querían favorecer la adopción. Quizás si alguien era testigo directo de la relación tan estrecha que se crea estaría dispuesto a abrir las puertas de su casa a uno de ellos. En el primer año solo se animaron 300 empresas. Diecisiete años después, se calcula que en EE UU entran a currar 2,4 millones de perros. Entre las compañías que los admiten están Google, Procter&Gamble o el propio Congreso de los Estados Unidos donde sus señorías pueden acudir a las sesiones acompañados.

La experiencia catalana

En España son menos. Hace unos años, la empresa de piensos Affinity, que entonces abría sus oficinas en Sant Cugat del Vallés (hoy en Hospitalet), pensó en crear una zona donde los empleados pudieran estar con sus mascotas. La directora de Recursos Humanos, Teresa Niubó, recuerda cómo la tendencia pronto superó la idea inicial y abrieron las puertas de la empresa al 100%. «La única regla es que el dueño tiene que ser responsable del animal», asegura la ejecutiva, que acude a la oficina con su cocker 'Charlie'. Es decir, el personal no puede dejar al perro a su aire y tiene que hacerse cargo de todas las situaciones, incluido cuando dos animales se ponen nerviosos y se retan.

Se les puede llevar sueltos, incluso los meten en las reuniones. «Es como cuando estás en casa viendo la tele y está tu perro a tus pies, pero en lugar de ver la tele estás trabajando», defiende Niubó, que confiesa que el cambio en la empresa «fue muy fácil». Y el resultado, bueno. Hoy en día, de 200 empleados, la mitad tiene perro y de esos, un 10% lo lleva a la oficina. «Facilitan la comunicación». Ese es el principal beneficio que encuentra Niubó. Al margen de las dificultades obvias de las personas que sufren alergia o terror a los canes, por lo general su presencia es beneficiosa para los empleados y la empresa.

En 2001, un estudio de una universidad de Virginia quiso conocer científicamente si era verdad que crean buen ambiente. Tomaron una empresa de manufactura de vajillas de Carolina del Norte e invitaron a sus empleados a que llevaran a sus peludos: 18 lo hicieron y 38 lo dejaron en casa. Durante todo el día midieron la tasa en saliva de cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Los que tuvieron a su mascota correteando debajo de la mesa experimentaron menos estrés laboral y en general toda la plantilla aumentó su productividad. Algunos volvieron a hablarse.

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