GERARDO ELORRIAGA
Jueves, 4 de agosto 2016, 20:12
Antes de llegar a Kibera debe tener en cuenta que el tráfico de Nairobi sufre un colapso permanente. No deje que la sensación de hallarse atrapado continuamente en cruces caóticos perturbe su visita al barrio más famoso de esta capital africana, allí donde se rodó 'El jardinero fiel'. Tras alcanzar su objetivo, tampoco olvide cambiarse de calzado y adquiera unas baratas zapatillas deportivas en los mercadillos circundantes. Por favor, cuando entre, no se despegue del grupo y conserve la calma.
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Población Las estimaciones varían entre los 250.000 y el millón de habitantes, lo que supondría una quinta parte de la población de Nairobi, la capital de Kenia. La mitad de sus residentes se encuentra desempleada.
Propiedades Al tradicional abandono por parte de la Administración, se suma la oposición al cambio de los detentadores de la propiedad, miembros de la alta sociedad local y las mafias que controlan los servicios y suministros comunitarios.
No sabemos cómo se accede al 'slum' más populoso de África, el famoso barrio de chabolas cercado en mitad de la metrópoli. Allí entramos de una manera extraña, a través de la pequeña puerta de una cancha de baloncesto pegada a una empalizada. Como Alicia, pero, en vez del país maravilloso, al otro lado del umbral nos esperaba uno de los escenarios más desoladores de Kenia, ese destino de aguas turquesas y fieras en su hábitat natural.
Pero también hay una suerte de safaris urbanos dedicados a otras especies y algunas agencias promueven paseos, debidamente protegidos, por este antiguo suburbio que la Administración colonial británica cedió a sus mercenarios nubios en 1899. Hoy se ha convertido en la primera, y a menudo última, etapa de aquellos que abandonan el campo y llegan a la ciudad en busca de un futuro mejor. Los antiguos detentadores alquilaron aquellas concesiones y la presión de la demanda ha impuesto un subarriendo infinito que ha acentuado la degradación de sus condiciones de vida hasta extremos difícilmente imaginables.
El paisaje de Kibera, un entramado de barro y uralita, se impone cuando la mirada se acostumbra al humo que invade el aire y nos sobreponemos al hedor procedente de los canales de aguas fecales y el omnipresente olor del pescado cocinado al aire libre. El hacinamiento y la miseria resultan evidentes tanto en la muchedumbre que atesta sus callejuelas como en la basura que rodea todo el lugar, colma el riachuelo que lo atraviesa y constituye el légamo blando y pegajoso que pisamos.
Alquiler de camas por horas
Las apariencias engañan, incluso las más pestilentes. La impresión de anarquía e improvisación, a ojos occidentales, no se corresponde con la realidad de un entorno sutilmente estratificado. En su interior se encuentra una zona más acomodada, irónicamente denominada Dubái, y otra absolutamente depauperada, conocida como Soweto. Ambas disponen de una oferta de camas calientes, lechos que se alquilan por horas para maximizar la escasa habitación disponible.
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No se desanime si no percibe las sutiles diferencias sociales. Tenga en cuenta que los atractivos para los visitantes son numerosos. El turista puede conocer la emisora de radio abierta a la vía pública o los talleres promovidos por las ONG y conversar con voluntarios de todo el mundo que cooperan con los residentes en numerosos proyectos de desarrollo. Ahora bien, debe abstenerse de fotografiar a los jóvenes desocupados y con semblante hostil que ocupan el único espacio abierto frente a la escuela de educación secundaria. Alcanzar la universidad constituye uno de los escasos medios para abandonar Kibera y, en general, progresar en un país que apenas ofrece esperanza laboral a su población más joven. El título académico supone la condición necesaria, aunque no suficiente, para optar a un trabajo digno.
La posibilidad de regresar a principios del pasado siglo supone otro de los acicates para conocer el 'slum'. La multitud despeja las vías que atraviesan el barrio y contemplamos el paso de un vetusto tren que nos retrotrae a 'Mogambo', '¡Hatari!' y demás películas de exóticas aventuras. La locomotora parece la misma que circulaba entre Mombasa, en el litoral, y la vecina Uganda, arrastrando los vagones del 'Lunatic Express', tal y como lo bautizaron los escépticos medios de comunicación británicos cuando era un proyecto de compleja realización.
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Ahora bien, si ha decidido conocer el barrio de los más pobres, no pierda el tiempo. La creciente proyección internacional del suburbio ha empujado al estado, propietario del territorio en última instancia, a involucrarse en su desarrollo, hasta ahora delegado en la ayuda internacional. Los proyectos de viviendas, sistemas de alcantarillado y carreteras, amenazan con cambiar la centenaria naturaleza del lugar.
Acuda antes de que se despoje de su idiosincrasia, que es la de muchos suburbios en las grandes urbes africanas. Después de la excursión, sabrá mucho más de la precaria condición de quienes carecen de servicios básicos. Pero, antes de partir, deshágase convenientemente de las deportivas de Kibera. No las conserve, son un peligroso 'souvenir'. Tenga en cuenta que puede diseminar peligrosos gérmenes en la habitación del resort o en las inmensas playas del Índico.
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