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JULIA FERNÁNDEZ
Lunes, 27 de junio 2016, 00:08
Te lo tienes que pensar». Cuando el jugador de baloncesto Pau Gasol pronunció esta frase hace una semana mientras hacía público que sopesaba congelar su semen antes de ir a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por miedo al zika, estaba repitiendo lo que muchos expertos en reproducción asistida dicen a diario en sus consultas a los pacientes. Planificar la paternidad es un asunto importante. Pero no todo el mundo le presta la suficiente atención.
A Gasol, que en julio cumplirá 36 años, le ha abierto los ojos el virus que ha puesto a Brasil en el disparadero de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según el último informe del Gobierno brasileño, con datos hasta el 14 de mayo, en lo que va de año han registrado 138.108 presuntos casos, de los que 49.821 están confirmados mediante análisis. En principio, la enfermedad produce unos síntomas leves (fiebre, sarpullido, dolor de articulaciones, conjuntivitis) que hasta pueden pasar desapercibidos. El verdadero problema es cuando la afectada es una mujer embarazada: en el país sudamericano, los bebés nacidos con microcefalia a causa del zika son ya 1.551.
El contagio principal es a través de la picadura del mosquito 'Aedes aegypti', pero también por vía sexual. Por ello, la OMS pide a quienes visiten zonas como Brasil que no mantengan relaciones sin protección durante 6 meses. A partir de esa fecha, los expertos aseguran que ya no hay peligro. El semen del hombre está limpio -el contagio de mujer a hombre todavía se está investigando- y puede, si lo desea, planificar su paternidad sin riesgos. Pero Gasol no se fía. «Cada día sale algo nuevo», argumenta.
Otro que tampoco lo ha visto del todo claro es el campeón olímpico de longitud, el británico Greg Rutherford, que ya ha puesto su esperma a buen recaudo. Aunque en su caso, parece que sus planes de ampliar familia -ya tiene un hijo, Milo- son más inminentes que los del pívot español. La estrella de la selección y de los Chicago Bulls, tiene todavía un mes para decidir qué hacer.
Pau es afortunado porque no todo el mundo goza de ese margen. Antonio, un vecino de Alicante que ahora tiene 35 años, tuvo que decidirse casi sobre la marcha. Con 24 años y después de un largo periplo médico le diagnosticaron un linfoma. Un buen derechazo que le dejó algo aturdido. A renglón seguido, sin tiempo para despejarse, le explicaron el tratamiento que tenía que seguir... Y llegó el segundo golpe, un directo: «Deberías valorar congelar el semen por si quieres ser padre en un futuro», escuchó. «A esa edad ni te lo has planteado. Aunque no tuve mucho que pensar, lo hice automáticamente», relata con sinceridad. Los pacientes oncológicos y aquellos que van a ser sometidos a tratamientos que afectan de manera directa su fertilidad son los primeros que recurren a la criopreservación de gametos. Y los más habituales. En las clínicas de reproducción asistida IVI, donde atendieron a Antonio, tienen hasta un programa gratuito para ellos desde 2007.
Hay otro grupo de hombres que también se interesa por esta técnica: los vasectomizados. «Antes de hacerse esta operación (que impide la presencia de espermatozoides en el semen) es conveniente que se valore la posibilidad de congelar alguna muestra, sobre todo si tenemos en cuenta la tasa actual de recambio de pareja», explica Marcos Ferrando, director médico de IVI Bilbao. No es ninguna tontería: no sería la primera vez que un varón que se ha sometido a este tratamiento para evitar tener más hijos recurre a los expertos en reproducción asistida porque quiere ser padre de nuevo. «A veces, incluso con la misma pareja», añade su colega David Marina, andrólogo del Instituto de Reproducción Cefer. Este centro realizó un centenar de congelaciones en el último año. En 2013 fueron 50. Un buen dato que, sin embargo, no debe llevarnos al engaño, añade el experto: «El crecimiento es más lento, aunque progresivo».
Y lo que es más importante, se ha normalizado. Cuando a Antonio le plantearon la congelación no había tanta gente que supiera lo que era. «Lo contabas como si fuera una película», se ríe. Hoy, en su círculo nadie se extraña y, de hecho, tiene amigos que han recurrido a ello para intentar concebir junto a sus parejas mediante un tratamiento de reproducción asistida. Son el tercer pilar de la casa. Los problemas de fertilidad son más comunes de lo que pensamos: según la OMS, en los países desarrollados, un 15% de las parejas en edad de tener hijos tienen problemas con ello. En España, el porcentaje asciende al 18%. La mitad de todos estos casos tiene como causa problemas que sufren ellos.
Parece que solo recurrimos a la criopreservación cuando le vemos las orejas al lobo.
Falta concienciación, no hay duda. Tanto en hombres como en mujeres, que es más delicado. En nuestra consulta, recibimos casos que creen que con 45 años pueden quedarse embarazadas con la misma facilidad que a los 40. Cuando las corriges, se sorprenden y te dicen: 'Si lo llego a saber, me lo hubiera planteado antes' -responde Ferrando.
Inseminación 'post mortem'
Cryos International se publicita como el mayor banco de semen del mundo. Guarda unos 170 litros. Tiene su sede central en Dinamarca y oficinas por todo el mundo, también en España. La criopreservación de gametos a título particular no es su principal servicio, pero también lo ofrecen, aunque para concluir el proceso es necesario viajar hasta Copenhague. Entre sus clientes, tiene un grupo de hombres que ni están enfermos, ni vasectomizados, ni bajo un tratamiento de fertilidad, se trata de trabajadores de plataformas petrolíferas y soldados.
En España, los hombres con profesiones de riesgo también recurren a esta técnica para asegurarse la posibilidad de ser padres en el futuro... O que lo sean las personas que comparten su vida si les pasara algo. «Son policías, bomberos, alpinistas, miembros del ejército...», explica Marina, director médico de Cefer. En estos casos, el cliente ha de dejar constancia por escrito y de forma oficial -«validado por un notario», precisa Fulvia Mancini, responsable médica de Clínicas Eva en Cataluña- de que su mujer puede usar su semen. Y el tiempo es limitado: aunque los gametos no tienen fecha de caducidad, la legislación vigente no permite que se usen pasados doce meses de la muerte del varón. A partir de esa fecha, hay que destruirlos.
Se llama inseminación 'post mortem' y es a lo que se está sometiendo Mariana González Gómez. Esta malagueña de 31 años se quedó viuda en julio de 2015. Su marido, Nicola Turri, al que conoció cuando ambos trabajaban en Inglaterra, no pudo superar un linfoma no Hodgkin que le diagnosticaron en 2013, pero dejó una carta en la que le permitía usar su semen. En Francia, donde residían, no está permitido hacerlo tras el fallecimiento, así que la malagueña ha tenido que luchar en los tribunales para someterse al tratamiento aquí, en su país natal. El 31 de mayo obtuvo el fallo definitivo. Tiene hasta el 9 de julio para conseguirlo.
«Para un enfermo de cáncer, congelar el semen te da la oportunidad de tener una vida normal más adelante, cuando lo hayas superado», explica el alicantino Antonio. Y lo hace con un torbellino de tres años revoloteando a su lado. Llegó sin planearlo, de forma natural, casi un milagro. No le hicieron falta los gametos del IVI, pero no se arrepiente de haberlos congelado. Quién sabe si los necesitará para darle un hermanito a su niña.
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