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FRANCISCO APAOLAZA
Jueves, 8 de septiembre 2016, 20:43
La Comisión Europea le ha dado un palo antológico a Apple por un quítame allá esas ventajas fiscales en Irlanda. Hay una mujer que firmó el papel por el que Europa reclama 13.000 millones de euros al gigante tecnológico y en su despacho de Bruselas destaca, entre otras sugestivas piezas de arte, la escultura de una mano blanca, una mano regordeta que está sacando el dedo medio, como una gigantesca peineta. En ese espacio habita un animal político sin precedentes, una fiera que teje bufandas en las reuniones. Margrethe Vestager (Glostrup, Dinamarca, 1968), hoy la comisaria de la Competencia, fue la mujer más poderosa de su país y es capaz de hacer temblar al Nasdaq y de cocinar tartas con mensajes escritos en la cobertura. Hasta se inspiraron en ella para idear la celebrada serie televisiva 'Borgen'.
Aquello del guante de seda sobre la mano de hierro se le queda corto. Vestager será probablemente la primera que haya conseguido unir la cercanía y la inteligencia emocional de una mujer y la vara de acero de un político con experiencia. Antes de comisaria fue viceprimer ministra, aunque en Dinamarca todos creyeran que era la primera ministra en la sombra.
Nació hace 48 años en una zona rural, hija de un pastor luterano. A los 21 entró en política. Fue ministra de Interior y de Educación y viceprimer ministra de Dinamarca. Sustituyó al español Joaquín Almunia como comisario de la Competencia de la UE.
Ha multado a Irlando para que recupere 13.000 millones que 'perdonó' a Apple en ventajas fiscales ilegales.
Esta historia comienza en el campo danés, una despejada zona rural en la que el colegio estaba lejos de las casas, y si un alumno se olvidaba la comida, le tocaba pasar hambre. Margrethe y una amiga montaron un negocio de snacks. Ganaban dinero pero siempre mantuvo la discreción heredada de su padre, un pastor luterano que luego fundó un partido de centro, donde empezó a mamar la política. Con los años declaró que en casa había aprendido a «confiar en Dios y a temer a la iglesia».
Su biógrafa, la periodista danesa Elisabet Svane, admite que «Margrethe es muy política. No se anda con tonterías. Es una mujer fuerte». A su favor contó con que, en Dinamarca, dirigía un partido pequeño, en el corazón de un tablero con muchos jugadores. «Llegó a pactar con liberales, conservadores y socialistas». Allí era un mujer muy poderosa y dueña de una ironía que a veces le permitía ser durísima. «A sus contrincantes les daba unas buenas palizas», cuenta Svane en conversación telefónica desde Copenhague. «Sabe dónde quiere estar, los pasos que debe dar y lo que le cuesta dar cada paso».
Todo este corazón de hielo tiene algunos contrapesos. El primero son sus tres hijos de los que intenta ocuparse como cualquier madre. El otro es ella misma. Hay al lado, o detrás, o alrededor de la comisaria, una mujer a la que le gusta hacer sus propios pasteles (en esto se parece mucho a Manuela Carmena) y que es capaz de enviar a un rival de una negociación una tarta elaborada por ella misma con un mensaje de GRACIAS escrito encima. Todos sus colaboradores la llaman por su nombre de pila y no comisaria, y los viernes por la tarde da una copa en su despacho. A esa mujer dentro de la mujer de hierro (no se sabe cuál es la verdadera) le gustan las películas de acción -adora las de Bruce Willis- y durante las esperas en la comisión o en el palacio de Christianborg (sede del Parlamento danés y de la oficina del primer ministro) e incluso en las reuniones en las que no tenga un papel fundamental, saca las agujas y teje, como una Aracne moderna.
La comisaria es todo un personaje. Lo saben bien los periodistas de la trinchera de Bruselas. El corresponsal de Radio Nacional de España, Antonio Delgado, subraya que, estando o no de acuerdo con la resolución contra Apple, «demuestra que sabe aguantar presiones enormes». También la define como una mujer aficionada a regalar desplantes y respuestas irónicas. Las hay de todos los colores.
Cuando vuelan los puñales
Una de las más sonoras tuvo lugar en su etapa de ministra cuando el líder de la oposición calificó su plan de estímulo de la economía de «pequeño». «Soy muy cauta sobre las opiniones de los hombres acerca del tamaño de las cosas -dijo ella-. Estoy más interesada en los efectos de las cosas». En ocasiones es flexible, pero de la manera en que lo puede ser una vara de avellano. Y, cuando la presionan, se viene arriba. En mayo, vetó la venta de la filial de Telefónica en Reino Unido O2 a Hutchinson. Le acusaron de haberse interpuesto por presiones del gobierno británico y ella respondió que había argumentos de peso para la decisión. «Pesan 2,56 kilos y los he pesado yo misma».
El carisma de Vestager no pasa desapercibido ni siquiera para la ficción. El personaje principal de la serie 'Borgen' retrata la vida de Byrgitte Nyborg, una primera ministra danesa de un partido de centro que llega al poder por carambola. En realidad, Vestager nunca fue primera ministra, pero vio las mismas tramas en los pasillos rojos de Christianborg. Nyborg y ella son mujeres, son poderosas, están casadas con un matemático, miran a los ojos, tienen hijos y ambas son autoritarias sin necesidad de serlo. La realidad superó a la ficción en lo de hacer punto en las reuniones.
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