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RAFAEL MAÑUECO
Lunes, 1 de agosto 2016, 21:03
Aunque las actuales turbulencias económicas de Rusia parecen estar aconsejando a sus dirigentes mostrarse un poco más austeros y ahorradores, no es para nadie un secreto que otra de las grandes pasiones del presidente Vladímir Putin son los palacios. Se siente heredero de monarcas tan relevantes como Iván el Terrible, Pedro I el Grande o Alejandro III. También de Stalin, a quien siempre ha elogiado.
Él no va a ser menos y su elevado estatus merece también recintos majestuosos en cantidad abundante y debidamente distribuidos geográficamente. La prensa rusa calcula que Putin disfruta de más de 20 mansiones, récord que le equipara con personajes como Sadam Hussein. El primer rotativo que se aventuró a publicar la lista de palacios del jefe del Kremlin fue 'Kommersant' en su suplemento económico, hace cuatro años. Aparecían 26 residencias dispersadas por toda Rusia, aunque hace mucho que se rumorea que también las tiene fuera del país.
nieve y playa
El palacio de Novo Ogariovo siempre fue residencia oficial para uso exclusivo de presidentes. Pero cuando Putin dejó el Kremlin para ocupar la jefatura del Gobierno no se lo cedió a Dmitri Medvédev, su sucesor.
Una de ellas podría encontrarse en la elitista urbanización malagueña La Zagaleta y se habla además de un castillo en Baviera (Alemania). Lujosas mansiones en Suiza, Cerdeña, Niza, Chipre y pisos en ciudades como Londres, París o Viena. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, insiste en negarlo todo.
Peskov también ha tenido que salir en más de una ocasión a desmentir que el enorme y suntuoso palacio de jardines versallescos y claramente inspirado en la Granja de San Ildefonso, que se erige frente al mar Negro en Praskovéyevka, junto a Guelendzhik (región de Krasnodar), tenga nada que ver con el máximo dirigente ruso.
El regio edificio se empezó a construir en 2010 y, un año después, el empresario Serguéi Kolésnikov, anunció que lo ocuparía Putin. Kolésnikov aseguró entonces que la obra tendría un coste aproximado de casi mil millones de euros aportados por «las empresas más importantes del país», subrayando que no son fondos públicos.
Pero claro, como señala el bloguero anticorrupción y opositor ruso Alexéi Navalni, eso «huele a soborno». De hecho, el mismo esquema se aplicaría a todas las residencias no oficiales del presidente ruso: él no figura como propietario, las recibe en usufructo y, por consiguiente, no paga ni un rublo de su bolsillo.
Navalni demostró en un informe que el palacio cercano a Guelendzhik, construido con mármoles de Carrara y espléndidamente amueblado, está bajo la protección de un órgano del Estado, el Servicio Federal de Custodia (FSO). Sus jardines están plagados de fuentes, cuenta con tres helipuertos y polideportivo.
Todo el complejo ocupa 678.583 metros cuadrados y el palacio en sí tienen una superficie de 17.692 metros cuadrados. El opositor llama la atención sobre el hecho de que el escudo presidencial aparece por todas partes, atributo que ningún magnate ruso tendría la osadía de exhibir en su propiedad. Navalni muestra también copias de documentos que vinculan la finca con departamentos del Estado, aunque Putin no figura por ningún lado, ni como presidente ni como particular. Lo cierto es que nunca se ha publicado ninguna grabación o fotografía en la que aparezca en ese lugar.
Secretos de Estado
Serguéi Yákovlev, director del diario 'Kommersant', escribió cuando estaba al frente del suplemento 'Diengui' que el Kremlin considera «secreto de Estado» cualquier tipo de información sobre las residencias que utilizan los altos cargos del país.
Se sabe, por supuesto, que los palacios del Kremlin albergan la sede de la Presidencia rusa y que, desde los tiempos en los que también fue residencia oficial, mantiene aposentos que los hacen perfectamente habitables, si así lo desea el jefe del Estado.
Pero en donde vive habitualmente Putin es en Novo Ogariovo, un bello palacete del siglo XIX de estilo neoclásico, situado en la periferia oeste de Moscú en medio de una espectacular zona boscosa. Tiene un helipuerto, piscina, caballerizas y gimnasio.
Hay otras villas incluidas en el patrimonio del Estado para el uso del presidente y su primer ministro, Dmitri Medvédev. Bocharov Ruchéi, en el balneario de Sochi, es la más utilizada por Putin para descansar, tanto en invierno como en verano. Es un formidable edificio estalinista dotado de todas las comodidades, incluido un muelle de amarre para yates.
En el lago de Valdái, en la región de Nóvgorod, el mandatario tiene su mansión más rústica, pero quizá la más acogedora. Magníficos son también los palacetes a su disposición de Sevastiánov, en la ciudad de Ekaterimburgo, y Tantal, a 40 kilómetros de Sarátov.
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