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Ceclilio Castrillo, en su taller de Burgos.

El artesano que fascina a las divas de la música

Desde su pequeño taller de Burgos ha elaborado máscaras de cuero para Madonna, Marilyn Manson, Lady Gaga y Beyoncé. Ahora le espera Rihanna

ANTONIO CORBILLÓN

Domingo, 3 de julio 2016, 22:06

Cecilio Castrillo solo se queda «en blanco» cuando le preguntan por sus musas. ¿De dónde vienen? En su cabeza no hay bocetos. Todo lo crea sobre la marcha. «Me voy a la cama con la cabeza en ebullición y dándole vueltas a muchas ideas. La única preocupación es cómo plasmar eso en cuero». Este joven artesano burgalés de 37 años es el mejor ejemplo de cómo se conquista el mundo sin apenas moverse del terruño. Desde su taller en Villacienzo, un pueblecito de 200 habitantes a las puertas de Burgos, esas ideas que le quitan los primeros sueños se han plasmado en las impactantes escenografías de Madonna, Beyoncé, Lady Gaga, Brooke Candy, Cara Delevingue y, probablemente el favorito de Cecilio, de Marilyn Manson. En breve, se incorporará a esta nómina Rihanna, que acaba de encargarle veinte máscaras.

Tanto como sus piezas, sorprende la sencillez de su forma de trabajar. Su taller es una pequeña habitación abuhardillada, con apenas una estantería con sus útiles y herramientas y un par de mesas, una donde coloca su ordenador, su auténtica ventana al mundo, y otra para ir dando forma a sus trajes y cornamentas. Encima del armario asoman los rollos de cuero.

Desde aquí se presenta el artesano español con mayor proyección internacional. El menor de cinco hermanos, crecido en el carismático barrio de Gamonal (Burgos) y con auténtico «miedo a volar». Una metáfora de su aversión vital al 'showbusiness', que no para de llamar a su puerta para que tome el control de su genio creativo. «No me veo participando en eventos por el mundo. El postureo no es lo mío».

Y es verdad. Cuesta un rato convencerle para que ponga cara (barba desde que le salió el primer pelo en el rostro, piercing en la nariz) a su talento y muestre su 'sancta santorum'. Cuando se relaja, cuenta divertido el día que tuvo que ir a Los Ángeles a llevarle sus primeras máscaras a Madonna. «Allí me esperaba un asistente vestido con un traje de mil rayas espectacular. Cuando me vio vestido en chandal debí parecerle muy raro».

Las manos de Cecilio nacieron para acariciar y sacar la máxima ductilidad al cuero. En su casa había piel por todas partes. Su madre era costurera de guantes y todos los hermanos echaban un cable. «Con diez y once años ya andaba haciendo máscaras, carteritas y bolsos, tenía la casa llena», hace memoria. Siempre tuvo claro que entraría en la Escuela de Artes y Oficios. Antes de completar este grado medio en Burgos ganó un concurso con un diseño de lo más impactante: «Un bolso que parecía hecho con las tripas de un ser humano». Fue una declaración de principios, no estaba interesado en repetir esos modelos que llevan a muchos artesanos de feria en feria, malviviendo. «Los temas oscuros cuadran conmigo. Me interesa el toque transgresor», explica. Seguramente, tantas películas de terror, a las que también eran aficionados sus hermanos mayores, ayudaron a orientar su vena creativa.

En 2005, Cecilio decidió acudir al epicentro del artesanato y el jipismo nacional: un viaje a Ibiza «sin billete de vuelta, pero con todo lo que tenía». Del cuello le colgaba su bolso-tripas como tarjeta de presentación. Trabajó en la hostelería y recorrió todos los clubes y lugares de moda. Antes de acabar el verano ya vendía sus originales máscaras. Al año siguiente su agenda seguía creciendo, «sin prisa pero sin pausa». La isla le fue abriendo los escaparates de Londres, París o Berlín, y así rompió el ostracismo al que estaba condenado en España.

El salto al mercado mundial comenzó con los encargos de un collar de cuero y máscaras para un vídeo de LaFee, una banda de rock gótico y alternativo que triunfa en el mercado alemán. Fue el aviso para la vorágine que vino después. En ese empujón definitivo tuvo mucho que ver el icónico fotógrafo de moda Steven Klein. «Me encargó varias piezas para una sesión de fotos con Brad Pitt. Eran para la revista 'Interview Magazine'». Todo aquel material no llegó a utilizarse, pero Klein empezó a recomendar sus piezas a diestro y siniestro.

Berlín, Londres y Nueva York

«Steven me pidió una máscara para Lady Gaga... Y todo vino encadenado». Ya le ha proporcionado varias piezas para esas coreografías tan impactantes que gasta la artista neoyorquina. Aunque tal vez el cielo lo ha tocado con Madonna. Conquistada por la tauromaquia, la reina del pop le encargó las máscaras-cornamenta de su aclamado 'Living for Love', el videoclip que se pudo ver en la fiesta de los Premios Grammy del año pasado. Aquí percibió el diseñador burgalés el verdadero vértigo de la fama. Una mañana, al levantarse, se encontró con cerca de 50 correos electrónicos del entorno de la artista. Querían dos máscaras más en un día y que se las llevara personalmente. Sudores fríos. «Esta gente no conoce la palabra 'imposible'. Ni piensan que yo estoy en un pueblecito de Burgos. Me llegaron a decir '¡pues las rematas en el avión a Los Ángeles!'».

Cecilio es un perfeccionista y sus trabajos son únicos, pero logró cumplir. Madonna ya había usado otro tocado de cuero suyo en el espectáculo de la Super Bowl de 2012. Es su pieza favorita y una de las que conserva en su estudio. «No quiero venderla. Y tal vez algún día tenga aún mucho más valor».

Nada parece subírsele a la cabeza a Cecilio, que se junta con sus amigos de siempre: «Alucinan con la gente que me hace encargos». Aunque eso no significa, ni de lejos, que se codee con ellos. Todavía no ha tenido la oportunidad de conocer cara a cara a ninguno de estos artistas. Lo más increíble es que no le pagan nada por las máscaras. Sólo cobra cuando las compran para incluirlas en las giras. «Se da por hecho que tienes que conformarte con que tu nombre salga en los créditos».

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