julia fernández
Miércoles, 29 de junio 2016, 19:47
Las aguas del Támesis bajan revueltas estos días. El apoyo de un 52% de los británicos a la salida del Reino Unido de la Unión Europea está provocando un tsunami de consecuencias aún desconocidas y no sólo en Bruselas. Dentro del país se están abriendo cismas de proporciones difíciles de cuantificar todavía. Uno de ellos tiene como protagonista a Nicola Sturgeon (Irvine, 1970), la ministra principal de Escocia. La líder independentista ha puesto una pica en Flandes al sugerir que el Parlamento de Holyrood podría 'vetar' el 'Brexit'. Allí, el SNP de Sturgeon tiene 63 de los 129 escaños. Y en Westminster, ocupa 56 de los 59 asientos reservados a los escoceses.
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La situación es delicada y le ha tocado manejarla a una mujer que sólo lleva año y medio al mando. En noviembre de 2014, tras la renuncia de Alex Salmond por la victoria del no a la independencia, quedó al frente del partido y de la nación: venció por 51 votos al conservador Ruth Davidson. Desde entonces hasta ahora, «no ha hecho un gran esfuerzo en términos legislativos», reconoce el periodista David Torrance, autor de la primera y hasta el momento única biografía de la líder independentista, 'Nicola Sturgeon: A Political Life'. Pero ha sabido navegar en aguas bravas sin tener que tirar del chaleco salvavidas, como su heroína de ficción favorita, Birgitte Nyborg, la protagonista de la serie danesa 'Borgen', que aborda la relación entre los medios de comunicación y el poder político.
Inteligente y astuta, el mejor aval de Sturgeon, hija de un electricista y una enfermera, está en su larga trayectoria dentro del partido, al que entró con tan solo 16 años. Eran tiempos duros para el Reino Unido, con la economía tambaleándose y el paro devorando el futuro de los jóvenes. La antorcha que guió su decisión fue la de la mismísima Margaret Thatcher. Ella lo cuenta con mucha ironía: «Me inspiró un fuerte sentido de la justicia social y una fuerte sensación de que no era correcto que Escocia fuera dirigida por un gobierno conservador que no habíamos elegido».
Precisamente, otra de las virtudes de la ahora líder independentista es su capacidad para la oratoria. «Siempre encuentra las palabras exactas y el tono adecuado para transmitir su mensaje. Es muy convincente», añade Torrance. Y habilidosa: ha conseguido que se la vea como una persona cercana y nada elitista, «al contrario que David Cameron o Boris Johnson», pese a no tener una imagen especialmente fresca.
'Pequeña y matona'
Salvo en la intimidad, donde prefiere los vaqueros, viste casi siempre de traje, al más puro estilo de Angela Merkel, con quien incluso comparte color y corte de pelo. Aunque contrarresta la seriedad que infunde con tacones, de los que no se baja nunca en público. «Los zapatos son mi pasión, junto con los libros. Compro muchos, aunque no muy caros», admite.
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También le pierde el color rojo, aunque digan que es el de los laboristas: «Los de mi partido, el amarillo y negro, son muy difíciles de llevar», se excusa sin ocultar su coquetería. En los últimos tiempos, esta mujer que mide 1, 63 ha perdido seis kilos «con la misma dieta que Beyoncé» y lo reconoce con orgullo: «Verte todos los días en la televisión y en los periódicos es un buen incentivo».
Pese a su prematura militancia, Sturgeon no logró su primer cargo político hasta los 29 años, cuando fue elegida miembro regional del Parlamento escocés por Glasgow. Sus compañeros de entonces la llamaban «la fiera» por su fuerza a la hora de defender sus posiciones. Aunque esa vehemencia también se volvió en su contra. Sus detractores le pusieron el sobrenombre de 'nippy sweetie', una expresión que se utiliza en Escocia para definir a personas 'pequeñas, pero matonas'.
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La gran oportunidad política de Sturgeon le llegó en 2004, cuando renunció el entonces líder independentista John Swinney. Se postuló como candidata a sustituirle en una rueda de prensa en la que repartió caramelos entre los periodistas para intentar 'quedarse' con ellos, sobre todo con los que seguía llamándola 'nippy sweetie'. Aunque acabó retirándose cuando se presentó Alex Salmond, al que luego acompañaría como fiel escudera durante una década.
En lo personal, Sturgeon siempre se ha mostrado muy discreta. Conoció a su pareja, Peter Murrell, en 2003, durante un encuentro de las juventudes del partido en Aberdeenshire. Él forma parte de la actual ejecutiva del SNP. Se casaron en 2010 y viven en un chalet unifamiliar en Glasgow, en el que él planta perejil y albahaca, y desde el que ella se desplaza a diario a su despacho de Bute House, la residencia oficial de los ministros principales de Escocia. «Me gusta mi casa y solo está a 45 minutos», aduce.
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